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Perspectiva

El movimiento huelguístico cada vez más grande en EE.UU. y el caso a favor de los comités de base

Casi dos años desde el inicio de la pandemia de coronavirus, está ganando ímpetu un movimiento huelguístico importante en EE.UU., con implicancias profundas para la lucha de clases de todo el mundo.

Miles de trabajadores ya están en huelga. Estos incluyen a los trabajadores de cereales de Kellogg’s, que iniciaron una huelga en cuatro estados el martes; miles de enfermeros y trabajadores de la salud en el oeste de Nueva York, Massachusetts y la costa oeste; cientos de trabajadores de una destilería en Kentucky; y más de 1.000 mineros del carbón de Warrior Met en el norte de Alabama. Una huelga de 2.000 carpinteros en Seattle acaba de ser finalizada por el sindicato United Brotherhood of Carpenters.

Izquierda: Trabajadores de Sutter Health en huelga (Twitter/seiu_uhw); derecha: Trabajadores de una planta de cereales de Kellogg’s en un piquete de huelga a lo largo sobre las principales líneas ferroviarias hacia la instalación el miércoles, 6 de octubre de 2021 en Omaha, Nebraska (AP Photo/Grant Schulte)

Decenas de miles de trabajadores más han votado a favor de hacer huelga y tienen programado iniciarlas pronto. Esto incluye a 60.000 trabajadores de la producción de televisión y cine, 24.000 enfermeros de Kaiser Permanente en el norte de California y 11.000 trabajadores de John Deere en el centro del país. Entre aproximadamente 3.5000 trabajadores de autopartes de Dana, Inc., los llamados a una huelga son generalizados, pero los sindicatos patronales United Auto Workers (UAW) y United Steelworkers (USW) están manteniéndolos en el trabajo en contra de su voluntad.

La posibilidad existe para construir el mayor movimiento huelguístico en EE.UU. en varias generaciones. Esto expone las mentiras de los grupos pseudoizquierdistas desmoralizados de que los trabajadores estadounidenses son insalvablemente reaccionarios y atrasados. Los trabajadores en EE.UU. están movilizándose para ocupar su lugar en un movimiento huelguístico mundial que ya ha involucrado a millones de trabajadores en el sur de Asia y decenas de miles en Europa y Latinoamérica. En Sudáfrica, 155.000 trabajadores metalúrgicos iniciaron una huelga indefinida a principios de esta semana.

Los trabajadores están luchando contra niveles intolerables de sobretrabajo a los cuales han sido sometidos durante la pandemia, así como a los niveles salariales miserables que no se mantienen con la inflación actual de 5 por ciento en EE.UU. En las fábricas, los hospitales y las escuelas de todo el país, las condiciones laborales se asemejan cada vez más a aquellas del siglo diecinueve, trabajando como norma siete días a la semana y jornadas de 12 o incluso 16 horas.

La clase gobernante capitalista está imponiendo tales condiciones a los trabajadores como un intento desesperado de contrarrestar las consecuencias económicas de su propia respuesta criminal a la pandemia, que ha consistido en anteponer el lucro a todas las medidas de salud pública. Esto tan solo ha empeorado incalculablemente la pandemia, implicando la pérdida innecesaria de millones de vidas ante una enfermedad que podría erradicarse en cuestión de semanas; está produciendo una dislocación y desabastecimientos en toda la economía mundial.

Los desabastecimientos globales de materias primas y componentes se están volviendo endémicos y los costos de transporte se han disparado a sus niveles más altos en décadas según los contenedores se ven obligados a esperar fuera de puertos saturados por semanas. Pero lo peor de todo por mucho, desde el punto de vista de la clase gobernante, millones de trabajadores se resisten a aceptar empleos que los expongan a contagios y muertes, lo que ha impulsado un aumento en los salarios para atender la escasez de mano de obra.

La clase gobernante está intensificando sus esfuerzos, obligando a los trabajadores a laborar más allá de los límites de tolerancia humana y exigiendo que los Gobiernos de países como Nueva Zelanda y China abandonen sus estrategias de “cero Covid” de eliminar la pandemia dentro de sus fronteras. En todo el mundo, la clase capitalista está utilizando la pandemia para reestructurar las relaciones de clases y crear una “nueva normalidad” de explotación despiadada.

Los trabajadores deben desarrollar las formas de organización necesarias para unir las distintas luchas que están desarrollándose en todo EE.UU. y el mundo y para avanzarlas con base en una estrategia internacional.

Ante todo, esto significa construir la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB), iniciada en mayo por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional. Mientras que los trabajadores demuestran claramente su enorme deseo de luchar, la medida en la que podrán construir un movimiento poderoso capaz de disputar las políticas de la clase gobernante depende de su capacidad para librarse de la camisa de fuerza de los sindicatos, que están haciendo todo lo posible para suprimir las huelgas y aplicar las condiciones a las que los trabajadores se están resistiendo.

El Gobierno de Biden y el Partido Demócrata están persiguiendo una estrategia definida de corporativismo, basada en fortalecer el aparato burocrático de los sindicatos e integrarlos cada vez más estrechamente en la gerencia y el Estado. Este es el contenido de la promoción de la campaña de sindicalización de Biden en Amazon y su promesa de ser el presidente más “prosindical” en la historia estadounidense.

El sindicato docente American Federation of Teachers (AFT) ha encabezado la reapertura de las escuelas en contra de las objeciones contundentes de los maestros. La presidenta del AFT, Randi Weingarten, presuntamente estaba trabajando 15 horas al día para lograr este objetivo. El UAW está manteniendo a los trabajadores de Dana Inc. y John Deere en sus puestos después de la expiración de sus contratos, pese a que los trabajadores siguen sufriendo lesiones o contagiándose cuando no deberían estar trabajando del todo.

El UAW también negoció una cláusula ambigua en su contrato nacional con Stellantis (antes Fiat Chrysler) que obliga a los trabajadores automotores en la planta de Sterling Heights a trabajar 90 días consecutivos. El sindicato Bakery, Confectionary, Tobacco Workers and Grain Millers International Union (BCTGM), el mismo que está presente en Kellogg’s, puso fin a la huelga el mes pasado de los trabajadores de Nabisco, quienes han regresado a laborar jornadas de 16 horas.

En otras palabras, estos “sindicatos” están bloqueando las huelgas sistemáticamente o aislándolas cuando ocurren. Están aplicando contratos deficientes con aumentos salariales por debajo de la inflación, mientras conspiran con la gerencia para mantener a los trabajadores en las líneas durante una pandemia mortal. “Si quieren ganar $22 la hora, necesitan otro trabajo”, le dijo recientemente un oficial del UAW a un trabajador en una planta de Dana en Michigan.

Los sindicatos oficiales no son nada más que una fuerza policial laboral al empleo de la gerencia. Están haciendo valer las políticas de inmunidad colectiva de la clase gobernante contra los trabajadores porque tienen en juego miles de millones de dólares en acciones y miles de millones más en transferencias directas de dinero corporativo a través de sus esquemas obrero-patronales.

En 1988, analizando la globalización de la producción capitalista, el CICI predijo que la integración global de la producción global socavaría fundamentalmente la caduca orientación nacionalista y procapitalista de los sindicatos oficiales, mientras que crearía las condiciones para el desarrollo de luchas obreras internacionales tanto en contenido como en forma.

Más de tres décadas después, la clase obrera está mucho más conectada internacionalmente y es mucho más numerosa que nunca. La crisis de las cadenas de suministro en sí demuestra el grado extremadamente alto de integración internacional de la economía. Es tal que los cierres de plantas debido a brotes en un país pueden reverberar en toda la economía global. Mientras que los sindicatos les han dicho por décadas a los trabajadores de que no tienen ningún poder para luchar en contra de las empresas, están descubriendo que de hecho controlan incontables cuellos de botella de las cadenas globales de suministro y producción.

Los trabajadores necesitan realizar este potencial conscientemente y darle expresión organizada. Esto requiere la construcción de la red de comités de base bajo la bandera de la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base para vincular sus luchas con las de los trabajadores en todo el mundo.

Movilizar la fuerza de la clase obrera, la fuerza social más poderosa en todo el mundo, no solo ofrecerá la base para luchar por las políticas necesarias para erradicar la pandemia, sino también para reemplazar la anarquía y la desigualdad del sistema capitalista con una economía global socialista planificada basada en satisfacer las necesidades humanas y no el lucro privado.

(Publicado originalmente en inglés el 7 de octubre de 2021),

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