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Crece la oposición a la incorporación en la legislación del estado de emergencia francés

La Asamblea Nacional francesa votó el 6 de julio una nueva prolongación del estado de emergencia hasta el primero de noviembre y, junto con el Senado, discutió el 18 y 19 de julio en sesiones aceleradas un proyecto de ley que incorporaría en el derecho común los poderes policiales otorgados por el estado de emergencia.

Mientras estos proyectos de ley son examinados y discutidos en la prensa, la oposición a ellos está aumentando. Incluso dentro de círculos académicos y de ONGs que en buena medida apoyaban al presidente Emmanuel Macron en las elecciones presidenciales de este año, se reconoce cada vez más ampliamente que está dando un paso histórico para construir un régimen autoritario y antidemocrático en Francia.

El 12 de julio, Libération y Médiapart publicaron un llamamiento firmado por 500 académicos e investigadores criticando los pasos hacia un estado de emergencia permanente. “Estas son medidas que amenazan gravemente la libertad y que, de acuerdo con este proyecto de ley, podrían ser decididas por el ministro del interior o por prefectos de la policía no en una situación de 'peligro inminente', sino más ampliamente, en cualquier momento o lugar y … [eso podría ser] decidido en base a meras sospechas”, declara, y concluye: “No podemos aceptar semejante retroceso en el dominio de la ley”.

Paralelamente, protestas convocadas por una coalición de ONGs, sindicatos (incluyendo de jueces), y de partidos pequeño-burgueses incluyendo al Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), el stalinista Partido Comunista Francés, y Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon tuvieron lugar en París el primero y el 18 de julio. Fueron convocadas con la consigna “No al estado de emergencia permanente”. Otra protesta está prevista para el 10 de septiembre.

Los partidos convocantes de las actuales protestas apoyaron al anterior gobierno del Partido Socialista (PS) del presidente François Hollande, su campaña “Je suis Charlie” tras el atentado de enero de 2015 contra Charlie Hebdo, y la imposición del estado de emergencia tras los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París. Aceptaron la supresión de los derechos democráticos bajo el estado de emergencia, que votaron en la Asamblea diputados de la coalición Frente de Izquierdas entre el PCF y Mélenchon.

Por su parte, el WSWS se opuso al estado de emergencia de manera consecuente, haciendo hincapié en que serviría para construir un estado policial para reprimir la oposición de la clase trabajadora a la austeridad y a la guerra imperialista. Enfatizó que el estado de emergencia no era en realidad una lucha contra las redes del terrorismo islamista que llevaron a cabo atentados en París, que las potencias imperialistas de hecho usan en sus guerras en Siria. Localizó las causas más profundas del estado de emergencia en la crisis internacional del capitalismo y el colapso de las formas democráticas de gobierno que son incompatibles con la desigualdad social grotesca que va en aumento.

Los perpetradores de los atentados terroristas eran individuos bien conocidos por los servicios de inteligencia, que les permitieron circular libremente y operar sin impedimentos. Este fue el caso de los hermanos Kouachi, que cometieron el atentado contra Charlie Hebdo; de Amédy Coulibaly, que cometió el atentado en el mercado Hyper Kosher en Vincennes ese mismo día; y de Salem Abdeslam, el principal sospechoso de los atentados de noviembre de 2015, que se escondió durante cuatro meses cerca de la casa de su familia en Bruselas mientras supuestamente estaba siendo buscado por todos los cuerpos de policía de Europa.

Los ataques recientes en Manchester revelaron otra vez los estrechos lazos entre la inteligencia occidental y la persona que comete el ataque terrorista. Él y su familia eran bien conocidos por los servicios de seguridad, dado que su familia había participado en las guerras dirigidas por la CIA en Libia y en Siria.

El NPA en particular rápida y vehementemente se alineó con estas guerras. Defendió la guerra en Libia bajo el pretexto falso de que era una intervención “humanitaria”, y la guerra de Hollande en Libia con la mentira de que milicias dominadas por fuerzas islamistas vinculadas a Al Qaeda estaban haciendo una “revolución democrática”. Este partido, integrado en la maquinaria política que tenía por objetivo “vender” la política exterior imperialista a la población, terminó también sirviendo de cobertura de las mentiras políticas que subyacen a su política doméstica represiva.

Las masas, y sobre todo la clase trabajadora, están profundamente apegadas a los derechos democráticos. Sin embargo, sus luchas de oposición se desarrollarán a lo largo de líneas políticas extremadamente diferentes de las de protestas simbólicas dominadas por partidos como LFI, el PCF, y el NPA u otros grupos cercanos al PS y la maquinaria estatal imperialista.

Si las advertencias que predominan en las protestas actuales apuntan a la política dictatorial de Macron y exigen mantener “el imperio de la ley”, plantean sobre todo el argumento de que el estado de emergencia “no es efectivo contra el terrorismo”. Es decir, aceptan la legitimidad de la “guerra contra el terrorismo”, que ha servido desde el principio como un pretexto falso para la supresión de derechos democráticos. Un orador en las protestas incluso propuso reforzar los servicios de inteligencia y formar “en el terreno [en Siria] una coalición universal contra el Estado Ismámico”.

Los oradores de la protesta dirigieron demandas a Macron sin mencionar a su predecesor, Hollande, para guardar silencio acerca del hecho de que ellos apoyaban su política. Se dirigieron también al parlamento. La manifestación del 18 de julio pasó en frente del Senado, que recientemente había prolongado el estado de emergencia hasta noviembre.

Si Macron está intentando construir un Estado policial permanente en Francia, es porque sabe que la oposición de la clase trabajadora será de una escala y un carácter enteramente diferentes de los de los viejos satélites políticos del PS. No tiene apoyo popular para sus políticas de guerra y austeridad, un estado de cosas enfatizado por la abstención sin precedentes de la mayoría en las elecciones legislativas. Su partido ganó la mayoría en la Asamblea con el apoyo de solamente el 16 por ciento de los votantes censados.

Amplios sectores de la población y de la juventud son abiertamente hostiles a las políticas de Macron; se está preparando una explosión de la lucha de clases y una confrontación revolucionaria entre la clase trabajadora y la burguesía.

Los sectores de los medios y del establishment político que ahora están preocupados por el estado de emergencia permanente están proponiendo preservar el gobierno de la ley y del capitalismo. Pero es un capitalismo en crisis, con sus guerras y sus crisis sociales y económicas, que está llevando a la clase dirigente a intentar destruir derechos democráticos instaurando un estado policial permanente.

La única defensa viable de los derechos democráticos es a través de la movilización revolucionaria de la clase trabajadora en Francia y en toda Europa en una lucha política contra el capitalismo. Es la única fuerza en la sociedad que puede conseguir el derrocamiento de la clase capitalista para defender y extender los derechos democráticos que ahora están siendo seriamente amenazados.

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