En un programa de noticias por la tarde del lunes, el corresponsal jefe de política extranjera de NBC Richard Engel dijo a los telespectadores como “unas comunidades” en Ucrania se preparan para una guerra con Rusia por “tomar el asunto en sus propias manos”.
El reporte mostró a soldados ucranianos que entregaban “entrenamiento básico para toda la familia”, “primeros auxilios” y “entrenamiento con armas” a un grupo pequeño de residentes de Mariúpol, incluidos niños y ancianos. Una de ellos, Valentyna Konstantynovska, una mujer de 79 años de edad, posada con un AK-47, se convirtió en el rostro de la “resistencia ucraniana” en los periódicos mundiales.
Engel omitió de su relato el hecho de que la formación militar que proveía el entrenamiento de Konstantynovska era el Batallón de Azov neonazi, claramente identificable por su insignia de Wolfsangel usada por las SS de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial.
La promoción oculta de milicias fascistas expresa más sobre el impulso bélico encabezado por EE.UU. contra Rusia sobre Ucrania que cien ruedas de prensa mentirosas. Cualquier conflicto no se trataría de la “democracia” o la “autodeterminación”, sino un baño de sangre entre la clase obrera en Rusia y Ucrania, diseñado para desmantelar Rusia. Las fuerzas ultraderechistas fortalecidas con muchos años de apoyo estadounidense estarían involucradas centralmente en él.
El Batallón de Azov fue fundado por el antisemita Andriy Biletsky en 2014. La organización incorporó a muchos miembros de las antiguas organizaciones ultranacionalistas y supremacistas, Patriota de Ucrania y la Asamblea Social-Nacional (ASN). Estas tendencias trazan sus raíces políticas de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN), encabezada por Stepan Bandera, y el Ejército Insurgente de Ucrania (UPA).
Durante la Segunda Guerra Mundial, la OUN y el UPA se aliaron con los nazis contra la Unión Soviética y llevaron a cabo masacres de cientos de miles de judíos, polacos y ucranianos que simpatizaban con la Unión Soviética. Después de la guerra, los servicios de inteligencia de EE.UU. y Gran Bretaña dieron apoyo a Bandera y el UPA.
Después de la disolución de la Unión Soviética en 1991, veintenas de organizaciones ultraderechistas aparecieron en Ucrania, como pasó en todos los estados exsoviéticos, impulsadas por esta herencia anticomunista sucia y apoyadas por las potencias imperialistas. El gobierno de Viktor Yushchenko, instalado por la “Revolución Anaranjada” respaldada por EE.UU. en 2004, declaró a Bandera un héroe nacional, honró a los luchadores de la OUN y el UPA y promocionó mucho la organización sucesora, el Congreso de Nacionalistas Ucranios y el partido neonazi Svoboda (Libertad).
Durante los eventos de “Euromaidan” de 2013-14, la subsecretaria de Estado para Europa y Asia Victoria Nuland admitió que Washington había gastado $5 mil millones en Ucrania desde los años 1990, para promocionar “habilidades democráticas… participación cívica y buena gobernanza”–es decir, estaban dando fondos a todas las fuerzas políticas favorables a los intereses estadounidenses.
La extrema y fascistizante derecha ucraniana luego fue movilizada en 2013-14 para derrocar al presidente más pro-Rusia Viktor Yanukovych. La ASN y el grupo Patriota de Ucrania, junto a Svoboda y otras organizaciones ultraderechistas, se unieron a la confederación Sector Derechista, y jugaron el papel clave en transformar las protestas amorfas contra el gobierno en confrontaciones violentas y al final en un golpe.
Evidencia sustancial indica que los francotiradores que mataron a manifestantes fueron organizados por la oposición ultraderechista para exacerbar la situación.
Yanukovych huyó del país el 21 de febrero, y el nuevo gobierno rápidamente integró a sus ayudantes fascistas en las estructuras de seguridad del Estado. Svoboda recibió unas posiciones importantes, incluida la de secretario de la Seguridad Nacional y el Consejo de Defensa para cofundador del partido Andriy Parubiy; viceprimer ministro para Oleksandr Sych; fiscal general para Oleh Makhnitskyi y ministro de Educación para Serhiy Kvit.
Ofrecieron al líder de Sector Derechista Dmytro Yarosh la posición de diputado de Parubiy, pero ése la rechazó. Más tarde se convirtió en asesor al comandante de las fuerzas armadas de Ucrania, Viktor Muzhenko.
En abril de 2014, este gobierno ultraderechista autorizó la creación de formaciones paramilitares de voluntarios para estrujar la resistencia en el resto del país. El Batallón de Azov se formó y rápidamente se involucró en varias batallas sangrientas con separatistas en pro de Rusia en Mariúpol, Marinka, Ilovaisk y Novoazovsk. El grupo fue incorporado en la Guardia Nacional de Ucrania en noviembre de 2014.
En 2015-2016, el alto comisario para Derechos Humanos de la Oficina de la Organización de las Naciones Unidas vinculó a Azov con crímenes de guerra, incluidos el saqueo masivo, la detención ilegal y la tortura.
Desde la caída de Yanukovych, EE. UU. y sus aliados han asegurado que el régimen ucraniano, particularmente sus paramilitares ultraderechistas, siguen siendo una fuerza significante y amenazante. Mil millones de dólares fueron gastados para apoyar al gobierno y suministrar y entrenar a sus fuerzas armadas.
En abril de 2015, casi 300 miembros de la Brigada 173 de las Fuerzas Aéreas estadounidenses fueron a Ucrania para entrenar a soldados ucranianos, incluidos miembros del Batallón de Azov. Soldados de Gran Bretaña, Canadá y Polonia se unieron al entrenamiento en la Operación Guardián sin Miedo.
En diciembre, presidente Barack Obama aprobó la Ley de Apropiaciones Consolidadas de 2016, con una omisión deliberada de una enmienda que decía, “Nada de los fondos hechos disponibles por esta Ley se pueden usar para proveer armas, entrenamiento, u otro tipo de ayuda al Batallón de Azov”. Había sido aprobada unánimemente por la Cámara de Representantes, pero no fue enviada al Senado después de presión del Pentágono.
Ahora que el impulso bélico contra Rusia ha vuelto completamente, los fascistas de Azov ahora son presentados lealmente por los medios de comunicación como proveedores de “entrenamiento básico para toda la familia”.
Dos hechos fundamentales de la crisis sobre Ucrania se subrayan en el reporte de Engel.
Primero, que usan a Ucrania como un terreno fértil para fuerzas fascistas y anti rusas, provocadores potenciales de una confrontación militar en la región Donbass, Crimea o al otro lado de la frontera con Rusia. El fundador y en ese entonces comandante de Azov Biletsky denunció la cesación del fuego de 2014 con separatistas de Donbás, y dijo, “Si fue una maniobra táctica, no hay nada incorrecto en ella… si es un intento de alcanzar un acuerdo sobre la tierra ucraniana con separatistas pues obviamente es una traición”.
Segundo, no se puede creer en ni una palabra ni imagen presentada por los medios corporativos en los países imperialistas. Los periodistas son tan vinculados en el aparato de seguridad y la política extranjera de la clase gobernante, especialmente en los Estados Unidos, que sirven como un cauce para una operación de guerra psicológica por el Estado dirigida contra la población.
La tarea crítica para la clase obrera internacional es conscientemente rechazar la propaganda de sus gobiernos y luchar independientemente. Sólo puede hacer esto por adoptar un programa internacionalista y socialista que se opone a los planes bélicos de las potencias imperialistas y los gobiernos derechistas y nacionalistas de Ucrania y Rusia subrayados cada día por el World Socialist Web Site.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 16 de febrero de 2022)