En todo el mundo, desde Norteamérica a Asia, los Gobiernos están abandonando todas las medidas para detener la propagación del COVID-19, reabriendo las escuelas, los lugares de trabajo y las aglomeraciones masivas. Para justificar estas medidas, la prensa ha promovido incansablemente la mentira de que la pandemia de coronavirus prácticamente se acabó.
La realidad es muy distinta. En los últimos siete días, se han registrado más de 620.000 casos nuevos en EE.UU. y al menos 10.000 muertes oficiales como resultado de la pandemia. A nivel global, los casos nuevos crecieron en más de 2,8 millones y casi 48.000 seres humanos fueron sumados a la cifra de muertos. Como ha ocurrido desde que apareció, el virus sigue siendo una amenaza mortal para todas las personas del planeta.
Tales cifras no previenen que el New York Times publique un artículo de opinión el jueves de Paul Krugman intitulado, “¿Qué pasa si las cosas están a punto de mejorar?”. Según Krugman, la continua pérdida colosal de vidas apenas debería ser vista como el final del “verano de nuestro descontento”, como lo planteó el columnista del Times. El hecho de que casi 86.000 personas murieran en EE.UU. entre el 21 de junio y el 22 de septiembre, incluyendo más de 160 niños, es irrelevante.
En cambio, Krugman argumenta que, dada la relativa caída en casos en EE.UU. y las limitadas exigencias de vacunación del Gobierno federal y varias corporaciones, la población “puede sentirse bastante segura volviendo a las oficinas, saliendo a comer y —lo más importante de todo— enviar a sus hijos a la escuela”. Es más, los trabajadores necesitan superar su “falta de voluntad” para “emprender actividades riesgosas” y simplemente aceptar las reaperturas y las decenas de miles de muertes prematuras que causarán.
El artículo del Times también ignora el hecho inconveniente de que aún no hay una vacuna para niños menores de 12, lo que significa que decenas de millones de bebés y niños de escuela siguen siendo vulnerables a la pandemia. Los datos de la Academia Estadounidense de Pediatría muestran que cientos de miles de niños se contagian cada semana y que aumentan sus hospitalizaciones. La enorme mayoría de estos contagios están siendo causados por lo que Krugman considera “lo más importante de todo”: enviar a los niños de vuelta a las aulas.
Tampoco considera del todo la propagación de la pandemia en otros países. Europa del Este sigue siendo una de las regiones más golpeadas por la pandemia. Polonia ha sufrido más de 11.000 nuevos casos y 175 nuevas muertes en la última semana, ambas 50 por ciento superiores a las de la semana anterior. Ucrania ha tenido un repunte similar, informando de más de 82.000 nuevos casos y casi 1.700 muertos en los últimos siete días. En Rumanía, los casos se han disparado a 89.000 cada siete días, un aumento del 28 por ciento, mientras que las muertes han subido a 1.762 por semana, un aumento del 49 por ciento.
Incluso en Alemania, a menudo aclamada como un modelo de respuesta a la pandemia en Europa, tanto los nuevos casos como las muertes han aumentado un 25 por ciento durante los últimos siete días en comparación con los anteriores. Las cifras oficiales de casos y muertes en la última semana ascendieron a 68.000 y 400, respectivamente.
Uno de los países más afectados es Rusia, donde los casos y las muertes se han disparado en las últimas semanas. Los nuevos casos diarios han aumentado en el país desde mediados de septiembre y se están acercando al máximo registrado en diciembre pasado. Como resultado de este aumento, la semana pasada se registró un récord de 6.400 muertes en el país.
Otros países que han visto aumentar su número de casos y muertes son Sudán y Somalia. En ambos países africanos, que han sufrido mucho durante muchos años como consecuencia de las intervenciones militares indirectas o directas de Estados Unidos, el número de nuevos casos registrados se ha triplicado con creces. Las muertes en ese mismo periodo se han duplicado en Sudán y se han multiplicado por más de cinco en Somalia.
Una de las muchas consecuencias de los cientos de miles de nuevos casos diarios será la aparición de variantes nuevas y más transmisibles del coronavirus, incluida la posibilidad de una que sea totalmente resistente a la vacuna. Una variante de este tipo, incluso bajo el pronóstico panglosiano de Krugman de que la pandemia está terminando en Estados Unidos, reiniciaría inevitablemente las olas de infección y muerte que los trabajadores siguen padeciendo.
La oligarquía financiera estadounidense hace caso omiso a estos peligros, centrándose en cambio en la reapertura más completa posible de la economía. La última etapa de la reapertura en Estados Unidos ha sido la reanudación de los eventos culturales masivos en persona. La Orquesta Sinfónica de Detroit, donde el año pasado los músicos se vieron obligados a aceptar un recorte salarial del 20 por ciento tras la cancelación de sus actuaciones, ha vuelto a iniciar conciertos presenciales con aforo completo. La Orquesta Sinfónica de Boston también comenzó a tener actuaciones en persona a finales de septiembre.
Se trata de un fenómeno internacional. El 11 de octubre, el Reino Unido retirará a 47 países de su lista “roja” de países a los que no se puede viajar, entre ellos focos calientes de la pandemia mundial como India y Brasil. Bali (la isla turística de Indonesia), India y Vietnam tienen previsto flexibilizar sus propias restricciones de viaje. Vietnam, que sufrió la mayor parte de sus 800.000 casos de coronavirus y 20.000 muertes por coronavirus desde julio, está comenzando los vuelos nacionales y planea reabrir completamente para la temporada turística del verano de 2022.
En Pakistán, se prevé la reapertura de todos los centros educativos a pesar de que todavía hay más de 1.200 nuevos casos y más de 30 nuevas muertes diarias.
El argumento de que este es el momento adecuado para reabrir porque los casos están disminuyendo es aún más homicida y falaz cuanto que, si bien los casos han disminuido ligeramente en Estados Unidos, la tasa de infección sigue siendo más alta que durante cualquier otro tramo de la pandemia, excepto los máximos de los pasados meses de noviembre, diciembre y enero. Y ha habido un esfuerzo sistemático, que comenzó con el entonces presidente Donald Trump y continuó con Joe Biden, para encubrir el número real de casos, incluyendo la limitación de los niveles de pruebas, un rastreo inadecuado de los contactos y la falsificación directa de los datos.
Los trabajadores también deben recordar que se han utilizado argumentos similares de que la reducción del número de casos significa que es seguro reabrir la economía. Esa fue la política federal bajo la Administración de Trump, desarrollada a raíz de los cierres iniciales en marzo de 2020. El ligero descenso de los casos en abril, combinado con las afirmaciones de que se habían almacenado suficientes equipos de protección personal y otros dispositivos críticos, como ventiladores, se utilizó a finales de abril y mayo para reabrir las plantas de automóviles y otras áreas consideradas críticas para la economía estadounidense.
Los resultados fueron previsiblemente desastrosos. Una segunda oleada en el verano provocó decenas de miles de muertes más, seguida de algunas medidas de cierre limitadas. Éstas se levantaron después de que se proclamara que el aumento de las pruebas y el desarrollo de terapias significaban que era seguro reabrir. Lo que siguió fue el pico más grave de casos y muertes visto en EE.UU. y en todo el mundo hasta la fecha.
Los trabajadores deben luchar por erradicar el COVID-19. Una primera manifestación de esta perspectiva fue la organización por parte de la madre británica Lisa Díaz de la primera huelga escolar mundial contra la reapertura insegura durante la pandemia el 1 de octubre y ha convocado una segunda. “Dado que nuestros políticos no están haciendo nada para protegernos, propongo otra huelga escolar”, declaró. “Enviemos un poderoso mensaje, un mensaje global, de que no dejaremos que nuestros hijos sean daños colaterales. No deberían ser presas fáciles”.
Esta iniciativa refleja la opinión generalizada de la clase trabajadora, expresada de una forma por el hecho de que el último llamamiento de Díaz obtuvo más de 42.000 visitas en 24 horas. Millones de personas no solo buscan que se atenúe lo peor de la pandemia, sino una estrategia con fundamentos científicos que ponga fin a casi dos años de sufrimiento y muerte innecesarios.
La base objetiva de dicha estrategia se presentará en la reunión del 24 de octubre “Cómo acabar con la pandemia: el caso a favor de la erradicación“, organizada por el World Socialist Web Site y la Alianza Internacional Obrera de los Comités de Base. Varios científicos y trabajadores presentarán el estado de la pandemia y explicarán la necesidad de erradicar el COVID-19 en todo el mundo. Todos aquellos que busquen la manera de salvar vidas deberían compartir el evento lo más ampliamente posible e inscribirse hoy mismo.
(Publicado originalmente en inglés el 10 de octubre de 2021)