El miércoles, el columnista del New York Times, Thomas Friedman, publicó una carta abierta dirigida a varios generales, agentes del “Estado profundo” y a un ejecutivo corporativo en el gabinete del presidente Trump, efectivamente para que organicen un golpe de palacio.
Los destinatarios de la carta de Friedman, denominados “algunos buenos hombres”, incluyen a tres generales — el secretario de defensa, James Mattis, el asesor de Seguridad Nacional, H. R. McMaster, y el secretario de Seguridad Nacional, John Kelly — el director de la CIA, Mike Pompeo, y el magnate petrolero y actual secretario de Estado, Rex Tillerson.
Adulando a los políticos, la columna de Friedman comienza: “Estimados señores, estoy escribiéndoles hoy porque son los cinco adultos con más integridad en el gobierno de Trump. Mattis, McMaster y Kelly, ustedes sirvieron a nuestra nación como generales en el campo de batalla. Pompeo, usted se graduó de primero en su clase en West Point y sirvió como oficial de caballería”.
Continúa, “Estoy escribiéndoles directamente porque creo que son los últimos ‘buenos hombres' que pueden enfrentarse” a Trump. Refiriéndose a la destitución de Richard Nixon, Friedman declara, “La última vez que nuestro país enfrentó un cáncer en la Presidencia como este, los dirigentes del Partido Republicano pusieron a su país por delante de su partido para llegar a la verdad”. Pero el Partido Republicano de hoy “se ha declarado en bancarrota moral” y “ha renunciado a su responsabilidad”.
Dando halagos y rebajándose a sí mismo, prosigue, “Les pregunto a ustedes que han honrado a nuestro país como oficiales militares, cómo habrían reaccionado si su comandante hubiese acusado a su predecesor con un delito tan grave que violase su juramento constitucional... ¿Cómo militares, habrían dicho simplemente, ‘Lo siento, pero sólo me dedico a la artillería’ o ‘Sólo me ocuparé de mis asuntos’? Conociendo a algunos ustedes, me gustaría pensar que no lo harían”.
Friedman revela el carácter totalmente reaccionario de la oposición del Partido Demócrata al nuevo gobierno. Trump y su gabinete de generales, multimillonarios y fascistas han enfurecido a decenas de millones en Estados Unidos que se oponen a sus ataques contra los derechos democráticos, su persecución de inmigrantes propia de un Estado policial y su agitación chauvinista, racista y militarista. Ni la postura de Friedman ni la del Partido Demócrata por quien habla tienen nada que ver con las demandas democráticas del pueblo.
Friedman le da voz a ciertas tendencias dentro y alrededor del Partido Demócrata que apoyarían, para la consecución de su demonización macartista de Rusia, un golpe de palacio, el cual instalaría una junta encabezada por elementos militares, de inteligencia y corporativos que gobernaría el país. El estrato social pudiente y corrupto por el que habla el millonario columnista tiene dos preocupaciones en mente.
En primer lugar, Trump está amenazando ciertos intereses imperialistas estadounidenses al distanciarse de las políticas belicistas contra Rusia del gobierno de Obama. Además, está hiriendo la imagen del país a través de sus explícitas mentiras y amenazas dirigidas en contra de los supuestos aliados de Washington. En su columna, Friedman deja este punto en claro, señalando algunas discusiones en Emiratos Árabes Unidos y encuestas en Alemania que demuestran que el apoyo hacia EE.UU. se está erosionando, y que “el mundo está mirando”.
Más adelante, cita al estratega imperialista estadounidense, Richard Haass, presidente de la organización Council on Foreign Relations (Consejo de Relaciones Exteriores), quien advierte que sin corregir el curso actual, el país “podría acabar no con EE.UU. de primero, sino con un EE.UU. solo”.
La segunda preocupación de estas capas es que Trump esté alimentando el descontento popular en el país a tal punto que se salga fuera de control y amenace a todo el sistema económico y político. Lejos de apelar a la amplia oposición que comenzó a surgir apenas Trump fue inaugurado, el Partido Demócrata está decidido a evitar a toda costa la aparición de un movimiento de las masas trabajadoras. Es por esto que dirige sus llamados al aparato militar y de inteligencia y a la aristocracia empresarial como parte de su lucha contra la facción de la clase gobernante que representa Trump.
Esta disputa constituye una guerra entre dos facciones de farsantes reaccionarios dentro de la misma élite capitalista. El grupo detrás de Trump busca procurar un enfoque diferente para asegurar la hegemonía mundial del imperialismo estadounidense, aplazando por ahora los planes de guerra contra Rusia a fin de cargar primero contra China.
Ambas facciones pretenden arrastrar al pueblo estadounidense y al resto del mundo a una tercera guerra mundial, pese a la posibilidad de una aniquilación nuclear. Además, no existe ninguna diferencia en la necesidad que ambas perciben de intensificar su guerra contra la clase obrera.
Todos los que se opongan a las políticas de Trump contra inmigrantes, la evisceración de los programas sociales y la guerra deben rechazar los esfuerzos de los demócratas para encauzar la creciente oposición popular al gobierno detrás de su propio programa bélico y reaccionario. Lo que sí es necesario y por lo que lucha el Partido Socialista por la Igualdad y el World Socialist Web Site es la construcción de una oposición obrera basada en un programa socialista para poner fin al capitalismo y al imperialismo.