El Partido Demócrata entró en una situación caótica el viernes después de la publicación del memorándum desclasificado que develó que la investigación encabezada por las agencias de inteligencia sobre la supuesta colusión del Gobierno de Trump con Rusia es en realidad una caza de brujas motivada por una lucha entre facciones.
La publicación del llamado “memo de Nunes”, que intentaron bloquear los legisladores demócratas, las agencias de inteligencia y los principales periódicos por días, señala que el FBI durante el mandato de Obama presuntamente utilizó fuentes desacreditadas y no compartió información clave para comenzar a espiar al asesor de la campaña de Trump, Carter Page.
Los demócratas respondieron a la posibilidad de que se hiciera público con una histeria manifiesta, calificando el documento de amenaza para la seguridad nacional y una falta de obediencia a las agencias de inteligencia estadounidenses. Tras ser publicado, la advertencia de los demócratas de que contenía secretos delicados para la seguridad nacional fue expuesta como una mentira.
El memo fue escrito por funcionarios del presidente de la comisión de inteligencia de la Cámara de Representantes, el republicano Devin Nunes, y argumenta que el FBI obtuvo una autorización judicial en virtud de la Ley de vigilancia de la inteligencia extranjera (FISA, por sus siglas en inglés) para escuchar el teléfono de Page, utilizando en el otoño del 2016 un memo elaborado por el exoficial de inteligencia británica, Christopher Steele.
El llamado “dosier de Steele”, el cual fue hecho público el año pasado, hace acusaciones sensacionalistas de que oficiales del Gobierno ruso tenían grabaciones de Trump realizando “actos sexuales pervertidos” con prostitutas “colocadas y monitoreadas por el FSB”, refiriéndose al servicio de inteligencia ruso. Según el memo de Nunes, el director del FBI, James Comey, describió el dosier “salaz y no verificado” en un testimonio ante el Congreso en junio del 2017.
Quizás la parte más explosiva del memo es la afirmación de que el ex director adjunto del FBI, Andrew McCabe, quien renunció la semana pasada, declaró en diciembre, ante la comisión de inteligencia de la Cámara de Representantes, que “no se hubiese intentado conseguir la orden de vigilancia… sin la información del dosier de Steele”.
Más allá, la solicitud para aplicar la ley FISA “ignoró u ocultó los motivos financieros e ideológicos [de Steele] contra Trump”, es decir, el hecho de que su “investigación” había sido financiada por la campaña de Hillary Clinton.
El memo republicano no especifica cuál información fue recolectada durante el espionaje de llamadas ni si incluyó conversaciones con Trump.
Los contenidos del memorándum constituyen otra corroboración más del carácter fraudulento y partidista de la campaña antirrusa y de las acusaciones de que Trump “confabuló” con Rusia. Lo que está teniendo lugar es una riña partidista entre dos facciones igual de criminales y reaccionarias del aparato estatal, en última instancia, enfocadas en diferencias sobre política exterior.
La publicación del memo subraya nuevamente el hecho de que las agencias de inteligencia estadounidenses han intervenido profundamente en la política del país. Esto aplica tanto para la narrativa fabricada de “injerencia” rusa en las elecciones del 2016 y “colusión entre Trump y Moscú, como para el anuncio días antes de los comicios presidenciales de James Comey de que reabriría la investigación sobre los correos electrónicos de Hillary Clinton, un acontecimiento que Clinton responsabiliza como una posible razón de su derrota.
El memorándum también ha socavado el aire de imparcialidad profesional que los demócratas y sus medios noticieros asociados, el New York Times y el Washington Post, han intentado otorgar a la “comunidad de inteligencia”.
El verdadero temor de los demócratas es que, al quedar expuesta la campaña antirrusa, se erosione la credibilidad del FBI. “La publicación selectiva y la politización de la información clasificada marca un precedente terrible y dañará a largo plazo a la comunidad de inteligencia y a nuestras agencias policiales”, declaró el viernes el demócrata de rango de la comisión de inteligencia de la Cámara de Representantes, el diputado Adam Schiff de California.
Schiff luego añadió: “Si las potenciales fuentes de inteligencia saben que sus identidades pueden llegar a comprometerse cuando soplan vientos políticos, dichas fuentes de información vital podrían simplemente desaparecer, lo que vendría a un gran costo para nuestra seguridad nacional”.
No obstante, tales argumentos sobre “seguridad nacional” han quedado completamente en lo absurdo tras la publicación del documento, el cual no contiene ninguna información delicada más allá de los actos indebidos del FBI y los demócratas, incluyendo del mismo Schiff.
El viernes, antes de la publicación del memo, el New York Times acusó a los legisladores republicanos de “socavar la credibilidad de la comunidad policial” que habían “defendiendo tan arduamente”.
Le quedó al sitio web satírico Onion exponer el obvio ridículo de estos argumentos:
Enfatizando que tal acción sería descabellada, el director del FBI, Christopher Wray, advirtió el jueves que publicar el “Memo de Nunes” podría socavar la fe en las masivas agencias secretas del Gobierno estadounidense que no rinden cuentas. “Hacer público este memo casi seguramente impedirá nuestra habilidad para llevar a cabo actividades fuera de cualquier sistema legal o judicial a escala internacional”, dijo Wray, señalando que era esencial tener una confianza mutua entre la población estadounidense y la gran y misteriosa camarilla que tiene plena libertad para utilizar las tácticas que consideren necesarias para vigilar a ciudadanos estadounidenses o sabotear a grupos religiosos y políticos.
En respuesta a las acusaciones de los demócratas de que la publicación perjudicaría la “seguridad nacional”, el periodista Glen Greenwald tuiteó, “¿Cuál argumento concebible existe de que alguna parte del Memo de Nunes podría atentar contra la seguridad nacional?”.
La junta editorial del Times defiende la postura de que ningún documento crítico de las acciones del aparato de inteligencia de EUA debería ser publicado nunca. El Times respalda su argumento citando al senador demócrata, Ron Wyden, quien estaba en contra de la publicación del memo porque el público “lo vería como prueba de que la clasificación selectiva es utilizada más frecuentemente para engañarlos que para protegerlos”.
No cabe duda de que es verdad que la “clasificación selectiva” es utilizada para engañar al pueblo estadounidense. Esto quedó demostrado por la publicación en 1971 de los Papeles del Pentágono, que documentaron lo flagrantes y extensas que fueron las mentiras al pueblo estadounidense de los Gobiernos de Kennedy, Johnson y Nixon sobre la Guerra de Vietnam.
Como efectivamente documenta el nuevo filme de Stephen Spielberg, The Post, ambos, el New York Times y el Washington Post decidieron desafiar entonces a la Administración Nixon y publicar los Papeles del Pentágono rechazando directamente el espurio argumento de que su publicación perjudicaría la “seguridad nacional”.
El editorial publicado por el Times el viernes constituye una versión más cruda de los argumentos dados por la Casa Blanca bajo Nixon para bloquear la divulgación de los Papeles del Pentágono. Si se tomara al pie de la letra lo que dice el editorial, uno concluiría que, si el Times llegase a estar en posesión del memo de Nunes, nunca lo publicaría.
El Times se ha convertido en poco más que en vocero de las agencias de inteligencia de EUA, cuyo objetivo es prevenir la divulgación de toda información que consideran que pueda afectar negativamente los intereses de la burguesía y el Estado capitalista estadounidenses.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 3 de febrero de 2018)