El mes pasado, más de 3.000 empleados de Google firmaron una carta asumiendo una postura de oposición a la colusión de Google con el programa de asesinatos de drones de Estados Unidos, el cual ha asesinado y mutilado a decenas de miles de personas por todo Oriente Próximo y el norte de África.
La carta de los trabajadores de Google demanda que la compañía concluya su participación en el “Proyecto Maven”, un sistema de vigilancia masiva por medio de estas aeronaves no tripuladas que está integrado en el programa estadounidense de guerra con drones. “Creemos que Google no debería estar en el negocio de la guerra”, declara y pide una política que establezca que “ni Google ni sus contratistas construirá tecnologías de guerra nunca”.
La colusión de Google con el programa de asesinatos con drones pone de relieve la integración cada vez más estrecha de las principales empresas tecnológicas y el ejército estadounidense. Habiendo declarado una nueva era de “competición entre las grandes potencias” con Rusia y China, el Pentágono ve la presión sobre Silicon Valley para que forme parte de sus planes de guerra como la única manera de recobrar su poderío militar en el escenario global.
El papel de Google en el espionaje interno masivo y en la censura es igual de ominoso. En abril del 2017, Google anunció cambios a sus algoritmos de búsqueda —implementados por medio del “aprendizaje profundo” y tecnologías de inteligencia artificial— para promover “contenidos de autoridad” por encima de “puntos de vista alternativos”. Estos cambios ocasionaron una fuerte caída en las referencias de búsqueda a sitios web izquierdistas de hasta el 75 por ciento, siendo el World Socialist Web Site su blanco principal.
Más ampliamente, Google, Facebook y Twitter han contratado a decenas de miles de censores profesionales, muchos con antecedentes en el ejército, la policía y las agencias de inteligencia, para entrenar y expandir sus sistemas de inteligencia artificial para censurar y vigilar lo que dicen y leen las personas en línea.
El rápido desarrollo de las tecnologías de inteligencia artificial es un elemento central tanto en el reclutamiento de las compañías tecnológicas por parte del ejército como en la asociación de estas firmas con las agencias de inteligencia. Utilizando la inteligencia artificial, Google le está ayudando a las fuerzas armadas de EUA a entremezclar las grabaciones de drones para identificar a individuos y objetos en zonas de interés.
El CEO de Facebook, Mark Zuckerberg declaró más temprano este año que su “objetivo con la inteligencia artificial es entender el significado de todo el contenido en Facebook”, como parte de las modificaciones al muro de noticias de la gigantesca red social.
El objetivo de las agencias militares y de inteligencia respecto a la inteligencia artificial es alcanzar el santo grial de todo régimen totalitario: lo que la misma Agencia de Seguridad Nacional llama “la vigilancia total de la información”, o como lo indica su declaración de misión no oficial, “Recolectarlo todo, Saberlo todo… Explotarlo todo”.
Tal declaración de objetivos, que en otro contexto sería visto como la megalomaníaca fantasía de un dictador sacado de sus casillas, se está convirtiendo rápido en una realidad inminente debido al poder de la inteligencia artificial.
En su declaración al seminario en línea del 16 de enero, “Organizando la resistencia a la censura del Internet”, organizado por el World Socialist Web Site, el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, advirtió de los inmensos peligros para la humanidad en el uso de la inteligencia artificial.
“El futuro de la humanidad es la lucha entre humanos que controlan a las máquinas y las máquinas que controlan a los humanos. Entre la democratización de la comunicación y la usurpación de la comunicación por parte de la inteligencia artificial”, advirtió Assange. “La indetectable influencia social de masas impulsada por la inteligencia artificial es una amenaza existencial para la humanidad. El fenómeno difiere de los intentos tradicionales para influenciar los fenómenos culturales y políticos al operar a una escala, velocidad y cada vez mayor sutileza que eclipsa las capacidades humanas”.
El uso de la inteligencia artificial para el espionaje masivo y para las campañas de guerra no es el único propósito destructivo hacia el cual está siendo utilizada esta tecnología transformadora bajo el capitalismo.
La inteligencia artificial ya está siendo utilizada en los depósitos de Amazon para seguir cada paso que toman sus empleados. Los sistemas de Amazon cuentan las veces que van al baño sus trabajadores y alertan a los supervisores si los trabajadores se detienen para tomar aire en las más de 15 millas que tienen que caminar durante un solo turno. En empresas como Uber y Lyft, la inteligencia artificial está siendo empleada para obligar a los conductores a trabajar más horas y más duro, usualmente en detrimento de su salud y bienestar.
No obstante, se avecinan cambios todavía más radicales. A medida que las compañías navieras y de transporte compartido se apuran para implementar carros, camiones y barcos sin conductores, se eliminarán decenas de miles de puestos de trabajo. La integración de la inteligencia artificial con la robótica expandirá la ola de automatización masiva que ya ha tomado el lugar de miles y miles de trabajadores industriales en todos los campos, desde la construcción hasta la preparación de comidas, mantenimiento y ventas.
Según una encuesta del 2013 por la Universidad de Oxford, casi la mitad de los empleos estadounidenses serán destruidos por la inteligencia artificial y la robótica en las próximas dos décadas.
Desde la revolución industrial, el capitalismo ha encontrado la forma de transformar todo desarrollo tecnológico en un instrumento de opresión y carnicería contra los humanos. La introducción de las hiladoras de usos múltiples desencadenó una horrenda miseria social en los barrios pobres de Londres y Mánchester del siglo XIX. La desmotadora de algodón provocó un resurgimiento de la esclavitud en Estados Unidos. El avión fue convertido —por medio de la doctrina de “bombardeos estratégicos”— en un método para matar a civiles en las decenas de miles. Y la casi ilimitada energía creada por la fusión nuclear fue convertida en un medio para la destrucción de sociedades enteras y quizás la propia humanidad.
¿Por qué deben ser utilizadas estas tecnologías, que objetivamente crean las condiciones para una expansión masiva de los niveles de vida para miles de millones de personas, para fines tan horrendos? Como escribió el revolucionario ruso, León Trotsky, en 1926:
La técnica y la ciencia tienen su propia lógica, la lógica de la cognición de la naturaleza y su dominio en interés del hombre. Pero la técnica y la ciencia no se desarrollan en un vacío, sino en la sociedad humana, que está compuesta por clases. La clase gobernante, la clase propietaria, controla la técnica y, por medio de ella, controla a la naturaleza. La técnica no se puede llamar ni militarista ni pacifista. En una sociedad en la que la clase gobernante es militarista, la técnica es puesta al servicio del militarismo. (“Radio, ciencia, técnica y sociedad”)
En manos de las élites gobernantes que controlan a la sociedad bajo el capitalismo, toda innovación tecnológica se torna en un arma dirigida contra la clase obrera y contra los países que buscan conquistar y suprimir a través de la violencia militar.
En manos distintas, esas mismas tecnologías darían resultados diferentes. En una sociedad socialista, la revolución de la inteligencia artificial y la robótica creará las circunstancias para una elevación masiva no solo del bienestar económico de la población, sino de su vida cultural. El reemplazo de las ocupaciones tediosas y deslomadoras no conllevará el desempleo y la destitución de las masas, sino mayores oportunidades de recreo, educación, vida familiar y enriquecimiento cultural para los trabajadores.
La automatización de la construcción y la expansión de las técnicas de fabricación aditiva (como la impresión en 3D) reducirá enormemente la cantidad de trabajo necesario para la construcción de hogares, escuelas y hospitales y podrá garantizar viviendas excelentes para todos. Al potenciar la inteligencia artificial en la secuenciación de genes, el desarrollo de medicamentos y el análisis de estudios médicos permitirá adelantos sin precedentes en la salud para toda la humanidad, no solo para los pocos que pueden costear los cada vez más elevados precios de tratamientos.
La robotización de la agricultura y el transporte reducirá dramáticamente el costo de la comida, acabará con la malnutrición y le asegurará una dieta de calidad a todos, sin causarle la ruina a los pequeños agricultores por parte de los conglomerados agrícolas.
Al aferrarse a este futuro para la humanidad, los marxistas se basan en las tradiciones de la Ilustración, la cual trazó una conexión entre el progreso humano en la ciencia y en la sociedad. De la forma en que personas como Isaac Newton revelaban los secretos de la naturaleza, también era posible entender a la sociedad de forma racional y, una vez logrado esto, mejorarla.
Esta perspectiva contrasta directamente con los pesimistas de la clase media de la Escuela de Fráncfort, quienes, al rechazar a la Ilustración, argumentaban que la teoría de la gravedad fue lo que abrió paso a las cámaras de gas de Auschwitz. Lo que ignoraban los intelectuales desmoralizados como Herbert Marcuse y Max Horkheimer —quienes afirmaban falsamente ser estudiantes de Karl Marx y cuyas teorías siguen siendo vendidas como marxismo en las universidades— era precisamente el punto que hacía Trotsky: “la técnica y la ciencia no se desarrolla en un vacío, sino en la sociedad humana, que está compuesta por clases”.
La cuestión se trata de, ¿quién controla los medios de producción y, por ende, la sociedad?
Hay dos caminos abiertos para la humanidad. El camino capitalista ofrece una escalada continua de guerras, pobreza, represión masiva y dictaduras totalitarias. El camino socialista no solo ofrece librarse de tales horrores, sino la liberación de toda la humanidad de la opresión y la necesidad.
El camino que siga la humanidad se decidirá en la lucha de clases. En medio de la expansión de un movimiento huelguístico por todo Estados Unidos, Europa y el resto del mundo, el factor más crítico es la unificación de las luchas divergentes de los trabajadores en un movimiento político común por la transformación socialista de la sociedad. Solo de esta manera podrá ser transformada la vasta revolución tecnológica en el horizonte en una revolución para la liberación humana y no para su esclavitud.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 6 de abril de 2018)