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El sur de Asia, el "pivote" estadounidense y la Revolución Permanente

Discurso de Wije Dias, Secretario General del Partido Socialista por la Igualdad (Sri Lanka) ante la Manifestación del Dia Internacional del Trabajador, el 3 de mayo, organizada por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional.

Camaradas, estoy hablando desde Colombo, Sri Lanka.

La aceleración de los antagonismos geopolíticos de todo el mundo y de los peligros de la guerra están tomando un grave y agudo carácter en el sur de Asia. Toda la región se está enredando en la vorágine de las ambiciones de dominación mundial del imperialismo norteamericano y de su "pivote hacia Asia" cuyo propósito es el sitio militar de China.

En Sri Lanka las consecuencias de ese proceso son claras. La visita de John Kerry, primera visita de un Secretario de Estado en diez años, tuvo el objetivo declarado de "reiniciar" las relaciones entre Estados Unidos y Sri Lanka; en otras palabras, de garantizar que esta isla, estratégicamente posicionada, orbite firmemente alrededor de Estados Unidos.

Washington invierte mucho en esta "restauración" de relaciones. Estados Unidos había demostrado su hostilidad al ex presidente Mahinda Rajapakse y a los lazos de su gobierno con China, lanzando una campaña total de "derechos humanos" para obligarlo a cambiar su camino. Al no tener efecto esa táctica, Washington respaldó sustituirlo, cosa que ocurrió en el balotaje presidencial del reciente mes de enero. En esa ocasión Kerry se envolvió directamente a favor del ganador, Maithripala Sirisena. Llamó Rajapakse en la noche del voto para amenazarlo. La Casa Blanca quería ver "una transferencia suave de poder" para Sirisena.

La visita de Kerry este fin de semana pisa los talones a una serie de visitas en los últimos tres meses de altos funcionarios militares y diplomáticos estadounidenses a Colombo para conversar con el nuevo gobierno. La tarea de Kerry es dejar en claro que Sirisena marcha en total compás con los intereses de Washington y que se puede contar con él en cualquier conflicto con China.

La proyecto de cambio de régimen en Colombo ejemplifica la crueldad absoluta del imperialismo norteamericano. Desestabiliza toda la región sin importarle las consecuencias. Impulsado por la colapso cada vez más intenso del capitalismo mundial, Estados Unidos desesperadamente busca compensar su declive histórico con intrigas y provocaciones diplomáticas y mediante el belicismo.

El plan de Washington para el sur de Asia tiene como elemento central su asociación estratégica con India. Ésta se profundiza con la elección como primer ministro de Narendra Modi, un chovinista hindú. Durante años, a Modi se le prohibió la entrada a Estados Unidos debido a que dirigió los pogromos contra los musulmanes en Gujarat. Todo cambia ahora que Modi se hace cómplice de los planes de Washington; su descarta su record de "derechos humanos" y se lo trata como si fuera un rey.

La sarta de visitas oficiales habla por sí misma. En sólo un año, Kerry y Chuck Hagel, Secretario de Defensa estadounidense, han visitado Nueva Delhi, y Modi ha visitado a Washington. El presidente Obama fue el invitado de honor en las celebraciones del Día República de la India en enero, la primera vez para un presidente de Estados Unidos. La colaboración militar se destaca con el hecho de que los Estados Unidos, y no Rusia, es ahora el mayor proveedor militar de la India.

El apoyo de Washington alienta los amagues agresivos de la clase de poder de la India. Modi ya adopta una postura más provocativa contra Pakistán y China. Hay que recordar que ha habido tres guerras entre India y Pakistán en los últimos 60 años. Por el otro lado, India y China derramado sangre en conflictos fronterizos. Ahora los tres países tienen armas atómicas.

Un informe macabro por el destacado estratega estadounidense Anthony Cordesman pone el dedo en la herida el desprecio de Washington hacia la suerte de las masas del sur de Asia. Según ese documento en una guerra nuclear entre India y Pakistán, decenas, si no cientos de millones morirían horriblemente. Pero en lo que se refiere a Estados Unidos declara, que la guerra "no necesariamente acarrea serias grandes consecuencias estratégicas" y "bien podría tener beneficios".

Estados Unidos ya ha devastado Afganistán en más de una década de guerra y ocupación militar. Con la elección de Obama, la guerra de Afganistán se convirtió en la guerra afgana y pakistaní. La agencia de espionaje estadounidense (CIA) sigue enviando aviones drones, lloviendo cohetes balísticos en las áreas fronterizas de Pakistán y matando a cientos de civiles. Esto agrava la crisis interna del gobierno de Pakistán y pone gasolina al fuego de las tensiones entre India y Pakistán.

No hay rincón del sur de Asia que esté exento de la intervención imperialista. Del mismo modo que Washington utilizó el tsunami de 2004 meter a Marines estadounidenses en Sri Lanka, el Pentágono ahora se aprovecha del devastador terremoto en Nepal para meter a su ejército en ese país.

Hoy, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional pide a los trabajadores de todo el mundo responder a la catástrofe que el capitalismo está creando con la lucha por el internacionalismo socialista. En el sur de Asia eso significa que la clase obrera debe rechazar todos los partidos y facciones de la burguesía y sus testaferros estalinistas, sindicales y de seudoizquierda. La respuesta de las clases de poder es someter totalmente al imperialismo, y asaltar profundamente, los puestos de trabajo y las condiciones de vida del pueblo trabajador. Llenas de terror ante la oposición de la clase obrera, hacen todo lo que pueden para hacer que los trabajadores se peleen entre sí utilizando diferencias nacionales, regionales, lingüísticas y religiosas.

La clase obrera debe rechazar todo eso. Hace más de un siglo, León Trotsky explicó en su Teoría de la Revolución Permanente que la burguesía nacional en los países atrasados es totalmente incapaz de cumplir con las aspiraciones democráticas y sociales de las masas, cosa que las amargas experiencias de la clase obrera del subcontinente indio han demostrado una y otra vez.

Sólo la clase obrera, despertando a los campesinos y pobres urbanos, puede apagar el peligro de guerra, garantizar derechos democráticos y ofrecer un futuro digno para la humanidad. Esta es una lucha internacional en la que los trabajadores del sur de Asia (casi quinientos mil millones en India y decenas de millones más en Pakistán, Bangladesh y Sri Lanka) deben participar. La cuestión clave es la perspectiva y programa revolucionarios y, sobre todo, la dirección revolucionaria, que sólo el Comité Internacional de la Cuarta Internacional puede proveer.

Hacemos un llamado a los trabajadores en todo el sur de Asia y en todo el mundo, incluso en Estados Unidos y en otros centros imperialistas, a unirse a nosotros en la lucha para construir el Comité Internacional en todos los países, anticipando las luchas revolucionarias que están por venir.

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