El SEP y el IYSSE distribuyeron la siguiente declaración en manifestaciones en Berlín el domingo contra la fascista Alternativa para Alemania (AfD), que celebró su propia manifestación nacional en la ciudad. Decenas de miles de trabajadores, jóvenes y profesionales participaron en las contramanifestaciones, que eclipsaron la manifestación profascista.
Decenas de miles protestan hoy en Berlín contra Alternativa para Alemania (AfD) porque quieren oponerse al nacionalismo y el racismo de los extremistas de derecha. ¡La política fascista que condujo a los crímenes más terribles en la historia humana nunca más debe prevalecer! ¡La barbarie y las catástrofes del pasado no deben repetirse!
Muchos preguntan con horror cómo puede ser que la extrema derecha esté marchando nuevamente en Berlín, de todos los lugares.
La respuesta requiere una comprensión marxista de la política y la historia. Al igual que el ascenso de los nazis, el AfD no es una casualidad. Bajo las condiciones de la crisis más profunda del capitalismo desde la década de 1930, el estallido de guerras en todo el mundo y el crecimiento de conflictos entre las principales potencias, la clase dominante está promoviendo a la extrema derecha para imponer sus políticas profundamente impopulares: el militarismo, la expansión de los poderes del Estado en casa y en el extranjero, y recortes sociales masivos. Sin una comprensión de este contexto, es imposible luchar contra AfD.
El hecho de que la lucha contra los extremistas de derecha no pueda orientarse hacia el Estado capitalista y sus partidos, sino que requiere la movilización independiente de la clase trabajadora sobre la base de una perspectiva socialista, queda demostrado por los orígenes de los principales políticos de la AfD. Muchos son reclutados directamente por el aparato estatal, principalmente del ejército, la judicatura y la policía, o anteriormente pertenecían a algún partido del establishment.
El presidente de la AfD, Alexander Gauland, fue un funcionario de alto rango de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) durante 40 años antes de fundar la AfD en 2013. Guido Reil, uno de los organizadores de la marcha de la AfD de hoy, es miembro del sindicato IG BCE de la minería, productos químicos y energía, y fue miembro del Partido Social Demócrata (SPD) durante 26 años antes de unirse a la AfD hace dos años. Georg Pazderski, presidente de la AfD en Berlín, es un excoronel de la Bundeswehr (fuerzas armadas).
La extrema derecha se atreve a levantar la cabeza de manera provocativa porque el Gobierno de gran coalición de los demócrata-cristianos y los socialdemócratas, y los otros partidos en el Bundestag (Parlamento), han adoptado en gran parte su programa. En su declaración inaugural del Gobierno la semana pasada, la canciller Angela Merkel prometió implementar el objetivo de la OTAN para el gasto militar del 2 por ciento del producto interno bruto, es decir, aumentar el presupuesto militar de los actuales €37 mil millones a más de €70 mil millones para el 2024.
Al mismo tiempo, elogió ostensiblemente los llamados “centros de anclaje” propugnados por el ministro del Interior, Horst Seehofer (Unión Social Cristiana—CSU), donde los solicitantes de asilo permanecen encerrados antes de ser deportados. Explicó, sobre “crear una cultura de repatriación en funcionamiento en Alemania. Aquellos que no tienen derecho a quedarse, tienen que irse”.
La agenda derechista de la gran coalición cuenta con el apoyo del partido La Izquierda (Die Linke) y los Verdes. En varios momentos durante su discurso, Merkel fue aplaudida por los diputados de La Izquierda y el Partido Verde, así como por los de los partidos del gobierno. La dirigente parlamentaria de La Izquierda, Sahra Wagenknecht, abogó por “una política exterior europea independiente y segura” y lanzó una cruda perorata antiaestadounidense entre los aplausos de la AfD. La AfD había adoptado anteriormente el famoso lema antiinmigrante de Wagenknecht: “Quien abuse de nuestra hospitalidad no tiene derecho a nuestra hospitalidad”.
Apenas hay una demanda o declaración política de AfD que no haya sido repetida por un representante de los partidos del establishment. El discurso de odio fascista contra las “niñas con velo” y “otras buenas para nada”, emitido la semana pasada por la líder del grupo parlamentario de AfD Alice Weidel en el Bundestag podría haber venido de Thilo Sarrazin del Partido Social Demócrata. En una entrevista en 2009, el exministro de Finanzas en el gobierno del Estado de Berlín afirmó: “No tengo que reconocer a nadie que viva en el Estado, que rechace ese Estado, que no se preocupe por la educación de sus hijos y que constantemente produzca nuevas niñitas con velo”.
El “giro de 180 grados” en la actitud de Alemania ante la Segunda Guerra Mundial exigida por Björn Höcke, de la extrema derecha del AfD, en su notorio discurso de Dresde es el resultado de un proceso que ya está en marcha. A principios de 2014, comenzó una revisión sistemática de la historia. Cuando el entonces presidente Joachim Gauck y miembros del Gobierno anunciaron el regreso del militarismo alemán a la Conferencia de Seguridad de Múnich, apareció un artículo titulado “Asuntos de culpabilidad dividen hoy a los historiadores” en Der Spiegel. El artículo abogaba por una reevaluación de la culpa alemana en la Primera y la Segunda Guerra Mundial, citando a dos profesores muy conocidos en la Universidad Humboldt de Berlín, Herfried Münkler y Jörg Baberowski.
Münkler, un asesor de política exterior del Gobierno, calificó de “escandalosa” la afirmación de que Alemania fue la principal culpable de la Primera Guerra Mundial. Anteriormente había explicado el motivo de esta revisión histórica en una entrevista con el Süddeutsche Zeitung: “Es difícil llevar a cabo una política responsable en Europa con la idea de que tenemos la culpa de todo. En relación a 1914, eso es una leyenda”.
Baberowski, quien también tiene estrechos lazos con altos círculos del Gobierno y los militares, restó importancia a los crímenes de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Él defendió a Ernst Nolte, el más famoso apologista nazi entre los historiadores alemanes de la época de la posguerra, y declaró: “Hitler no era un psicópata y no era malvado. No quería que la gente hablara sobre el exterminio de los judíos en su mesa”.
Cuando el Partido Socialista por la Igualdad (Sozialistische Gleichheitspartei, SGP) y su organización juvenil, el IYSSE, protestaron contra este escandaloso encubrimiento de Hitler y la ofensiva derechista de la que formaba parte, fueron golpeados por una tormenta de calumnias. En línea con el AfD y numerosas publicaciones derechistas, el presidente socialdemócrata de la Universidad Humboldt, Sabine Kunst, y los medios de comunicación burgueses como el Frankfurter Allgemeine Zeitung, Cicero, Die Zeit y taz denunciaron al SGP y al IYSSE, acusándolos de intimidar a un respetado profesor.
Ahora la propia AfD está aclarando la conexión entre el revisionismo histórico en la Universidad Humboldt y el regreso del militarismo alemán. El dirigente de AfD Gauland se refirió directamente a Münkler en su discurso en el Bundestag la semana pasada exigiendo el regreso de Alemania a una política exterior militarista y de gran potencia. Él declaró: “Como un ‘poder en el medio’, como un poder mediador, como nos ve Herfried Münkler, Alemania debe desarrollar una línea común para las políticas de los europeos”. Luego citó con aprobación el rechazo de Münkler de una política exterior “limitada por los valores” de su libro sobre la Guerra de los Treinta Años.
Baberowski es ahora conocido como el organizador del llamado “salón derechista”, que incluye a Sarrazin, el asesor personal de Gauland, Michael Klonovsky, y periodistas de derecha como Dieter Stein (Libertad Joven), Karlheinz Weißmann (Cato) y Frank Böckelmann (tumult). A principios de este año, esta red fascista, fundada en 2015, produjo la “Declaración 2018”, que denuncia la supuesta “inmigración masiva ilegal” y se solidariza con manifestaciones xenófobas.
El hecho de que la clase dominante esté unida en la defensa de Baberowski y ahora adopte el programa de las medidas de la AfD —xenofobia, militarismo y Estado policial— demuestra que la desigualdad social y el militarismo son incompatibles con la democracia. León Trotsky, el marxista más sobresaliente del siglo XX, escribió en 1929 sobre el ascenso del nacionalsocialismo: “La extrema tensión de la lucha internacional y la lucha de clases resulta en el cortocircuito de la dictadura, apagando las mechas de la democracia una tras otra ... Lo que se llama la crisis del parlamentarismo es la expresión política de la crisis en todo el sistema de la sociedad burguesa”.
La lección más importante de la historia alemana es que la lucha contra el fascismo y la guerra es inseparable de la lucha contra su causa, el capitalismo, y contra todos los partidos que defienden este sistema en bancarrota. El Partido Socialista por la Igualdad advirtió hace cuatro años: “La propaganda de las décadas de posguerra —que Alemania aprendió de los enormes crímenes cometidos por los nazis, se embarcó en una política exterior pacífica y desarrolló una democracia estable— ha resultado ser un mito. El imperialismo alemán se muestra de nuevo, como se ha desarrollado históricamente, en toda su agresividad, en el interior y en el exterior”.
La actitud provocativa de la AfD y su integración en el Estado y la política oficial muestran hasta dónde ha progresado este peligroso desarrollo. Para evitar que la clase dominante siga una vez más sus objetivos reaccionarios con métodos fascistas, se debe construir un movimiento socialista internacional que fusione la creciente oposición a la desigualdad social, el aumento de la extrema derecha y la guerra con la lucha contra el capitalismo. Lo que se necesita es la construcción del Partido Socialista por la Igualdad y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional como el nuevo partido de masas revolucionario de la clase obrera internacional.
(Publicado originalmente en inglés el 28 de mayo de 2018)