141. Mientras Robertson hacía estos comentarios, los pablistas establecían columnas de defensa y amortiguadores sobre los que dependerían la burguesía y los estalinistas en las revueltas sociales que se aproximaban. En EE.UU., el SWP jugaba un papel crítico en la subordinación del creciente movimiento contra la guerra de Vietnam al capitalista Partido Demócrata. A través de Europa, las organizaciones pablistas se adaptaban a las tendencias estalinistas y pequeñoburguesas de la “Nueva Izquierda” que pronto contribuirían enormemente a desviar y desorientar los movimientos de protestas sociales en masa que surgieron en 1968. En Francia, los pablistas facilitaron la traición estalinista al estallido revolucionario de la clase trabajadora durante mayo-junio del 1968. Y, además, como mostraran claramente la “Primavera de Praga” en Checoslovaquia en 1968 y la ola de huelgas en Polonia, los regímenes estalinistas ya entraban en su crisis final. Las organizaciones pablistas, con su teoría de la auto-reforma de las burocracias, desvió a la Cuarta Internacional de concentrar sus fuerzas en una lucha implacable contra los regímenes estalinistas y de prepararse para su derrocamiento. No se había predeterminado, a mediados de los años 1960, que el colapso eventual del estalinismo conduciría inexorablemente a la formación de regímenes derechistas y pro capitalistas en la URSS y Europa Oriental. De hecho, en los años 1960, las luchas contra la tiranía estalinista en Europa Oriental eran izquierdistas y de orientación política socialista. Las consecuencias reaccionarias en Europa Oriental, la URSS y, a fin de cuentas, China, fueron producto de condiciones políticas que fueron creadas, en gran parte, por las falsa y reaccionaria política de los pablistas.
142. Entre las traiciones del pablismo estuvo su glorificación del castrismo y el guerrillerismo, lo cual tuvo un impacto devastador sobre toda una generación de trabajadores y jóvenes izquierdistas en Latinoamérica. Los desastres políticos de los años 1970 —en Chile, Argentina, Bolivia y Uruguay— fueron consecuencia de teorías y una política fomentadas por el Secretariado Unido pablista. Cuando el Secretariado Unido celebró a Ernesto “Che” Guevara—radical argentino quien, como muchos intelectuales latinoamericanos de su generación, explícitamente rechazó el concepto marxista sobre el papel revolucionario de la clase trabajadora—dio la señal política para repudiar el trotskismo. Los pablistas se hicieron los ciegos cuando Guevara le dio la bienvenida en Cuba a Ramón Mercader, el asesino de Trotsky, luego de haber sido liberado éste de una cárcel mexicana en 1960. Ellos hicieron un llamado a la juventud socialista de Latinoamérica para que encontrara una alternativa a la estrategia basada en la clase trabajadora. Como escribiera el pablista boliviano Moscoso:
“El método guerrillero por el que abogan los cubanos es aplicable a todos los países en desarrollo, aunque la forma tiene que variar de acuerdo a las peculiaridades de cada país. En los países donde las grandes masas son campesinas y la cuestión agraria no se ha resuelto, las guerrillas deben fortalecerse del apoyo de los campesinos; la lucha guerrillera pondrá a esas masas en acción y resolverá la cuestión agraria con armas en mano, como ocurrió en Cuba, comenzando en la Sierra Maestra. Pero en otros países, el proletariado y la pequeña burguesía radicalizada de las ciudades proveerán las fuerzas guerrilleras”. [87]
Hugo González Moscoso, “The Cuban Revolution and Its Lessons,” in: Fifty Years of World Revolution, ed. Ernest Mandel [New York: Pathfinder Press, 1970], pp. 194-95.