78. En una fase temprana de la lucha entre diferentes facciones del SWP, Trotsky definió la minoría Shachtman-Burnham-Abern como típica tendencia pequeñoburguesa. Esto no fue un insulto injustificado. Más bien, en base de la experiencia de más de 40 años durante los cuales había dirigido dos revoluciones (en 1905 y 1917) y fundado y asumido el mando del Ejército Rojo, Trotsky detectó en la minoría los rasgos característicos de “todo grupo pequeño burgués dentro del movimiento socialista”. La lista incluía: “una actitud desdeñosa hacia la teoría y cierta tendencia hacia el eclecticismo; una falta de respeto por las tradiciones de su propia organización; cierta inquietud por la ‘independencia’ personal a expensas de la preocupación por la verdad objetiva; el nerviosismo en lugar de la coherencia; una tendencia a cambiar de opinión; una falta de comprensión del centralismo revolucionario y una hostilidad hacia él; y finalmente, una inclinación a sustituir la disciplina del partido con círculos de amistades y relaciones personales”. [53]
79. La minoría condenó implacablemente las prácticas organizacionales del SWP, casi llegando a pintar a Cannon como un Stalin naciente, jefe de una burocracia despiadada del partido dedicada a extirpar toda expresión de individualismo. Pero Cannon no tenía pelos en la lengua y respondió:
“Los intelectuales pequeñoburgueses son introspectivos por naturaleza. Confunden sus propias emociones, sus incertidumbres, sus temores y su propio interés egoísta acerca de su destino personal con los sentimientos y movimientos de las masas. Consideran que agonía del mundo es el reflejo de sus propias penas y dolores inconsecuentes”. [54]
80. Cannon señaló que las críticas acérrimas de la minoría pequeñoburguesa acerca de las prácticas de organizacionales del partido seguían un patrón familiar.
“...La historia del movimiento revolucionario obrero desde los días de la Primera Internacional es una crónica ininterrumpida de las veces que grupos y tendencias pequeñoburguesas de todo tipo han tratado de compensar sus flaquezas teóricas y políticas atacando furiosamente los ‘métodos organizacionales’ de los marxistas. Y bajo la categoría de métodos organizacionales, incluyen todo, desde el concepto del centralismo revolucionario hasta los asuntos administrativos rutinarios; y más aún, incluyen el modo personal de ser y los métodos de sus adversarios principistas, los cuales califican de ‘malos’, ‘severos’, ‘tiránicos’ y —desde luego, desde luego, desde luego— ‘burocráticos’. Hasta hoy día, cualquier grupito de anarquistas puede explicar como el ‘autoritario’ Marx maltrató a Bakunin.
Al cumplir su undécimo año, la historia del movimiento trotskista en los Estados Unidos es extremadamente rica en semejantes experiencias. Las luchas y peleas facciosas en que los cuadros básicos de nuestro movimiento se educaron y consolidaron siempre fueron, por lo menos en parte, luchas contra todo intento de reemplazar asuntos principistas con riñas organizacionales. Cada vez, los adversarios políticamente débiles recurrieron a estas triquiñuelas”. [55]
81. Trotsky aprobó calurosamente el análisis de Cannon en cuanto a la cuestión organizacional y su lucha por darle al SWP una “orientación proletaria”. Escribió él: “El panfleto de Jim es excelente. Es la escritura de un auténtico líder obrero. El debate estaría justificado aún cuando no hubiera producido más que este documento”. [56]