Diez meses desde el inicio de la pandemia de COVID-19 en los EE.UU., diariamente se producen récords de nuevos casos a medida que el virus brota sin control en las fábricas, los lugares de trabajo, las escuelas y las comunidades.
La escala de enfermedad y muerte es asombrosa. El miércoles, los nuevos casos alcanzaron otro máximo, con más de 144.000 casos reportados, según el Proyecto de Seguimiento de COVID.
Más de 1.400 personas murieron ayer a causa del COVID-19, alcanzando un nivel no visto desde principios de agosto. Se espera que las muertes se disparen cuando los hospitales comiencen a saturarse. En El Paso, Texas, los cuerpos se han apilado a tal punto que se han establecido seis morgues móviles, y se están preparando cuatro más.
Los expertos advierten que, para fines del año, cerca de medio millón de personas podrían haber muerto, ya que la tasa de mortalidad aumenta en consonancia con el número de casos.
Las políticas homicidas de la oligarquía capitalista, que exigen subordinar la preservación de la vida humana a la generación de ganancias, han provocado una catástrofe. El desastre que se avecina para millones de trabajadores no puede evitarse sin medidas de emergencia. ¡Los trabajadores deben exigir el cierre inmediato de la producción no esencial, con una compensación total por los salarios perdidos!
A cada paso, los intereses de lucro de las grandes corporaciones y los bancos están bloqueando las medidas urgentes para controlar la pandemia y salvar vidas.
Cada vez está más claro que los lugares de trabajo industriales y de otro tipo son los principales vectores de transmisión del virus, a pesar de las mentiras de los ejecutivos de las empresas y los funcionarios sindicales de que existen protocolos de seguridad eficaces. Aproximadamente un tercio de los brotes que se han producido en Illinois desde el 1 de julio han sido rastreados por el estado hasta las fábricas y los lugares de trabajo. En datos adicionales recopilados por el estado pero mantenidos en secreto hasta que se filtraron a la prensa, se reveló que los brotes se produjeron en una amplia franja de empleadores corporativos, incluidos los fabricantes de automóviles Ford y Fiat Chrysler; los gigantes de la logística y entrega Amazon, UPS y DHL; y los productores de carne y alimentos JBS, Frito Lay, Smithfield y Tyson.
Al otro lado de la frontera estatal de El Paso, la empresa empacadora de carne Stampede Meat está demandando al estado de Nuevo México en un esfuerzo por reabrir, buscando anular la orden del departamento de salud de cerrar por dos semanas por un nuevo brote de casos entre los trabajadores a finales de octubre, con 100 trabajadores que ya han dado positivo en la planta durante todo el año. En su demanda, la empresa cita la orden ejecutiva de abril del presidente Trump que estipula que los productores de carne pueden permanecer abiertos en virtud de la Ley de Producción de Defensa.
Nuevas investigaciones demuestran que las oficinas y las escuelas también presentan riesgos significativos de transmisión. Los empleados adultos que dieron positivo al COVID-19 tenían el doble de probabilidades de ser trabajadores regulares en estos lugares que aquellos que dieron negativo, según un estudio publicado por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. la semana pasada.
Las empresas, los sindicatos, los medios de comunicación corporativos y los funcionarios locales, estatales y federales están bloqueando una imagen precisa, detallada y completa de la propagación de la pandemia en los lugares de trabajo. Todos los capitalistas y sus defensores temen que, si se pusiera a disposición de los trabajadores la información de la extensión del virus y su amenaza inminente, se rebelarían de forma abrumadora y se negarían a trabajar, como ocurrió en la ola de huelgas salvajes que condujo al cierre de la industria automovilística y otras empresas no esenciales en marzo.
La información que ha salido a la luz sobre la propagación del virus en las fábricas de automóviles pone en evidencia las mentiras de las empresas y sus cómplices del sindicato United Auto Workers de que las plantas son seguras. Docenas y docenas de casos han sido reportados por trabajadores en los últimos días en plantas, como en la fábrica de ensamblaje y estampado de Fiat Chrysler (FCA) en Sterling Heights y la planta Jefferson North en el área de Detroit, la planta de transmisiones en Tipton de FCA y la planta de autopartes de Faurecia Gladstone en Indiana, además de grandes brotes reportados anteriormente en la planta de General Motors en Wentzville, Missouri, la Planta de camionetas de Ford en Kentucky, y muchas otras.
Si no fuera por los esfuerzos independientes de los trabajadores, que han empezado a organizar comités de seguridad de base en colaboración con el World Socialist Web Site y el Partido Socialista por la Igualdad, poco o nada de información habría surgido sobre el número de casos y el flagrante desprecio hacia la seguridad por parte de las empresas y los sindicatos.
A diferencia de la primavera, cuando los brotes se centraron en la ciudad de Nueva York y otras grandes zonas urbanas, la pandemia está ahora brotando en prácticamente todo Estados Unidos, tanto en sectores urbanos como rurales. Un total de 42 estados se encuentran en la “zona roja” de nuevos casos, según el último informe del grupo de trabajo sobre el coronavirus de la Casa Blanca, lo que significa que tuvieron una tasa de más de 100 personas que dieron positivo por cada 100.000 residentes en la semana pasada. “Hay una continua y acelerada propagación comunitaria en la mitad superior del país”, escribió el grupo de trabajo, con “la propagación más extendida experimentada hasta la fecha”.
Aunque no se vislumbra el fin del aumento exponencial de casos, los hospitales y los sistemas de salud están a punto de verse desbordados y se enfrentan a una escasez generalizada de personal y recursos.
Las hospitalizaciones en todo el país alcanzaron ayer un nuevo pico de 65.368, con 3.404 pacientes más hospitalizados que el día anterior. Algunos hospitales en los estados más afectados del país, incluyendo las Dakotas, Wisconsin y Iowa, ya están a tope, e Illinois se quedará sin camas de UCI para el día de Acción de Gracias. Al mismo tiempo, se avecina una nueva explosión de casos está en la costa este, con un índice de 19 por ciento de positividad en las pruebas reportadas la semana pasada en Newark, la ciudad más grande de Nueva Jersey.
Las corporaciones y el Gobierno están llevando a cabo un vasto crimen social. Los trabajadores se ven amenazados por el desempleo, la falta de vivienda y el hambre si no continúan trabajando en fábricas y lugares de trabajo no esenciales y exponiéndose al virus mortal, todo para garantizar que no cese la generación de ganancias para la clase dominante.
Tanto los demócratas como los republicanos están de acuerdo en que la producción no esencial debe continuar, y una Administración de Biden, si asume el cargo, estará igual de decidida a mantener abiertos los negocios. La misma política subyacente a favor de las empresas se está aplicando en Europa, donde los Gobiernos de todas las tendencias políticas han garantizado que las actividades industriales y las escuelas permanezcan abiertas, lo que ha dado lugar a un crecimiento explosivo similar de casos.
El resultado de estas políticas criminales es una catástrofe total que, por terrible que sea ahora, va a empeorar hasta un grado casi inimaginable. Las peores pesadillas de los expertos en enfermedades infecciosas se están haciendo realidad.
Si la clase obrera no toma medidas, cientos de miles de vidas solo en los EE.UU. se verán amenazadas y muchas más en todo el mundo.
Para salvarse a sí mismos y a sus seres queridos, los trabajadores deben tomar el asunto en sus propias manos. Los comités de seguridad de base deben ser ampliados y organizados para preparar huelgas y cerrar las plantas, almacenes y otros lugares de trabajo no esenciales. Si los gobernadores y los funcionarios estatales y federales no cierran las plantas para proteger vidas, los trabajadores deben hacerlo.
Los comités de seguridad deben cerrar los lugares de trabajo no esenciales y las escuelas, así como exigir una compensación total y seguridad de ingresos mientras la pandemia no esté bajo control. En los lugares de trabajo esenciales, como de producción de alimentos y suministros médicos, se deben implementar medidas de seguridad efectivas, supervisadas por los comités de seguridad de los trabajadores en consulta con expertos en salud pública y enfermedades infecciosas. Debe llevarse a cabo una redistribución masiva de la riqueza, destinando los recursos a la realización de pruebas universales, la localización de contactos, servicios médicos gratuitos para todos y el apoyo social a los desempleados.
La realización de esas medidas necesarias para salvar vidas requiere la movilización política independiente de la clase obrera en una lucha contra el sistema capitalista, el cual subordina todas las necesidades sociales, incluso la vida misma, al lucro.
(Publicado originalmente en inglés el 12 de noviembre de 2020)
Leer más
- ¡Construyan comités de base en las fábricas y lugares de trabajo para prevenir la transmisión del COVID-19 y salvar vidas!
- Según el COVID-19 brota en todo el mundo, los Gobiernos anteponen las ganancias a las vidas
- Coronavirus spreading out of control at Sterling Stamping Plant: A case study of infections in the US auto industry