A lo largo de los años treinta, la burocracia contrarrevolucionaria en la Unión Soviética que encabezaba Iósif Stalin asesinó a prácticamente todos los líderes de la Revolución de Octubre. Los juicios fraudulentos contra los líderes bolcheviques fueron organizados entre 1936 y 1938, y sus víctimas incluyeron a Zinóviev, Kámenev, Bujarin y Rakovski. Estos espantosos procesos, en que los acusados fueron obligados a denunciarse a sí mismos (tras falsas promesas de que dichas confesiones los salvarían a ellos y a sus familias), acabaron invariablemente en penas capitales llevadas a cabo en horas. En los pocos casos con sentencias de prisión, como con Rakovski y Radek, los acusados fueron asesinados luego en secreto. Los juicios fueron la imagen pública de una campaña inaudita de asesinatos masivos lejos de la vista pública.
Cientos de miles de socialistas, los representantes más avanzados de varias generaciones políticas de intelectuales y trabajadores marxistas, fueron exterminados físicamente. Casi un millón de personas fue asesinada en una ola de violencia contrarrevolucionaria entre 1936 y 1939. Esta liquidación, la cual confirmó en el sentido más directo la evaluación de Stalin hecha por Trotsky como el 'sepulturero de la revolución', fue un golpe a la consciencia revolucionaria de la clase obrera soviética de la cual la Unión Soviética nunca se recuperó.
La historia y el registro de estos crímenes sin precedentes son la refutación irrebatible a la afirmación de incontables propagandistas burgueses de que el estalinismo se basó en la herencia teórica y política del marxismo, ni hablar de la afirmación de que el estalinismo y el trotskismo son meramente variantes de uno y el mismo marxismo. La verdadera relación entre el estalinismo y el trotskismo fue descrita de la forma más correcta por Trotsky: los separa, escribió, 'un río de sangre'.
Sus obras más importantes fueron completadas tras la disolución de la URSS. A partir de 1992, comenzó a trabajar intensivamente en lo que sería una historia de siete volúmenes sobre la oposición revolucionaria marxista, encabezada por León Trotsky, a la degeneración estalinista de la URSS.
Cubriendo el periodo de 1923 a 1940, ¿Hubo una alternativa? de Rogovin es un estudio histórico sin par, indispensable para entender el régimen estalinista y la arraigada oposición socialista a su traición de los principios y programas de la Revolución de Octubre.
Rogovin documentó la inmensa popularidad de Trotsky, incluso después de su exilio de la Unión Soviética en 1929, y estableció que el principal propósito del terror sangriento de Stalin en los años treinta fue erradicar la influencia política de Trotsky.