La clase dominante alemana está aprovechando el 65º aniversario del ejército alemán (Bundeswehr) para intensificar su agresivo impulso por un retorno del militarismo. En una entrevista en el programa Morgenmagazin de la emisora pública ARD, la ministra de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer, pidió un aumento importante en el gasto militar a pesar de la pandemia de coronavirus. Los medios de comunicación están intensificando su propaganda a favor del militarismo y la guerra, y los representantes de todos los partidos parlamentarios emitieron declaraciones oficiales declarando su apoyo total al ejército.
En su discurso para conmemorar el 65º aniversario de la fundación de la Bundeswehr, el presidente Frank-Walter Steinmeier trató de encubrir las raíces militaristas y el carácter belicoso del ejército, y presentarlo como garante de la libertad, la democracia y la paz. Pero su afirmación de que la Bundeswher no tiene nada que ver con “el papel malsano del militarismo alemán” y los antecedentes criminales de la Wehrmacht es tan deshonesta hoy como lo era hace 65 años.
En su fundación el 12 de noviembre de 1955, la Bundeswehr se llamó la Nueva Wehrmacht, y por una buena razón. No se le cambió el nombre hasta 1956. Los 44 generales y almirantes que prestaron juramento en 1957 procedían de la Wehrmacht de Hitler, sobre todo del Estado mayor del ejército. De los 14.900 soldados profesionales que componían el cuerpo de oficiales en 1959, 12.360 eran oficiales de la Wehrmacht, 300 de los cuales procedían de la dirección de las SS.
La clase dominante intentó durante un período prolongado ocultar esta continuidad. Sin embargo, desde que el Gobierno federal anunció el fin de las limitaciones militares en la Conferencia de Seguridad de Múnich en 2014, las tradiciones funestas de la élite gobernante alemana y su ejército han emergido cada vez con mayor claridad. Como fue el caso durante el Imperio alemán y bajo los nazis, el ejército se convertirá en la pieza central de la sociedad y la Bundeswehr se transformará en una máquina de guerra capaz de defender los intereses imperialistas alemanes en todo el mundo.
El discurso de Steinmeier no dejó ninguna duda al respecto. La Bundeswehr “expresa nuestra voluntad de defendernos y es un instrumento importante en nuestra capacidad para hacerlo”, declaró Steinmeier. “A pesar de todos los cambios en las últimas décadas, la Bundeswehr seguirá siendo esencial para nuestro país en el futuro”. Procedió a explicar lo que quería decir con esto: guerras en el extranjero e importantes despliegues militares a nivel nacional.
“E incluso bajo el presidente Biden, Europa no será tan importante para Estados Unidos como solía serlo”, agregó Steinmeier. “Con respecto a la política de seguridad, considero que nuestro país tiene una doble responsabilidad”. Con esto quiso decir el desarrollo de una política de gran potencia independiente para Europa bajo el liderazgo alemán, y un papel más fuerte para Berlín dentro de la OTAN. “Para Alemania, el desarrollo de una UE capaz de actuar en política de defensa es tan urgente como la expansión del pilar europeo de la OTAN”, continuó Steinmeier. Alemania debe “hacer todo lo posible para fortalecer a Europa”.
Para financiar estas políticas, la gran coalición planea aumentar el presupuesto militar, que ya se incrementó el año pasado en un 10 por ciento. “Esto costará más”, reconoció Steinmeier. Los soldados “tienen derecho a estar equipados con el mejor equipo posible que este país les pueda proporcionar, equipo que les brinde la mejor protección posible y les permita cumplir con la misión definida por el ámbito político”.
La misión es esencialmente la misma que bajo el emperador alemán y la dictadura nazi: la aplicación militar de los intereses económicos y geoestratégicos del imperialismo alemán en todo el mundo. La propaganda para justificar esto dice así: “Necesitamos la Bundeswehr porque Alemania debe asumir la responsabilidad de su propia seguridad, porque hemos asumido la responsabilidad de nuestros vecinos y aliados, así como ellos asumen la responsabilidad de nuestra seguridad; porque el mundo que nos rodea está cambiando, y no siempre de la forma que queremos...”.
La clase dominante es muy consciente de que después de dos guerras mundiales catastróficas durante el siglo pasado, la población se opone ampliamente al regreso del militarismo y la guerra. “Guerra, combate, coraje, heridas, trauma, muerte, alemanes armados, y ni hablar de alemanes que luchan en otros países, estos son temas que preferimos barrer bajo la alfombra. No nos gusta hablar de estas cosas, y cuando lo hacemos, suele ser para expresar críticas”, se quejó Steinmeier, antes de añadir amenazadoramente sobre “una incomprensión mutua entre los soldados y la sociedad. No podemos simplemente aceptar este estado de cosas”.
Steinmeier y la clase dominante exigen que toda la población se identifique con el militarismo. Las vivencias de “los soldados que… sirvieron en combate, donde fueron heridos física o psicológicamente… forman parte de nuestras vivencias. Sus batallas son nuestras batallas, aunque sea porque la paz prevalece aquí en Alemania”, afirmó Steinmeier. “Esto no es simplemente algo que podemos esperar de nuestra sociedad. También debería ser importante para nuestra sociedad. La sociedad te debe esta empatía e interés”.
Las implicaciones de esto son claras. Como en vísperas de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, toda oposición a la guerra debe ser criminalizada. En cambio, se debe revivir el culto a los soldados y héroes. Steinmeier evocó esto cuando participó como ministro de Relaciones Exteriores en 2007 en una ceremonia en honor a tres soldados alemanes que fueron asesinados en Afganistán. “Nunca conocí a ninguno de estos tres hombres”, dijo. “Pero me paré ante sus ataúdes en Kunduz, donde dos de sus camaradas montaban guardia de honor. … Es deber de todos recordarlos con respeto y gratitud”.
El discurso de Steinmeier es una advertencia. Puede distanciarse en palabras de la Wehrmacht y los nazis. Sin embargo, el contenido de lo que dice y hace muestra que la élite gobernante mantiene estas mismas tradiciones y está respondiendo a la crisis cada vez más profunda del capitalismo y a la creciente oposición de la clase trabajadora recurriendo al militarismo y al fascismo, tal como lo hizo durante el 1930.
Ya después de la entrada del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD, siglas en alemán) en el Parlamento en septiembre de 2017, Steinmeier utilizó su discurso para conmemorar el Día de la Unidad Alemana para promover la cooperación política con los extremistas de derecha. Luego, a fines de noviembre de 2017, invitó a los líderes de la AfD en ese momento, Alexander Gaulland y Alice Weidel, al palacio Bellevue para conversar. La militarización y el impulso a la guerra que ahora ha proclamado desde el mismo lugar fortalecerán aún más a las fuerzas fascistas, incluidas las de la Bundeswehr, no las debilitarán.
(Publicado originalmente en inglés el 16 de noviembre de 2020)