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Perspectiva

El Boletín de Científicos Atómicos advierte de “guerra nuclear que termine con la civilización”

El miércoles, el legislador estadounidense Adam Schiff, desde el plenario del Senado en el segundo día del juicio político contra el presidente Donald Trump, dijo “Estados Unidos le ayuda a Ucrania y a su pueblo para que podamos combatir a Rusia allá y no tengamos que combatir a Rusia aquí”.

A la mayoría de la población estadounidense, le sorprende la afirmación de que “nosotros” estamos combatiendo a Rusia.

Por varios años, la prensa se ha burlado de que haya un peligro de una guerra entre EE. UU. y Rusia o China, llamándolo una “teoría de la conspiración”. Pero Schiff no solo planteó el combate entre EE. UU. y Rusia como una posibilidad, sino como un hecho.

Archivo: En esta fotografía del 15 de abril de 1997, los experimentados pilotos Mark Pacis, izquierda, y Christopher Carver, colocan una ojiva nuclear renovada sobre un misil balístico intercontinental (ICBM) Minute III dentro de un búnker bajo tierra en Scottsbluff, Nebraska. Para mediados de los 2010, se creía que EE. UU. había desplegado 500 ojivas nucleares sobre 450 ICBM [crédito: AP Photo/Eric Draper] [/comment] [AP Photo/Eric Draper]

Estados Unidos y Rusia poseen 6.000 armas nucleares cada uno. Solo una fracción de estas armas sería suficiente para matar a miles de millones y destruir la sociedad humana. En otras palabras, una guerra entre ambos países sería un desastre catastrófico.

Pero aún así, toda la élite política, desde los demócratas con su histeria antirrusa hasta Trump con su matonismo contra todo el mundo, está preparándose para un conflicto militar a una escala no vista desde la Segunda Guerra Mundial.

El jueves, el Boletín de Científicos Atómicos, que ha actualizado por más de siete décadas el “Reloj del juicio final” advirtió que la civilización humana está más cerca de la medianoche, es decir, de su destrucción total, que en cualquier otro periodo en la historia, incluyendo la crisis de misiles en Cuba en el ápice de la Guerra Fría.

“Una guerra nuclear que termine con la civilización, sea iniciada por diseño, un accidente o una simple comunicación equivocada, es una posibilidad auténtica”, dijo el grupo en su reporte anual. “Cualquier creencia que la amenaza de una guerra nuclear ha sido derrotada es un espejismo”.

Añade: “[L]a infraestructura política internacional para controlar el riesgo existencial se está degradando, dejando al mundo en una situación de alto y creciente peligro. Los líderes globales no están respondiendo apropiadamente para reducir este nivel de peligro y contrarrestar el vaciamiento de las instituciones políticas internacionales, las negociaciones y los acuerdos que buscan contenerlo. El resultado es un riesgo mayor de desastre”.

El año pasado, Estados Unidos se retiró del tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés), que prohibía el despliegue de misiles de tierra, incluyendo misiles nucleares, con rangos entre 500 y 5.500 kilómetros.

Encabezados por EE. UU., las potencias nucleares en el mundo están expandiendo masivamente y modernizando sus arsenales. En diciembre, EE. UU. probó un misil balístico que habría violado el tratado.

Estas decisiones son parte de los preparativos de EE. UU. para lo que el secretario de Defensa, Mark Esper, llamó “conflictos de alta intensidad contra competidores como Rusia y China”.

La más reciente prueba de misiles se produjo tan solo días después de que los demócratas de la Cámara de Representantes votaran a favor de un presupuesto militar masivo que eliminaba el lenguaje que limitaba la habilidad del Gobierno de Trump para desarrollar y desplegar nuevas armas nucleares, mientras le entregaba al presidente el mayor presupuesto militar en la historia del país.

Después de retirarse del tratado INF en agosto, la Casa Blanca de Trump ha avanzado rápido hacia implementar un plan de $1 billón para expandir, “modernizar” y miniaturizar el arsenal nuclear de E.E UU., colocando las fuerzas nucleares de EE. UU. efectivamente en alerta instantánea.

La expansión de las fuerzas nucleares de EE. UU. es un factor central en el reenfoque del Gobierno de Trump hacia preparativos para un “conflicto de grandes potencias” con Rusia y China, en línea con esta doctrina anunciada en 2018, que afirma que “la competición estratégica interestatal, no el terrorismo, es ahora la principal preocupación de la seguridad nacional de EE. UU.”.

Elbridge A. Colby, uno de los principales autores de la Estrategia de Defensa Nacional publicada por el Pentágono en enero de 2018, comentó en Foreign Affairs:

Cuando los historiadores del futuro vean atrás a las acciones de EE. UU. a principios del siglo veintiuno, por mucho el relato más consecuencial será la forma en que Washington giró su atención a la competición entre grandes potencias.

Era tiempo de llamar la espada una espada. El Gobierno de Trump, más realista y franco que sus predecesores, hizo precisamente eso. “Trump”, como señaló Henry Kissinger al Financial Times en 2018, “puede que sea una de esas figuras en la historia que aparece de vez en cuando para marcar el fin de una era y la obliga a abandonar sus viejos pretensos”.

El ejército estadounidense ha dejado en claro que su preocupación subyacente hoy es cómo defender efectivamente a Taiwán, los Estados bálticos, y otros lugares similares contra un ataque potencial de China o Rusia.

Queda en claro que cualquier conflicto como tal amenaza con convertirse en una guerra nuclear. El año pasado, Colby escribió un artículo intitulado “Si quieres paz, prepárate para una guerra nuclear” en Foreign Affairs. Indicó:

Los riesgos de una política de confrontación nuclear son enormes, pero también lo son las ganancias de una ventaja nuclear sobre un oponente.

Cualquier confrontación futura con Rusia y China podría tornarse nuclear… En un conflicto más difícil e incierto, cada contendiente podría estar tentado a recurrir a su sable nuclear para aumentar las apuestas y poner a prueba la resolución del otro bando, incluso solo para seguir el combate.

“La mejor forma de evitar una guerra nuclear”, continuó Colby, “es estar listo para combatir una limitada”. En este mundo peligroso, los “oficiales estadounidenses” necesitan demostrar que “EE. UU. está preparado para realizar operaciones nucleares limitadas y efectivas”.

Todas estas políticas son desquiciadas y aquellos promoviéndolas son criminales. Pero la universalidad de estos planes —el hecho de que toda potencia grande se está armando— deja en claro que dicha locura no corresponde a individuos, sino a una clase social y un orden social. Es un síntoma de la crisis del sistema capitalista, la causa de raíz de las guerras y los ataques contra los derechos democráticos.

Pero, en todo el mundo, la clase obrera, la única fuerza social capaz de detener el resurgimiento de la barbarie capitalista, está involucrada en una ola de huelgas y levantamientos sociales. Es urgentemente necesario que los trabajadores entren en lucha contra la desigualdad social para asumir la lucha contra la guerra imperialista como una parte crucial e inseparable de la lucha por el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 24 de enero de 2020)

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