Esta es la primera parte de una serie de artículos sobre el reciente festival de cine FICUNAM en la Ciudad de México.
En representación del World Socialist Web Site, Joanne Laurier y yo asistimos recientemente el Festival Internacional de Cine de la Universidad Nacional Autónoma de México en la Ciudad de México, conocido por su acrónimo FICUNAM. La edición de este año, la quinta desde el lanzamiento del festival, proyectó unas 137 películas de 36 países. Tuvo lugar entre del 26 de febrero al 7 de marzo.
En coordinación con el festival de cine, la Cátedra Ingmar Bergman en Cine y Teatro de la UNAM me invitó a participar en una mesa redonda de 3 de marzo, junto con el moderador Roger Koza y Cristina Nord, editora cultural de Die Tageszeitung en Alemania sobre " Política y Crítica de Cine".
El viaje a México resultó ser una experiencia intensa, compleja y esclarecedora.
Lo primero es lo primero. México D.F. es una inmensa región urbana, un mar de humanidad. Mientras que la población oficial de la ciudad es de 8.8 millones de habitantes, la zona metropolitana es el hogar de 22.2 millones personas, por lo que es una de las más grandes "aglomeraciones" y la ciudad más grande del mundo de habla castellana.
Como país, México ocupa el puesto undécimo en el mundo en términos de población, con 120 millones de personas, casi la mitad de ellos menores de 25 años de edad. UNAM, fundada en 1910, es la universidad más grande de América Latina, con unos 325.000 estudiantes.
La clase obrera mexicana, enorme e inquieta, encara una élite gobernante criminal y corrupta, cuyos partidos políticos y las instituciones principales carecen legitimidad. El asesinato a sangre fría de 43 estudiantes en el sureño estado mexicano de Guerrero, en septiembre, un crimen y posterior encubrimiento en el que cada partido hizo su juego, reveló para todo el mundo el carácter brutal de las relaciones sociales del país. El imperialismo estadounidense respalda firmemente el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto en sus esfuerzos para imponer "reformas" a costillas de amplias capas de la población.
La atrocidad horrorosa en Guerrero permanece en casi todas las mentes. Me contaron que en la ceremonia de apertura del festival de cine de 25 de febrero, el director del festival, se refirió a los asesinatos y el público de 800 personas empezó a contar: "1, 2, 3 ..." hasta 43. Comprensiblemente fue un momento muy emocional.
Un grupo de más de 40 personas que trabajan para el festival entregó una declaración a cada invitado, llamándoles la atención sobre los asesinatos. La declaración describe el evento Guerrero como uno de "los crímenes contra la humanidad que se están produciendo en nuestro país", y argumenta, además, que la masacre "no es un incidente aislado, que México tiene una larga historia de injusticias cometidas por el gobierno contra el pueblo". Se acusa al gobierno de Peña Nieto de ser responsable de miles de "desapariciones forzadas" en sus primeros dos años y dos meses en el puesto.
Uno siente una presencia en la Ciudad de México que va más allá de los problemas sociales inmediatos y tensiones, tan apremiante como los son. La herencia de León Trotsky, el líder revolucionario ruso que vivió su último exilio en el suburbio de Coyoacán de la Ciudad de México desde enero de 1937 hasta su asesinato en agosto de 1940, es parte del tejido de la ciudad. La última residencia de Trotsky, ahora un museo junto a una carretera muy transitada, sigue siendo un atractivo para muchas personas, especialmente los jóvenes. Su escritorio aun se conserva en el estado en que estaba el día que murió. Hay agujeros de bala en la pared de un intento de asesinato de mayo 1940.
La importancia de la herencia de Trotsky surgió en numerosos contextos, políticos y culturales, durante nuestra estancia en la Ciudad de México. Era difícil ir muy lejos en cualquier discusión seria sin oír mencionar su nombre. Setenta y cinco años después del asesinato de Trotsky, que tuvo la intención de ser un jaque mate al marxismo revolucionario, los otrora poderosos partidos estalinistas están en ruinas y la perspectiva de la revolución socialista mundial por la que el World Socialist Web Site lucha, gana apoyo y partidarios en todo el mundo todos los días. En verdad, como sostiene el Programa de Transición, "las leyes de la historia son más fuertes que el aparato burocrático."
Vimos varias películas notables en FICUNAM. Una retrospectiva de las películas del director uzbeko-soviético Ali Khamraev, nacido en 1937, fue sin duda una revelación. Khamraev estuvo presente en el festival y sigue siendo una figura vibrante, de gran alcance. Comenzó a hacer películas en la década de 1960 y trabajó en varios géneros, incluyendo documentales, películas históricas, comedias, "westerns", musicales y dramas sociales. Una de las preocupaciones indudables de Khamraev es la lucha contra el atraso social y el problema de la "mujer de Oriente" en particular. Ya Tebya Pomn (Me acuerdo de ti; 1985), Triptych (Tríptico; 1979), Bez Strakha (Sin Miedo; 1972) y Beliye, Beliye Aisti (Blancas, blancas cigüeñas; 1966) relucen especialmente como obras complejas y urgentes.
Fue muy conmovedor cuando Khamraev nos informó en una conversación que estaba haciendo una nueva película sobre un museo de arte de vanguardia de principios de la Unión Soviética, muchos de cuyos artistas expositores habían sido asesinados por Stalin, y que había ido a visitar el museo de Trotsky en Coyoacán.
Court (La Corte) de Chaitanya Tamhane, que toma parte mayormente en el espacio de un tribunal inferior en Mumbai y que trata de un ejemplo de cruel injusticia y del burocratismo, es una película hermosa y genial de la India. La objetividad y la confianza de su obra de ficción, que sigue a los distintos participantes en su vida cotidiana, es sorprendente para un cineasta de tan sólo 27 años de edad.
National Gallery (Galería Nacional) de Frederick Wiseman, sobre el principal museo de arte de Londres, es también un trabajo impresionante. Wiseman (nacido en 1930) ha estado documentando las idas y venidas en diversas instituciones sociales en los Estados Unidos, en su mayor parte (hospital mental, el departamento de policía, compañía de danza, la escuela secundaria, zoológico, la legislatura estatal, gimnasio de boxeo, etcétera) durante décadas. En un sentido, Wiseman es un prisionero de su material. Algunas instituciones son más interesantes que otras. ha encontrado un tema digno y fascinante en las pinturas y los expertos de la National Gallery.
The Gold Bug (El escarabajo de oro) de Argentina (co-dirigida por Alejo Moguillansky, a quien entrevistamos) es otra película notable. Es una obra rara, que "se atreve" a ser cómica y, lo que es más, satiriza el feminismo y otras preocupaciones de la clase media.
Las películas de Sergei Loznitsa, el documentalista nacido en Ucrania, son más problemáticas, constituyen un cuerpo mucho más contradictoria de trabajo. Algunas de sus obras, como Blokada (Bloqueo, 2005), compuesto enteramente de material fílmico de cineastas soviéticos durante el terrible y asesino sitio de Leningrado (1941-1944); Landshaft (Paisaje, 2003), sobre un "viaje sin fin" de un pueblo ruso y una parada de autobús, en particular, recoge fragmentos de conversaciones fascinantes; y Polustanok (La parada del tren, 2000), escenas filmadas de nada fuera de los pasajeros, en su mayoría pobres, que dormían en una sala de espera de una estación de tren, son sorprendentes y humanitarios.
La pasividad de Loznitsa, su "negarse a juzgar", sin embargo, resulta peor que inadecuado cuando encara las manifestaciones en la plaza central de Kiev de los 2013 y 2014, en Maidan (2014). El director presenta estas protestas, en las que nunca participaron representativos sectores de la población (más bien fueron vehículos de expresión para y elementos fascistas, apoyados por los gobiernos de Estados Unidos y Alemania) como si hubiera sido una verdadera "revolución".
Una serie de tendencias en el contemporáneo "cine arte" (algunas de ellas retrógradas y desatinadas, creo yo) aparecieron en FICUNAM. Varias películas, sufren de desolación, parálisis y tristeza; hablan más de ciertos estados de ánimo en los intelectuales de las más generales tendencias en la vida contemporánea. De eso son ejemplos Cavalo Dinheiro (Caballo Dinero) de Pedro Costa, No todo es vigilia de Hermes Paralluelo, Jauja de Lisandro Alonso, las más recientes de Jean-Marie Straub (Communistes y La guerre d’Algerire) y, en cierta medida, Aleksey German, Jr. (Pod Elektricheskimi Oblakami [Bajo nubes eléctricas]) y de Adirley Queiros (Branco sai, Preto fica [Blanco fuera, Negro dentro]).
Este problema, junto con otros problemas históricos e ideológicos, surgió en el curso de nuestra discusión del 3 de marzo en "Política y la crítica de cine." Yo sugerí en esa mesa que la debilidad actual del cine mundial ha estado "enlazada a una negligencia, a malos entendidos y a la ignorancia sobre los grandes acontecimientos del siglo XX de los que deriva nuestro actual momento social y psicológico. Todas esas son cuestiones que nos encarrilan a la cuestión de la revolución rusa, nuestra actitud hacia ella, y a la lucha de Trotsky contra el estalinismo".
"En otras palabras," continué, "demuestra o no la degeneración de la revolución rusa que el socialismo es una utopía, que la clase obrera es, o no, una fuerza social viable?"
Para mí, la sensación de desesperanza "se basa en la gran falsificación del siglo XX, en mi opinión, que estalinismo es socialismo, que el estalinismo es el producto inevitable de la revolución social ... Es una lectura falsa del siglo XX, una lectura falsa de la historia, hubo una alternativa al estalinismo y todavía la hay”. El público presente respondió con entusiasmo a mis palabras.
Tendremos más que decir acerca de las películas en FICUNAM, algunos de los problemas en el cine contemporáneo, y la discusión 03 de marzo en los artículos venideros.
Continuará