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Perspectiva

Las redadas migratorias: llegarán pronto a sus centros de trabajo

El Gobierno de Trump estará implementando un monitoreo policial en miles de centros laborales en todo Estados Unidos y expandirá drásticamente sus planes de allanamientos militares para arrestar y deportar a trabajadores inmigrantes.

El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) anunció el martes que arrestó a 984 inmigrantes en sus centros de trabajo en los nueve meses entre octubre del 2017 y julio del 2018, casi seis veces más que durante los 12 meses anteriores. Durante este tiempo, el Gobierno se llevó arrastradas a 172 personas de sus lugares de trabajo para ser deportadas.

La agencia también anunció que este año les ha entregado notificaciones de aviso a 5.200 negocios, incluyendo el impactante número de 2.738 avisos en la última semana, en lo que llamó la “segunda fase” de la operación. Esto significa que hay actualmente agentes federales revisando nóminas salariales y revisando la ciudadanía de decenas o cientos de miles de trabajadores. Además, ICE indicó que entere octubre del 2017 y julio del 2018, ha iniciado “6.093 investigaciones de sitios de trabajo”, en comparación con 1.716 investigaciones en el año fiscal anterior.

Si el Gobierno realiza allanamientos en incluso una fracción pequeña de estas instalaciones, el número total de trabajadores inmigrantes arrestados alcanzará las decenas de miles. Redadas como las llevadas a cabo en Sandusky y Salem, Ohio, en junio dan un vistazo a lo que está por venir. Durante estos asaltos al estilo SWAT, cientos de oficiales inmigrantes con perros de ataque, helicópteros y rifles de asalto irrumpieron en un invernadero y un frigorífico, arrestando a aproximadamente 300 trabajadores mientras que sus cotrabajadores nacidos en EUA denunciaban a los agentes a gritos.

El anuncio del ICE constituye una amenaza abierta a la clase trabajadora y una respuesta al aumento importante en huelgas y protestas de maestros, trabajadores automotores, trabajadores de la telecomunicación, de UPS y otros sectores clave de la clase trabajadora durante los primeros meses del 2018.

Cuando los maestros en Oklahoma y Arizona están exigiendo aumentos salariales de $10.000 a $20.000 esta primavera, recibieron un apoyo generalizado de millones de trabajadores que vieron y aprendieron cómo los maestros buscaron desafiar a los Gobiernos estatales y a los sindicatos para avanzar sus demandas y exigir una mayor paga.

Las corporaciones están aterradas ante el hecho de que los trabajadores estén comenzando a presentar demandas similares. El ataque contra los trabajadores inmigrantes es un esfuerzo para quebrantar el surgimiento de las luchas de la clase obrera e intimidar a los trabajadores hasta subordinarlos.

En primer lugar, la clase gobernante espera envenenar el desarrollo de la militancia de la clase obrera y la solidaridad de clase dividiendo a los trabajadores entre razas y nacionalidad, culpando a los trabajadores inmigrantes por la deterioración de las condiciones sociales.

Derek Benner, el director ejecutivo adjunto activo del ICE para Investigaciones de Seguridad Nacional, retrató a los trabajadores inmigrantes como criminales que están aprovechándose de los trabajadores estadounidenses en una declaración ligada al anuncio del ICE:

“Estos no son crímenes sin víctimas. Frecuentemente, los trabajadores no autorizados utilizan identidades robadas de trabajadores estadounidenses, lo que puede impactar significativamente el robo de identidad para créditos, registros médicos y otros aspectos de la vida ordinaria”.

Benner continúa:

“La aplicación de la ley en los sitios de trabajo protege a los trabajadores que son ciudadanos estadounidenses y otros que estén contratados legalmente” y “ayuda a combatir la explotación laboral, los salarios ilegales, el trabajo infantil y otras prácticas ilegales”.

¡Qué sarta de mentiras! No es a los trabajadores inmigrantes que hay que culpar por las condiciones inseguras, el pago de salarios ínfimos y la “explotación laboral”, ¡sino a las mismas empresas!

Los dos hombres más ricos de EUA —Jeff Bezos y Bill Gates— poseen casi la misma riqueza que los 160 millones de personas más pobres en Estados Unidos. En el caso de Bezos, su riqueza de $150 mil millones ha sido acumulada a partir de la explotación de los 500.000 trabajadores de Amazon en todo el mundo que trabajan bajo las condiciones más peligrosas por salarios miserables y pocos o ningún beneficio.

En todas las industrias, la caída o estancamiento de los salarios ha generado un aumento masivo en la riqueza de la oligarquía corporativa. Entre el 2016 y el 2017, la riqueza de los milmillonarios del mundo (2.754 personas) se incrementó un 24 por ciento, alcanzando $9,2 billones o 12 por ciento del producto interno bruto global.

En segundo lugar, el temor a la posibilidad de una oposición social a la hiperexplotación de la clase obrera, los superricos están estableciendo una infraestructura policial-militar para espiar y aplastar físicamente a la clase trabajadora.

La amenaza de redadas militares pretende intimidar a los trabajadores, para que no se opongan a ritmos de trabajo acelerados, al robo de salarios, condiciones inseguras y otras formas de explotación que están impulsando el crecimiento de los ingresos corporativos. Al mismo tiempo, el Gobierno y la patronal están preparando medidas aún más drásticas. Los trabajadores deben recibir la advertencia: si el Gobierno puede allanar un centro de trabajo y llevarse a trabajadores por ser inmigrantes “ilegales”, también lo puede hacer por participar en huelgas o protestas “ilegales” o por distribuir panfletos y artículos en línea que también sean calificados como “ilegales”.

En tercer lugar, las amenazas a las redadas masivas y los esfuerzos para culpar a los inmigrantes por la crítica situación de los “trabajadores que son ciudadanos estadounidenses” también tiene como objetivo atizar a la base de tendencia fascista a la cual Trump recurre para tener apoyo político y que la patronal puede desplegar para aterrorizar y vigilar a los trabajadores que participen en huelgas y protestas.

La escalada de ataques viciosos de Trump contra los inmigrantes coincide con el aumento en las huelgas que ha transcurrido esta primavera.

Fue a principios de mayo, cuando las huelgas y protestas docentes se propagaban por Carolina del Norte, Virginia y Colorado, que Trump implementó su política de “tolerancia cero” para separar a los niños inmigrantes de sus padres y para detenerlos en instalaciones separadas. Desde entonces, Trump ha desacatado una orden judicial que le requiere liberar a estos niños, enfrentándose a una fecha límite el jueves para reunirlos con sus padres. Casi 500 de estos padres ya fueron deportados y es probable que muchos de ellos no vuelvan a ver a sus hijos nunca.

Los sindicatos servirán como cómplices conscientes en ayudar a militarizar los centros de trabajo en EUA. En décadas recientes, el Gobierno ha deportado a 5 millones de personas, muchos de las cuales eran trabajadores en EUA y pertenecían a sindicatos. Sin embargo, los sindicatos se han rehusado a llamar una sola huelga importante y, en cambio, han envenenado a los trabajadores con nacionalismo estadounidense culpando a los trabajadores en China y México por la externalización de sus puestos de trabajo y la caída de sus salarios.

Los demócratas no han dicho nada sobre las redadas migratorias en los lugares de trabajo por parte del Gobierno de Trump. Incluso mientras la Casa Blanca anunciaba el miércoles que había deportado a más de 460 padres de familias separadas, los demócratas han enfocado todos sus esfuerzos en su campaña derechista para condenar a Trump como un traidor por no confrontar a Rusia militarmente. Esta campaña, lejos de unir a los trabajadores contra el Gobierno de Trump, busca solo la promoción de nacionalismo y patrioterismo antirruso.

Los trabajadores deben rechazar esta estrategia bipartidista que busca atacar los derechos democráticos y la posición social de la clase obrera por medio de la táctica de dividir y conquistar. En preparación para la lucha contra el Gobierno y las corporaciones, la unidad de la clase obrera, sin importar su ciudadanía u origen nacional, constituye una vida de vida o muerte.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 26 abril de 2018)

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