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Perspectiva

Colapsa la cumbre del G-7

En un evento sin precedentes, las negociaciones del G-7 en Charlevoix en Quebec colapsaron el sábado en medio de recriminaciones amargas y amenazas de una guerra comercial entre los países centrales de la economía global. Estallaron conflictos indisolubles en torno a las amenazas de Washington de imponer aranceles de miles de millones de dólares a importaciones provenientes de la Unión Europea (UE), Canadá y México.

El periodo antes de la conferencia estuvo marcado por acrimonia, con el presidente francés, Emmanuel Macron, proponiendo retóricamente que se firme un “acuerdo de 6 países”, sin Estados Unidos. Aparecieron fotografías de la canciller alemana, Angela Merkel, apoyándose sobre una mesa y mirando fijamente a Trump, quien dejó la cumbre temprano, saltándose las discusiones sobre el cambio climático.

La cumbre emitió un comunicado final maquillando los conflictos, como es usual en el G-7, condenando al proteccionismo, pero incluyendo algunas críticas de la Organización Mundial de Comercio reflejando las quejas estadounidenses. Se esperaba que EAU firmara, pero Trump, después de escuchar una conferencia de prensa tras la cumbre del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, publicó una ráfaga de tuits reflejando un colapso pleno de las negociaciones del G-7. Trump iba en camino a Singapur para una cumbre con el presidente norcoreano, Kim Jong-un.

Después de que Trudeau dijera que el comunicado final criticaba el proteccionismo y que Canadá mantendría aranceles sobre $16 mil millones de importaciones estadounidenses como represalia, los mayores aranceles canadienses desde la Segunda Guerra Mundial, Trump lanzó una invectiva contra Trudeau, advirtiéndole que “no permitiré que otros países” impongan aranceles. Acusó a los aliados más cercanos de EUA, al menos nominalmente, de haber tratado a EUA con “un abuso comercial por muchas décadas, y ya es más que suficiente”.

En otro tuit, el mandatario estadounidense amenazó con una escalada importante de medidas de guerra comercial, incluyendo aranceles sobre las importaciones de automóviles y anunció que las negociaciones habían fracasado: “Con base en las declaraciones falsas de Justin en su rueda de prensa y el hecho de que Canadá está cobrándole aranceles inmensos a los agricultores, trabajadores y compañías estadounidenses, ¡les he dado órdenes a nuestros representantes estadounidenses que no respalden el Comunicado, mientras estemos investigando aranceles para los automóviles que están inundando el mercado estadounidense!”.

Esta es la primera vez desde que comenzaron estas cumbres en 1975 —originalmente como el G-5 entre EUA, Japón, Alemania, Reino Unido y Francia— que todos los jefes de Estado no pueden ponerse de acuerdo en un comunicado.

La situación está desembocando en un colapso histórico de las relaciones diplomáticas y económicas entre las principales potencias imperialistas. Por tres cuartos de siglo desde la Segunda Guerra Mundial, ha existido un consenso internacional amplio en la burguesía de que las guerras comerciales durante la Gran Depresión de los años treinta fueron un factor crítico en el comienzo de la guerra mundial, y que deberían ser evitadas a toda costa. Este consenso se ha terminado.

El conflicto explosivo y la incertidumbre han llegado a prevalecer en la economía mundial. Estados Unidos, la UE y Canadá están preparando aranceles que impactarán miles de millones de dólares en bienes y pondrán en juego decenas de millones de puestos de trabajo por todo el mundo. Como lo demuestran los comentarios de Trudeau y Trump, las amenazas tarifarias estadounidenses están desencadenando un espiral ascendente de aranceles en una y otra dirección, cuyas consecuencias son potencialmente devastadoras.

El colapso de las negociaciones del G-7 no puede ser explicado por medio de las peculiaridades de Donald Trump. En cambio, este momento histórico crucial refleja los intentos desesperados del imperialismo estadounidense para resolver las contradicciones irresolubles del capitalismo mundial. Trump no es el único. Dirigentes demócratas y grandes secciones de la prensa y la élite gobernante europea están llamando imprudentemente a imponer medidas de guerra comercial contra sus rivales.

Analizando la política imperialista de EUA en 1928, el año que precedió el derrumbe de la Gran Depresión, León Trotsky advirtió: “En los periodos de crisis, la hegemonía de Estados Unidos operara de forma más completa, más abierta y más despiadada que en los periodos de bonanza. Estados Unidos buscará compensar y escapar sus dificultades y tempestades principalmente a expensas de Europa, independientemente de si esto ocurre en Asia, Canadá, América del Sur, Australia o en la misma Europa, y si ocurre pacíficamente o a través de una guerra”.

Las cumbres del G-7 fueron establecidas para manejar los conflictos entre las principales potencias del mundo, cuando el dominio industrial y económico concretado durante la Segunda Guerra Mundial se erosionaba rápidamente y después de que Washington finalizara la convertibilidad del dólar en oro en 1971. Al no poder mantenerle el ritmo a sus competidores europeos e internacionales, Estados Unidos ha sufrido déficits comerciales cada vez mayores con sus rivales en Europa y Asia.

Después de que la burocracia estalinista disolviera la Unión Soviética en 1991, deshaciendo el principal obstáculo para las guerras neocoloniales encabezadas por EUA, Washington intentó contrarrestar su creciente debilidad económica empleando su vasta superioridad militar.

Por décadas de guerras neocoloniales sangrientas que se cobraron millones de vidas en Irak, Afganistán, Siria y otras partes, Estados Unidos ha buscado obtener una posición militar poderosa en la región rica en petróleo de Oriente Próximo. Estas guerras han puesto a las fuerzas estadounidenses en medio de las rutas comerciales y de provisiones energéticas de sus principales rivales económicas.

La elección de Trump y sus acusaciones de “abusos comerciales” de parte de Europa, Japón y Canadá marcan el comienzo de una nueva etapa en la crisis del capitalismo global. Las amargas divisiones entre EUA y la UE se continúan ensanchando, pero no solo en el ámbito comercial. La UE se ha opuesto a la política estadounidense de amenazar a Irán con una guerra por medio de la finalización del acuerdo nuclear con Irán. Tras décadas de crisis económicas y guerras neocoloniales, está surgiendo rápidamente el peligro de otra desintegración de la económica global, como en los años treinta, entre bloques comerciales antagonistas y la erupción de un conflicto militar entre ellos.

Las contradicciones del capitalismo mundial identificadas por los grandes marxistas del siglo XX como las causas de las guerras mundiales—las contradicciones entre la economía internacional y el sistema de Estados nación y entre la producción socializada y la apropiación privada de las ganancias— están entrando en erupción hoy.

Las potencias europeas han respondido a Trump con mayores amenazas de que tomarán medidas de represalias. Después de la cumbre, el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Heiko Maas, llamó a los poderes europeos a responder “en conjunto” para defender sus “intereses de forma aún más ofensiva”.

Históricamente, las guerras comerciales han precedido los conflictos militares. Previo a la cumbre, Macron respondió enojadamente a las amenazas de sanciones por parte de Trump, declarando: “Esta decisión no solo es ilegal, sino que es un error desde muchos puntos de vista. El nacionalismo económico lleva a la guerra. Esto es exactamente lo que ocurrió en la década de 1930”.

En medio del recrudecimiento de las tensiones con EUA, todas las potencias europeas están rearmándose rápidamente. Solo una semana antes de la cumbre del G-7, Merkel dio la señal de que apoyaría la propuesta de Macron de crear una fuerza de defensa europea conjunta, incluyendo a Reino Unido, pero independiente de la OTAN.

La única respuesta viable a la creciente amenaza de guerras comerciales y un conflicto militar es la movilización internacional de la clase obrera en lucha contra el capitalismo y contra el peligro de la guerra. A medida que surgen nuevas huelgas y luchas de clases en todo el mundo —entre los maestros en EUA, los trabajadores metalúrgicos en Alemania y Turquía y el amplio movimiento de los trabajadores contra las políticas de austeridad de Macron en Francia— la fuerza social capaz de encabezar esta oposición está tomando el frente de la batalla. La tarea ahora es construir un movimiento internacional, socialista y antibélico basado en la clase trabajadora.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 11 de junio de 2018)

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