El Gobierno de Estados Unidos impuso una nueva ronda de sanciones contra Rusia el viernes, dirigida contra siete empresarios rusos y 17 oficiales estatales, en la más reciente provocación contra ese país.
La medida se produce después de la expulsión de más de 100 diplomáticos rusos por parte de EUA y sus aliados tras el supuesto envenenamiento el mes pasado de Sergei Skripal, un agente doble que vive en Inglaterra, y su hija.
Al anunciar las últimas medidas contra Rusia, el Gobierno de EUA no mencionó el caso Skripal, sino que alegó que las nuevas sanciones eran una represalia por la supuesta "intromisión" rusa en las elecciones del 2016.
Estados Unidos tiene buenas razones para ser prudente a este respecto. En los últimos días, las pruebas estadounidenses y británicas de la presunta intoxicación por parte de Rusia se han desmoronado. Tanto Sergei como Yulia Skripal se están recuperando de su presunta intoxicación por un agente nervioso supuestamente diez veces más poderoso que el gas nervioso VX, siendo las únicas víctimas mortales del incidente las mascotas de los Skripal, que fueron dejadas morirse de hambre por las autoridades británicas.
En una entrevista en la televisión rusa, Viktoria Skripal, una pariente que vive en Rusia, puso en duda la versión británica de los acontecimientos y dijo que temía que las autoridades británicas no permitieran a los Skirpal comunicarse y moverse libremente. A principios de esta semana, la televisión rusa publicó una entrevista telefónica entre Yulia y Viktoria grabada por Viktoria en la que Yulia dijo que tanto ella como su padre se estaban recuperando, se encontraban en buen estado de salud y no habían sufrido ningún daño duradero por el incidente.
Viktoria dijo a los medios de comunicación rusos que la conversación telefónica se cortó abruptamente y que su prima no le comunicó nada más.
El viernes, el Ministerio del Interior británico anunció que había rechazado la solicitud de visa de Viktoria Skripal para visitar a sus familiares que se encuentran recluidos en un hospital en Reino Unido.
La prensa estadounidense ignoró estos acontecimientos, así como la declaración del laboratorio de armas químicas británico de Porton Down que "no verificó la fuente exacta" del material utilizado, contradiciendo afirmaciones previas del canciller Boris Johnson de que Porton Down definitivamente había identificado que la fuente era rusa.
El colapso de la narrativa oficial no ha hecho nada para frenar la campaña de Estados Unidos contra Rusia. Esto se debe a que las acciones de Washington no tienen nada que ver con el presunto envenenamiento –una provocación completamente inventada— ni con la supuesta "intromisión" rusa en las elecciones estadounidenses, otra fabricación totalmente infundada, tejida por las agencias de inteligencia estadounidenses y diseminada diligentemente por los medios corporativos estadounidenses.
Más bien, están arraigados en el creciente conflicto entre EUA y Rusia en el escenario mundial, particularmente en Siria, y los esfuerzos por utilizar el conflicto con Rusia, que amenaza con convertirse en una guerra militar en cualquier momento, para reprimir la oposición política interna.
Insinuando a lo que realmente anima la campaña antirrusa, el secretario del Tesoro de EUA, Steven Mnuchin, declaró el viernes en su anuncio de las nuevas sanciones: "El Gobierno ruso se involucra en una serie de actividades malignas en todo el mundo, incluyendo continuar ocupando Crimea e instigando la violencia en el este de Ucrania” y "suministrando material y armamento al régimen de Al Asad...".
Después de que Trump especuló la semana pasada sobre retirar tropas estadounidenses de Siria, el New York Times y el Washington Post, en representación de las agencias de inteligencia estadounidenses y del Partido Demócrata, se opusieron a cualquier acción de ese tipo, declarando que tal curso empoderaría a Rusia.
En un editorial titulado "El abordaje de Trump a Siria no es manera de ejecutar una guerra", el Times escribió que Rusia "se beneficiaría del aparente deseo del presidente de retirarse de Oriente Próximo. Continuó: "Ya, el Sr. Trump está dejando que Rusia tome la delantera en Siria y que Vladimir Putin tenga el crucial trabajo diplomático de forjar un acuerdo político entre Al Asad y los rebeldes sirios".
El Washington Post dijo que sería necesaria una presencia continua de Estados Unidos en Siria para evitar que "Rusia se atrinchere en el país a expensas de los aliados de Estados Unidos, incluidos Israel y Jordania".
Ambos periódicos advirtieron que la política de Trump estaba creando las condiciones para la consolidación de una alianza entre Turquía, Irán y Rusia, que celebraron una reunión de alto perfil para discutir sobre Siria esta semana. El jueves, Turquía, un miembro de la OTAN, informó que compraría un sistema avanzado de defensa antimisiles ruso, según se informa capaz de derribar cualquier avión estadounidense.
El último anuncio de sanciones también ha sido acompañado por un nuevo impulso para censurar el Internet en nombre de combatir la "intromisión" rusa y las "noticias falsas". El viernes, Facebook anunció que requeriría que los usuarios que compran anuncios en la plataforma verifiquen sus identidades, un gran paso para poner fin al uso anónimo de Facebook, algo que hace mucho exigían las agencias de inteligencia estadounidenses.
Esta decisión, en vísperas del testimonio ante el Congreso por parte del CEO de Facebook, Mark Zuckerberg el lunes, fue acompañada por el anuncio de que Facebook contrataría a decenas de miles de censores para moderar el contenido, y que había eliminado miles de cuentas supuestamente "falsas".
Con la expansión de la lucha de clases y el recrudecimiento de la guerra política dentro de la cúspide de la política estadounidense, todas las facciones de la élite política intentan proyectar las tensiones internas hacia el exterior mediante la demonización de Rusia y China.
Los demócratas, en particular, trabajando en alianza con las agencias de inteligencia, están concentrando sus esfuerzos en ejercer la máxima presión posible para asegurar que Trump no retroceda en el conflicto con Rusia.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 7 abril de 2018)