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Perspectiva

El rechazo contractual por 90 por ciento en Deere y la rebelión creciente contra los sindicatos corporativistas

El domingo, los trabajadores de la empresa de equipos agrícolas y de construcción Deere & Co., votaron por 90 por ciento en contra de un acuerdo tentativo respaldado por el sindicato United Auto Workers (UAW).

Un trabajador dentro de una planta de Deere (John Deere)

El voto fue una reprimenda contundente para el UAW, que intentó aprobar apresuradamente un contrato entreguista de seis años para 10.100 trabajadores sin darles suficiente tiempo para estudiarlo. En las supuestas sesiones informativas el domingo, los trabajadores enfrentaron furiosos a los oficiales sindicales que intentaban venderles el acuerdo. “Deere y el UAW intentaron pasarlo a prisa, pero las bases lo resistieron”, le dijo al WSWS un trabajador en la planta de Dubuque, Iowa.

Enfrentándose a una rebelión incipiente, el UAW anunció un límite a las 11:59 p.m. del miércoles para hacer huelga. Pero, entre bastidores, los ejecutivos del UAW están haciendo todo lo posible para bloquear una huelga o aislar y derrotar cualquier paro si se ven obligados a convocarlo.

El voto en Deere, la primera derrota de un acuerdo respaldado por el UAW en la empresa en 35 años, es el último en una serie de contundentes rechazos por parte de los trabajadores en EE.UU. a contratos respaldados por los sindicatos:

- El 9 de abril, 1.100 mineros del carbón de Warrior Met en el centro de Alabama votaron 1.006 a 45 (96 por ciento) en contra de un contrato impulsado por el sindicato United Mine Workers of Americ (UMWA), que no restituía el recorte salarial de $6 por hora que el UMWA aceptó en 2016.

- A fines de la primavera e inicios del verano, 3.500 trabajadores de Volvo Trucks en Dublín, Virginia, rechazaron tres contratos consecutivos respaldados por el UAW, incluso por mayorías de 90 por ciento o más en los dos primeros. El UAW tan solo pudo finalizar la huelga de cinco semanas obligando a los trabajadores a volver a votar el tercer acuerdo ya rechazado y afirmando que había sido aprobado por 17 votos.

- En agosto e inicios de septiembre, 3.500 trabajadores de autopartes en Dana Inc., un importante proveedor de Deere, rechazaron un contrato de cinco años propuesto por el UAW y el United Steelworkers (USW) por más de 90 por ciento. Los trabajadores en Toledo, Ohio, votaron de forma unánime en contra del convenio. Más de un mes después del rechazo, el UAW y el USW están bloqueando una huelga que podría tener un impacto inmediato en la industria automotriz, manteniendo a los trabajadores en sus puestos y acumulando piezas a través de extensiones contractuales diarias.

- Doce mil carpinteros en el oeste del estado de Washington rechazaron cuatro acuerdos consecutivos impulsados por el sindicato Northwest Pacific Carpenters Union (NWCU) por mayorías de hasta 76 por ciento. El NWCU se vio obligado a convocar a una huelga el 16 de septiembre, pero mantuvo a 10.000 de los 12.000 carpinteros trabajando y finalmente logró forzar la aprobación del quinto contrato.

- A fines de la semana pasada, los asistentes de enfermería de McLaren Health y otros trabajadores de servicios en Flint y otras ciudades en el centro de Míchigan rechazaron por un margen de tres a uno el acuerdo alcanzado por el sindicato American Federation of State, County and Municipal Employees (AFSCME) para prevenir una huelga por las tasas peligrosas de pacientes a empleados, así como por el aumento en los gastos de bolsillo de sus seguros médicos.

El hecho de que tales rechazos masivos y casi unánimes se están volviendo la norma releja la enorme ira y el deseo de luchar de los trabadores. Los antiguos métodos de la burocracia para aprobar a la fuerza contratos proempresariales —las mentiras sobre “mejoras sustanciales” o que “es el mejor contrato que van a obtener” y el uso de amenazas y presiones económicas para intimidar a los trabajadores— están topándose con una muralla de oposición.

Esto es parte del surgimiento del mayor movimiento huelguístico en EE.UU. en generaciones. Los primeros cinco días de octubre fueron testigo del comienzo de 10 huelgas en el país, incluyendo de 2.5000 enfermeros en el hospital Mercy en Búfalo, Nueva York, y 1.400 trabajadores de procesamiento de comida de Kellogg’s en Míchigan y otros estados. Además, 60.000 trabajadores de filme y televisión y 35.000 trabajadores de salud de Kaiser Permanente votaron a favor de hacer huelga.

“Miles de trabajadores han hecho huelga en todo el país, mostrando su poder cada vez mayor en una economía cada vez más ajustada”, escribió la revista Time la semana pasada. “El apalancamiento que tienen los empleados estadounidenses sobre las personas que firman sus cheques se incrementó con el reporte sobre empleo del viernes, el cual mostraba que los empleadores añadieron a trabajadores a un ritmo mucho más lento de lo esperado en septiembre”, escribió Time y añadió: “y los salarios siguen aumentando paulatinamente en todas las industrias en la medida en que los empleadores se desesperan por poder contratar y retener a trabajadores”.

El Philadelphia Inquirer llamó la atención a una “nueva mentalidad de ‘ahora acepta este trabajo y vete al carajo’”, indicando que “la condición de altibajos del mercado laboral ha hecho que los trabajadores hartos estén más dispuestos a luchar y denunciar las amenazas de sus patrones…”.

Este movimiento que está surgiendo tiene ciertas características particularmente importantes.

En primer lugar, el desarrollo de la lucha de clases está enfrentando a los trabajadores contra los sindicatos corporativistas. El margen de los rechazos contractuales en Deere, Volvo, Dana y otras empresas refleja la verdadera relación entre los llamados “sindicatos” y la clase obrera.

Estas organizaciones, que funcionan como una policía laboral al servicio de la patronal y están dirigidas por ejecutivos sindicales con ingresos en el 5 por ciento superior de los ingresos nacionales, si no más, están completamente desconectadas y son hostiles a las necesidades y aspiraciones de los trabajadores a los que falsamente dicen “representar”. Ante una ira social explosiva, su principal preocupación es demostrar su utilidad a la patronal y al Estado haciendo que se aprueben acuerdos favorables a las empresas de una forma u otra.

El Gobierno de Biden está promoviendo agresivamente a los sindicatos como instrumentos para suprimir la resistencia de la clase trabajadora y desviar la oposición social detrás de sus planes de guerra comercial y confrontación militar con China. La semana pasada, un “grupo de trabajo” prosindical de la Casa Blanca celebró su segunda reunión oficial, con los principales miembros del gabinete militar y económico --incluyendo al secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, y a la secretaria de Comercio, Gina Raimondo-- para discutir los preparativos finales de un informe sobre las medidas que tomará la Administración para promover la expansión de los sindicatos.

Los defensores de la autoridad de los sindicatos en la pseudoizquierda, a su vez alineados con la administración de Biden y el Partido Demócrata, se refieren al Partido Socialista por la Igualdad y al World Socialist Web Site como “sectarios” por nuestro llamamiento a la formación de comités de base. Su principal preocupación, sin embargo, es que la campaña dirigida por el WSWS para desarrollar organizaciones independientes de lucha de la clase obrera esté ganando una respuesta de masas.

En Deere, los artículos del WSWS han sido leídos por miles de trabajadores, que los han distribuido en las plantas y los han compartido en las redes sociales. Al igual que los trabajadores de Dana y los de Volvo Trucks antes que ellos, el WSWS ha sido fundamental para alentar y ayudar a los trabajadores de Deere a desarrollar su propia iniciativa independiente mediante la formación de un comité de base.

En segundo lugar, el auge de las luchas de la clase obrera en Estados Unidos forma parte de un proceso internacional. Esto incluye las huelgas de 150.000 trabajadores metalúrgicos en Sudáfrica; 90.000 trabajadores sanitarios en Sri Lanka; trabajadores sanitarios, ferroviarios y aeroportuarios en Alemania; y el “piquete global” de la huelga de padres del Reino Unido del 1 de octubre contra la propagación del COVID-19. Las corporaciones globales como Deere, que tiene operaciones en 70 países, solo pueden ser combatidas unificando a la clase trabajadora a través de todas las fronteras nacionales.

En tercer lugar, el crecimiento de la lucha de clases está inseparablemente relacionado con la lucha contra la pandemia. La clase dominante está tratando de suprimir los salarios ante el aumento de los precios de los alimentos, el combustible y otras necesidades. Al mismo tiempo, está imponiendo horarios cada vez más largos y aceleraciones implacables en su intento de compensar la crisis de la cadena de suministro mundial, así como la escasez de mano de obra impulsada por millones de personas que se niegan a trabajar en lugares de trabajo infectados por COVID.

Durante los últimos 20 meses de la pandemia, se han sacrificado millones de vidas en aras de las ganancias empresariales, mientras que los milmillonarios del mundo han visto aumentar su riqueza en 5,5 billones de dólares. Lejos de hacer cualquier concesión a los “héroes” y “trabajadores esenciales” que han soportado la enfermedad y las muertes, la oligarquía corporativa y financiera está decidida a sacar partido de la pandemia para establecer una “nueva normalidad” de explotación implacable. Pero esto está provocando una creciente ola de huelgas en Estados Unidos y a nivel internacional, en condiciones en que los esfuerzos por obligar a los trabajadores a volver a los lugares de trabajo inseguros mediante la eliminación de las prestaciones de desempleo y el fin de las moratorias de desahucio no han dado hasta ahora los resultados esperados.

El 1 de mayo, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional inició el llamamiento a la formación de la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) para organizar una respuesta global de la clase obrera para salvar vidas. Ahora la lucha por exigir políticas para erradicar la pandemia, incluyendo el cierre de los lugares de trabajo no esenciales y las escuelas, se está cruzando con un movimiento creciente contra la explotación capitalista.

Hacemos un llamamiento a todos los trabajadores de Deere y a todos los sectores de la clase obrera, en Estados Unidos y a nivel internacional, a que se inscriban y asistan al seminario en línea del 24 de octubre con destacados científicos, “Cómo acabar con la pandemia: el caso a favor de la erradicación”, copatrocinado por el WSWS y la AIO-CB.

(Publicado originalmente en inglés el 12 de octubre de 2021)

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