Este discurso fue pronunciado por Peter Symonds—editor nacional en Australia de World Socialist Web Site—en la Conferencia en Línea del Día Internacional de los Trabajadores de 2017 celebrado el 30 de abril.
Por primera vez desde la crisis de los misiles cubanos en 1962, los trabajadores de todo el mundo se enfrentan al peligro real e inmediato de una guerra nuclear. En medio del creciente frenesí de la difamación mediática de Corea del Norte, el gobierno de Trump ha declarado en repetidas ocasiones que no tolerará las continuas pruebas nucleares y de misiles de ese país, y que “todas las opciones están sobre la mesa” para detenerlas.
Realmente la Casa Blanca ha descartado ya muchas de las “opciones” obvias. El secretario de Estado Rex Tillerson ha rechazado cualquier conversación con el régimen norcoreano a menos que se someta por adelantado a las demandas de Washington. También ha declarado que la política de sanciones de la administración Obama—la llamada “paciencia estratégica”—ha fracasado.
Los Estados Unidos está aplicando una fuerte presión sobre China para intimidar a Corea del Norte y someterla, pero el resultado final es que si Beijing no resuelve el problema, los Estados Unidos lo hará. Las únicas opciones que restan son militares. Trump ha advertido que “un gran, gran conflicto,” con Corea del Norte es una posibilidad definitiva y ya ha enviado una “armada”—un completo grupo de ataque conformado por portaaviones y submarino cargados de armas nucleares—a la Península Coreana.
El vicepresidente Mike Pence acaba de hacer una breve gira por Asia para dar instrucciones a los principales aliados de Estados Unidos —Japón, Corea del Sur y Australia. Washington tiene fuerzas militares en los tres países así como en Guam, unidas por sistemas de comunicaciones, focalización y espionaje, entre las cuales, las bases australianas como Pine Gap desempeñan un papel prominente.
La total imprudencia de la administración Trump se ve reforzada por su determinación de mantener a todos en la oscuridad acerca de sus planes, un juego político arriesgado que aumenta en gran medida el peligro de una guerra en la cual podrían morir millones de personas.
¿Por qué está preparando la administración Trump la guerra contra Corea del Norte, un pequeño país empobrecido devastado por décadas de un embargo encabezado por Estados Unidos? No tiene petróleo ni recursos naturales significativos y, a pesar de su constante demonización por parte de Estados Unidos, no representa una amenaza real para los Estados Unidos. Sin embargo está ubicado estratégicamente en la frontera con Rusia y China.
Las amenazas contra Corea del Norte forman parte de una contienda más amplia con China, a la cual los Estados Unidos considera como el principal obstáculo para su hegemonía global. El “pivote hacia Asia”, iniciado por la administración Obama con una importante acumulación militar contra China, se está intensificando bajo Trump. Su gobierno ha amenazado con una guerra comercial contra Pekín, para desgarrar la política de Una Sola China y, por lo tanto, las relaciones diplomáticas, y desafiar a China militarmente en el Mar de China Meridional.
La amenaza de una catastrófica guerra nuclear no es simplemente producto de la locura de Trump o de administraciones anteriores. Más bien, está siendo generada por la demencia de un sistema social—el sistema capitalista y su anticuada división del mundo en competidores estados naciones. La campaña de Estados Unidos contra China y Rusia, así como en Oriente Medio y Europa del Este, es un intento desesperado por librarse de una crisis económica y social cada vez peor y afirmar su dominio de Asia y del mundo entero.
Las lecciones de la Revolución rusa, hace un siglo, demuestran que el peligro de la guerra sólo puede terminar con la revolución socialista. El Día Internacional de la Trabajadores, que marca la unidad internacional de la clase obrera, los trabajadores de Estados Unidos, China, Corea, Japón, Australia, Asia y del mundo, necesitan responder a la amenaza de la guerra con la construcción de un movimiento cuya tarea sea la abolición del sistema de ganancias que produce la guerra.
El peligro del conflicto nuclear no puede ser conjurado a través de la fraseología pacifista o apelaciones inútiles a los gobiernos capitalistas, comprometidos a perseguir sin piedad, sus intereses económicos y estratégicos.
Tampoco debe haber ninguna ilusión que Estados Unidos se abstenga de usar armas nucleares debido a la magnitud de la devastación involucrada. La frase “pensar lo impensable”, acuñada por el notorio estratega de la Guerra Fría Herman Kahn en los años 50, se discute de nuevo en los círculos estratégicos de Washington. El gobierno de Obama comprometió $1 trillón (mil millones de millones de millones) en los próximos 30 años para mejorar el arsenal nuclear de Estados Unidos.
Lejos de defender al pueblo norcoreano, los esfuerzos del régimen de Pyongyang para reunir un arsenal nuclear rudimentario sólo agravan el peligro de una guerra nuclear. Estados Unidos ha declarado que hará frente a cualquier intento de Corea del Norte de utilizar sus armas nucleares, con una “respuesta eficaz y abrumadora”. En 1945, el imperialismo estadounidense lanzó bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki como advertencia a la Unión Soviética y al resto del mundo. Igualmente utilizaría el bombardeo nuclear de Corea del Norte para enviar un pavoroso mensaje a sus rivales hoy.
Los regímenes de Corea del Norte y China no representan el socialismo. Profundamente hostiles al internacionalismo socialista, ambos propagan los vapores venenosos del nacionalismo y el chovinismo que dividen a la clase obrera internacional. El Partido Comunista de China defiende los intereses de la pequeña y ultra rica élite que se ha beneficiado de la restauración capitalista. Oscila entre los cobardes esfuerzos para llegar a un acuerdo con el imperialismo estadounidense a expensas de Corea del Norte y ampliar su propio aparato militar. Ambos sólo aumentan el peligro de conflicto.
La conciencia sobre el peligro inminente de conflicto, una sana desconfianza en la inundación de propaganda, y la oposición generalizada a la guerra, está creciendo entre los trabajadores y los jóvenes. La falta de un movimiento contra la guerra hoy en día es responsabilidad de ciertas fuerzas políticas y en especial, de las diversas organizaciones de la pseudo-izquierda. Aquellos que condujeron o más bien engañaron las manifestaciones de masas en todo el mundo en 2003 contra la invasión estadounidense de Irak han girado bruscamente hacia la derecha, apoyando las operaciones de cambio de régimen dirigidas por Estados Unidos en Libia y Siria. Su caracterización no científica y ahistórica de China como “poder imperialista”, encaja con las denuncias del Departamento de Estado estadounidense sobre la agresión de China y el expansionismo.
El Comité Internacional de la Cuarta Internacional y su órgano el World Socialist Web Site están solos exponiendo las maquinaciones del imperialismo estadounidense y sus aliados en Asia y alrededor del mundo, y en la construcción de un movimiento internacional de la clase trabajadora contra la guerra, para detener el impulso de una devastadora guerra mundial.
Esta es una tarea urgente. En este primero de mayo, hacemos un llamado a los trabajadores de todos los países para que se unan a nosotros en nuestro esfuerzo para construir el liderazgo revolucionario necesario para conducir las luchas que tenemos por delante.