Dra. Malgorzata (Gosia) Gasperowicz es una bióloga del desarrollo y una científica en la Facultad de Enfermería de la Universidad de Calgary. Ganó su máster en la Facultad Intercolegial de Biotecnología en Gdansk, Polonia, y su doctorado en la Universidad de Albert Ludvig en Friburgo, Alemania. Dra. Gasperowicz es cofundadora de CeroCOVIDCanadá, una miembro de COVIDEsAéreo, y una miembro de la Cadena Mundial de Salud (WHN, según sus siglas en inglés). Desde el inicio de la pandemia, ella ha estado analizando la dinámica de la propagación de SARS-CoV-2 y comunicando este entendimiento científico al público a través de las redes sociales y los medios tradicionales. También defiende mejores políticas de respuesta a la pandemia.
Benjamín Mateus (BM): Dra. Gasperowicz, gracias por tomarse el tiempo para esta entrevista. Su contribución en nuestro seminario web de la Science sobre la pandemia de COVID-19 era muy valiosa en proveer una explicación científica de la necesidad de erradicar el coronavirus. ¿Qué está pasando actualmente con el surgimiento en Alberta? Y quizás, para los que no están familiarizados con su trabajo, ¿podría usted empezar por decirnos por qué inició Cero COVID en Canadá, y por qué usted está abogando por la erradicación?
Malgorzata Gasperowicz (MG): Sí, por supuesto. Gracias por dejarme participar.
Pues, la situación en Alberta también es horrible, como en los Estados Unidos. El número de casos ha estado creciendo rápidamente desde el julio. Actualmente experimentamos la cuarta ola de la pandemia.
Soy miembro del grupo Protejan Nuestra Provincia Alberta. Es un movimiento de base–hay doctores, científicos, ingenieros, educadores, actores, activistas y ciudadanos interesados en el grupo–que empezó con protestas en la calle porque nuestros funcionarios públicos anunciaron que iban a detener el proceso de hacer pruebas, rastrear los casos y aislar a gente infectada. Durante dos semanas enteras, tuvimos un mitin cada día. También hemos estado haciendo unos anuncios públicos para informar al público qué está pasando y qué debemos hacer porque nuestros funcionarios sanitarios no les dicen. Pero no hicieron nada. Ellos simplemente miraban mientras los números crecían de una manera exponencial. Y ahora las unidades de cuidados intensivos están llenas de nuevo. El grupo recientemente decidió que teníamos que luchar más fuertemente, llamando por la acción. Ahí estamos ahora.
[Nuevos casos de COVID-19 en Alberta, Canadá, habían bajado rápidamente de las cimas al principio del mayo, cuando el número diario de nuevos casos había alcanzado 2.000 por día, cayendo a menos de 30 por día en el medio del julio. A pesar de este progreso, el 1º de julio, 2021, la provincia prematuramente reabrió y también decidió, más tarde, dejar de hacer de pruebas en masa y acabar los requisitos de aislamiento. A partir de ese momento, los casos han crecido de una manera super rápida, con una escalación de muertes y un sector de asistencia sanitaria al punto de la sobrecapacidad.]
En cuanto a cómo empecé a abogar por Cero COVID, soy una de las miembros cofundadoras, pero más o menos era una amalgamación de gente. En el inicio, éramos yo y tres otras mujeres charlando en Twitter, conversando privadamente sobre lo sucedido el verano pasado. Discutíamos la manera rápida en que el número de casos crecía y crecía, pero nadie estaba haciendo nada para detenerlo. Sabíamos que había que pararlo, que las cadenas de transmisiones tenían que ser contenidas; de lo contrario, seguiría creciendo de una manera exponencial. Este proceso no se iba a detener sin intervención.
Yo seguía el trabajo de profesor Yaneer Bar-Yam en ese entonces, y había otros también, y todos nos conocimos en Twitter. Una persona en este grupo, que se ha mantenido la anonimidad, también era una parte de DetenganCoronavirus y era muy activa en unir a la gente a través de las redes sociales por comentar en los chats y difundir la idea de cómo se debería detener la pandemia. Ella era capaz de comunicar con profesores distintos, epidemiólogos y especialistas en enfermedades infecciosas, explicándoles por qué “cero” era tan importante, por qué la eliminación era tan importante, y cómo alcanzarla a través de estrategias de “ zonas seguras ” y “burbujas”.
[DetenganCoronavirus es una coalición internacional de voluntarios y un núcleo de red que busca “desarrollar y promocionar soluciones basadas en la comunidad para encargados, empresas, e individuales”. La organización se fundó el 29 de febrero de 2020, por Profesor Bar-Yam, presidente del Instituto de Sistemas Complejos de Nueva Inglaterra basado en Boston, Massachusetts. Bar-Yam especializa en la investigación cuantitativa de pandemias.]
Después del verano, durante la segunda ola, mucha gente empezaba a pensar del mismo modo en la posibilidad de acabar la pandemia. Esto dio un impulso positivo a la amalgamación. Empezamos a escribir cartas a los encargados e intentamos hablar formalmente con ellos sobre estas cuestiones.
El 2 de abril de 2021, publicamos una carta abierta al primer ministro Justin Trudeau, la ministra de Salud Patty Hajdu, Dra. Theresa Tam, la Jefa de Sanidad Pública de Canadá, líderes provinciales y territoriales, explicando los peligros de la tercera ola y el fallo de las estrategias de mitigación en ese instante. Escribimos que o podríamos buscar eliminar el virus o ponernos en riesgo de encender un incendio salvaje de nuevo, lo que actualmente está sucediendo.
BM: Al escuchar a usted, me parece que la pandemia le afecta mucho. ¿Cómo es que usted se encontró involucrada con ella? ¿Cuáles son sus primeros recuerdos de ella?
MG: Poco tiempo después del medio de febrero de 2020. Yo me preparaba para ir a una conferencia científica en Italia que debía ocurrir la segunda semana de marzo. Y por supuesto, el 20 de febrero, los brotes empezaron en Bérgamo y otras villas en Italia. Supe en ese momento que no podía irme allá porque había un desastre creciente ahí. En ese momento la pandemia se hizo real para mí. Empecé a prestar la atención a dónde se difundía, y a mirar fijamente las curvas [epidemiológicas]. Primero en Italia y luego en la Francia, reconociendo que muy pronto llegaría en Canadá.
Inmediatamente empecé a bombardear a políticos con cartas advirtiéndoles qué estaba en curso, y que seguíamos esta trayectoria con exactamente el mismo crecimiento rápido que en Italia y la Francia. La única diferencia era que nosotros tardábamos unas cuantas semanas. Lo que sucedía ahí iba a suceder aquí. Envié esas cartas a muchos miembros de la asamblea provincial legislativa y a todos los consejeros municipales en Calgary.
BM: ¿Es su especialidad la epidemiología?
MG: No, no. Soy bióloga del desarrollo. No he tenido entrenamiento en la epidemiología. Pero analizando la propagación de COVID-19 es muy similar a los datos que yo investigaría durante las investigaciones que conduzco. Sin importar si fuera el peso de embriones y placentas en los ratones, o el número de células que crecen en una placa de Petri, o el número de infecciones de COVID-19 en una región particular, el análisis y el enfoque son similares. Lo común que hay entre todos esos ejemplos es el asunto del tiempo, que me deja ver la dinámica del crecimiento o descenso. Empleo las mismas herramientas que empleaba durante el estudio por mi máster en la biotecnología. Mi tesis se trataba de la cinética de enzimas.
BM: Permítame leer una cita del discurso de Presidente Biden antes de hacer la próxima pregunta. Él dijo, “Una minoría distinta de americanos y funcionarios elegidos no nos permiten seguir adelante. Estas políticas de la pandemia le enferman a la gente, causando que personas no vacunadas se mueran. No podemos permitir que estas acciones nos prevengan de proteger a la vasta mayoría de americanos que han hecho su parte y quieren volver a la normalidad”. ¿Cómo respondería usted a esta afirmación, y es posible, como él implicó, acabar la pandemia solo con vacunas?
MG: No, es imposible. La variante Delta es dos veces más transmisible que la original. Y no tenemos una vacuna esterilizante [que se trata de la habilidad de la vacuna de generar una respuesta inmunológica para detener que un patógeno, los virus incluidos, se reproduzca dentro del cuerpo. Por ejemplo, la vacuna contra la viruela provee una inmunidad esterilizante]. Las vacunas no son 100 por ciento eficientes contra la transmisión, algo que significa que incluso si vacunáramos a 100 por ciento de la población, seguiríamos viendo la transmisión en la comunidad con esta cepa super transmisible.
Asumamos, y ésta es una aproximación cercana, que la vacuna es 60 por ciento eficiente contra la transmisión. Si quisiéramos detener la propagación del virus, reducir su número de crecimiento reproductivo a uno y alcanzar el límite de la inmunidad colectiva, tendríamos que vacunar a 140 por ciento de la población, algo que es imposible matemáticamente. Es decir, volver a la normalidad empleando una estrategia que solo se trata de la vacunación es imposible si, al mismo tiempo, la sociedad opera como si todavía fuese 2018, donde todo está abierto completamente.
Con tal estrategia, el coronavirus todavía propagaría muy rápidamente mientras iba mutándose. Si el virus no se mutara, quizás podríamos salirnos con el nuestro por la administración de inyecciones de refuerzo. Pero porque muta, evoluciona y se hace cada vez más capaz de su propósito natural, estamos lidiando con una situación imposible si nos confiamos solo en las vacunas.
Por permitir que se propague entre la gente vacunada, estamos aplicando presiones evolucionarias sobre el virus a aprender a evadir la inmunidad establecida por vacunación. Y mientras va haciéndose cada vez mejor en evadir la inmunidad, las vacunas que actualmente empleamos se harán ineficientes incluso en el asunto de protegernos de enfermedades severas.
BM: Las palabras eliminación, erradicación y mitigación tienen un significado muy específico cuando se trata de la salud pública. ¿Podría usted definirlas para que los lectores entiendan cómo se aplican en la discusión presente?
MG: La eliminación es detener la transmisión en la comunidad dentro de cierta área geográfica. Esto significa bajar el número de casos derivados localmente a cero. Aunque todavía puede llegar desde afuera, no está transmitiendo activamente en una región. Cuando se usa como una estrategia, la eliminación significa que los encargados propongan políticas para detener la transmisión comunitaria, y si infecciones vengan desde afuera, éstas se resuelvan rápidamente para hacer que los números se bajen de nuevo a cero.
La erradicación es cuando eliminamos el patógeno u organismo biológico dado del planeta, excepto, quizás, de los laboratorios científicos donde los estudiamos. Pero no existe en ninguna población en la Tierra.
Y luego, hay la mitigación, que intenta imponer medidas de salud pública temporales y controles diferentes para desacelerar la propagación. Es esencialmente una estrategia reactiva usada para prevenir que el virus abrume los sistemas médicos.
BM: ¿Es China un país que está empleando la eliminación como una estrategia?
MG: Sí, China es un ejemplo de eso. En las provincias atlánticas de Canadá también. Nueva Zelandia y unos de los estados australianos. Pero ahora, hay regiones en Australia bajo una presión intensa de adoptar estrategias de la mitigación que hacen que los números se suban. [Casos en Australia han estado creciendo de una manera exponencial durante mucho del julio y del agosto, subiendo a promedios de siete días de 1.700 por día, primariamente a causa de la variante Delta.]
Esencialmente cada país occidental emplea una estrategia de mitigación para contener el virus. Esto significa que los encargados están permitiendo que el virus se propague hasta que pongan en riesgo la capacidad del sistema médico, forzando que reduzcan el número de casos, y hospitalizaciones, e ingresos en la UCI. Pero es solo cuando se toman estas medidas más fuertes. Y tan pronto como los números se bajen, reabren, eliminando todas las restricciones, y el virus empieza a propagarse otra vez, abrumando los hospitales de nuevo.
Recuerdo mirar con horror después de la primera ola en mi provincia en Alberta cuando los casos habían alcanzado solo diez por día. El gobierno decidió relajar todas las restricciones y reabrir. Si hubiéramos persistido durante un solo mes más con las mismas medidas, podríamos haber hecho que los casos alcanzasen “cero”, podríamos haber parado la transmisión en la comunidad. Pero decidieron reabrir, y supe que las infecciones iban a comenzar a crecer de nuevo. Y sí empezaron a crecer casi inmediatamente, aunque lentamente en el inicio. Luego había la segunda ola masiva después de que las escuelas reabrieron y la gente volvió de sus vacaciones veránales.
Temprano, mientras los brotes sólo estaban sucediendo en Europa, yo intentaba explicar a la gente por qué el concepto de “cero” era tan importante, pero creo que fallé. En el inicio, pensé que no tenían la información correcta y no estaban considerando el asunto con bastante seriedad. Y pensé que los encargados, como personas individuales, necesitaban información correcta. Entonces les escribí emails y les envié cartas explicando las matemáticas detrás del asunto, esperando que los leerían, y entenderían los peligros. Quería que se diesen cuenta de que había que controlar el viaje, imponer cuarentenas obligatorias para viajantes de todos los lugares–de Italia, Europa, y no solo de Wuhan, China–y eso podría haber prevenido el inicio de la pandemia aquí.
Cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia, los encargados empezaron a emplear medidas de emergencia. Era como una palabra mágica–pandemia. Las medidas comenzaron a funcionar inmediatamente, haciendo que la curva se bajara, el número de casos incluido. Luego pensé, “Por fin lo resolverán. Encontraremos la manera de acabar esta pandemia”. Pero luego, en mayo, justo antes de la reapertura, empezaron a decir, “Tenemos que aprender a vivir con el virus”. Y esto me asustó… [Pausa]
Intento averiguar la manera más adecuada para expresar mis pensamientos. La Segunda Guerra Mundial se me ocurrió mientras hablaba. Soy de Polonia, y mi abuela vivía durante la guerra. Me contaba historias de la ocupación alemana.
Es como si un enemigo estuviese invadiendo a su país. Pero su gobierno le dice, “Lo siento, pero tenemos que aprender a vivir con esto. Van a matar a unas personas, quizás no a todos, no al mismo tiempo. Si solo es gradual, pues, está bien”.
Ésta fue la asociación inmediata que se me ocurrió cuando nos dijeron que teníamos que aprender a vivir con el virus. Se rendían. Este virus es un enemigo, y ellos esencialmente estaban diciendo que si matara a unas personas sin abrumar los hospitales, todo estaba bien. Ése es un mensaje horrible.
BM: Es una gran comparación y una que yo creo muy apropiada. Dado que hemos visto estos patrones de respuesta recurrentes en Canadá, los Estados Unidos, y por todo Europa, ¿qué le indica a usted sobre la sociedad capitalista y los encargados de los gobiernos?
MG: Pues, es un hecho muy triste. Es algo que yo preferiría no haber aprendido sobre la sociedad. Es una comprensión aterradora que vivimos en un mundo que es tan disfuncional e indiferente. Creí que el Occidente había completado sus deberes. Pero no lo había hecho, y eso es horrible.
Por ejemplo, después de la primera ola devastadora que mató a tantas personas, el mensaje fue que estaba bien porque mayormente eran personas de mayor edad que fallecían. Fue terrible. El mensaje fue “no nos importan estas personas, no las necesitamos”.
Este sentimiento ha estado presente en Europa durante los últimos 20 años. De vez en cuando, uno podría leer titulares declarando que tenemos un desastre demográfico en Europa; La gente envejece; ¿Qué vamos a hacer con los planes de pensión costosos y tales cosas? Estaban planteando la idea de que una población envejeciente es un problema social. Y luego vino el virus que mágicamente resolvió su dilema.
En vez de respetar a los de mayor edad y protegerles, hemos dejado que el virus los asesine. Si el virus matara a la gente de 20 o 40, quizás habríamos visto el fin de la pandemia dentro de unas semanas. Si lo hubieran considerado en serio. Pero porque aniquilaba a los de mayor edad, nadie reaccionó rápidamente ni lo consideró en serio. Incluso ahora, el virus mata a más gente de mayor edad que cualquier otro grupo etario.
También, hay una gráfica maravillosa de un reporte hecho en Ontario–hace varios meses–se la enviaré–pero examinaron la distribución de ingresos de infecciones de COVID. Específicamente, cuántas infecciones ocurrían según una escala de ingresos por hogar. El grupo más alto incluido en la investigación ganaba más de $150.000 al año. La tasa de infecciones en este grupo era mínima, mientras la tasa de infecciones en el grupo que ganaba menos de $30.000 por año era cinco o seis veces más alto si recuerdo correctamente.
Otra investigación demostró que más gente con un estatus socioeconómico bajo estaban siendo infectada, ingresada en hospitales y muriéndose en comparación a grupos privilegiados.
Sin embargo, los que ganaban más de $150.000 por año son los que hacen las decisiones en la lucha contra la pandemia. Estos encargados que viven en burbujas de cero COVID están diciendo al resto de la población que cero COVID es imposible, que debemos aprender a vivir con las consecuencias del virus. No se dan cuenta del nivel de su privilegio, que la realidad suya es una completamente distinta que la de la mayoría de la gente. Son completamente separados de este problema.
Decir a alguien que gana más de $300.000 que aprenda a vivir con el virus es muy diferente que decir lo mismo a alguien que gana menos de $30.000 cada año. Por ejemplo, una madre soltera que tiene que hacer un trabajo precario, quizás dos trabajos para pagar todo, está completamente inmersa en la pandemia, mientras los privilegiados que están protegidos por su riqueza pueden vivir sin la amenaza del virus.
Fin de la primera parte
(Artículo publicado originalmente en inglés el 14 de septiembre de 2021)