El gigante de las redes sociales, Facebook, ha llevado a cabo una importante intensificación de la campaña para censurar el Internet el lunes, eliminando la página de evento oficial de una manifestación antifascista prevista para el 12 de agosto en Washington D. C., alegando que estaba implicada en “conducta coordinada no auténtica”.
El evento, titulado “No Unite the Right 2 – DC”, estaba previsto como contraprotesta a una manifestación fascista convocada para el 12 de agosto por los organizadores del acto nazi del año pasado en Charlottesville, Virginia, durante el cual un ultraderechista asesinó a la contramanifestante Heather Heyer.
Entre los organizadores de la manifestación está Chelsea Manning, la denunciante que fue encarcelada y torturada durante seis años por la administración de Obama por revelar crímenes de guerra estadounidenses. Manning le dijo al New York Timesque la manifestación era “real y orgánica”, y declaró “La gente de D. C. y de Charlottesville lleva desde febrero hablando de esto”.
Aunque Facebook cierra eventos, grupos y páginas de izquierdas con creciente regularidad, esta última medida es particularmente significativa tanto a causa de su envergadura —una manifestación importante que probablemente lleve un gran número de participantes— como porque Facebook ha alardeado públicamente de ello.
El cierre de la página de evento fue el plato fuerte de un post en un blog publicado el martes por Facebook delineando sus esfuerzos por aplicar mano dura a los grupos que se proponen “sembrar la división utilizando las redes sociales” antes de las elecciones de 2018. Además de cerrar la página de evento de la manifestación, Facebook anunció que había cerrado otras 32 páginas, incluyendo unas que se oponían a la violencia policial y que defendían los derechos de los inmigrantes.
El anuncio fue presentado como la continuación del anuncio de la compañía de septiembre de 2017 de que páginas de Facebook “vinculadas a Rusia” compraron publicidad por valor de unos $100.000 relacionada con “temas sociales divisivos”. Además de servir como pretexto para nuevas grandes medidas de censura por parte de Facebook, el anuncio de 2017 estaba conectado con alegaciones por parte del Partido Demócrata de que el presidente Trump “se confabuló” con el gobierno ruso para ganar las elecciones de 2016.
Sin embargo, con la campaña anti-Rusia de los demócratas cada vez más empantanada por la amarga lucha faccional en Washington, parece que esas secciones del aparato estatal que dirigen el impulso para censurar el Internet tienen la esperanza de desmarcar sus esfuerzos de las alegaciones de “intromisión” rusa.
Facebook y su saliente Oficial Jefe de Seguridad Alex Stamos declinaron explícitamente atribuir las afirmaciones al gobierno ruso. “Hoy estamos cerrando 32 Páginas y cuentas implicados en conducta coordinada no auténtica sin decir que un grupo o país en particular sea el responsable”, escribió Stamos en un post que acompañaba su anuncio.
Mientras los supuestos anuncios “rusos” descritos por Facebook en 2017 incluían declaraciones en apoyo de ambos lados del espectro político, el último lote de páginas cerradas eran todas de izquierdas, incluyendo a las que se oponen a la violencia policial, a los ataques a los derechos de los inmigrantes, y a las políticas derechistas de la administración Trump.
El lunes, un día antes de que Facebook anunciara que había cerrado la página, la compañía entregó su más reciente lista negra al Consejo Atlántico, un destacado centro de estudios militar. Su análisis deja claro que Facebook puso deliberadamente en la mira a grupos de izquierdas.
El informe del Consejo Atlántico decía que las páginas cerradas por Facebook se dirigían “a la izquierda del espectro político”, y que las páginas eran un intento de “infiltrar las comunidades izquierdistas estadounidenses”. Esas páginas “perseguían promover la división y azuzar a los estadounidenses unos contra otros”.
Eventos creados por grupos “no auténticos”, “sí que tenían una comunidad online muy real, orgánica y comprometida; sin embargo, el propósito de la actividad no auténtica parecía estar diseñado para catalizar los impulsos más incendiarios del sentimiento político”.
Esos grupos promocionaban el “activismo contra el fascismo”. Uno de los grupos, según el Consejo Atlántico, “creó un evento como protesta por la política de la administración Trump de separar a los hijos de inmigrantes indocumentados de sus familias”.
Otro evento promocionado incluía “protestas contra la Agencia de Inmigración y Aduanas (ICE), el plan impositivo del presidente Donald Trump, protestas contra la prohibición a los musulmanes de Trump, y una ‘marcha contra policías violadores’”.
A veces, el informe del Consejo Atlántico adopta ideas enteras propuestas por la derecha fascista, tales como que los manifestantes de izquierdas instigan a la violencia en los enfrentamientos con los fascistas. Para justificar la censura de la manifestación antifascista de Washington, el centro de estudios afirmaba que sus organizadores “sugerían un deseo de provocar más confrontaciones y violencia”.
En otro pasaje, el informe caracterizaba el contenido en Internet “que se centra en la mala situación de los nativos estadounidenses y los inmigrantes actuales” afirmando que promocionan puntos de vista “contra los blancos”.
Tanto los legisladores demócratas como los republicanos elogiaron las medidas de Facebook. El senador demócrata Mark Warner, el demócrata más destacado en la Comisión de Inteligencia del Senado, declaró que la revelación “constituye más prueba de que el Kremlin sigue explotando plataformas como Facebook para sembrar la división y difundir desinformación”. Warner, que dirigió la campaña por la censura, ignoró el hecho de que Facebook no brindara prueba alguna de que Rusia tuviera algo que ver con esas páginas.
Hay que tomar esta última medida tomada por Facebook como una advertencia urgente. Dos años después de que empezara la campaña para censurar el Internet con la excusa de combatir las “noticias falsas” diseminadas por “trolls rusos”, los gigantes de las redes sociales, colaborando con las agencias de inteligencia estadounidenses, dejan cada vez más claro que su verdadero objetivo es el sentimiento político de izquierdas que hay en un sector cada vez más amplio del proletariado y la juventud. Al hacerlo, están siguiendo el camino trazado por Google, que el año pasado anunció sus planes para censurar las noticias “alternativas”, lo que llevó a una caída de hasta el 80 por ciento del tráfico de las búsquedas hacia sitios web de izquierdas.
Con la oposición en aumento entre los 260.000 trabajadores de UPS a un contrato claudicante que está siendo exigido tanto por su sindicato como por su empleador, un movimiento huelguístico internacional creciente entre los trabajadores de las compañías aéreas, y una ira acumulada entre los docentes y otros sectores de la clase trabajadora de los EUA, a la clase dirigente le preocupa más que nada que los trabajadores usen el Internet no solo para organizar y coordinar sus luchas, sino para congregarse en apoyo de una perspectiva socialista.
(Publicado originalmente en inglés el 2 de agosto de 2018)