El éxito y la creciente influencia del WRP eran solo una apariencia. Lo que en realidad sucedía era que sus conquistas dentro de la clase trabajadora y entre la juventud estaban deteriorándose poco a poco. Los recursos que el partido había conseguido por medio de relaciones oportunistas con nacionalistas burgueses sirvieron únicamente para encubrir temporalmente una crisis organizativa dentro del propio partido.
Nada reveló de manera más concreta el impacto devastador del oportunismo que las cifras de ventas del News Line. En 1980-81, la circulación semanal del periódico consistía en un promedio de 90.162 ejemplares pagados. En 1981-82, bajo el peso de las traiciones centristas del partido contra la clase trabajadora, a medida que este buscaba cimentar su alianza con la burocracia del GLC y con la “izquierda” del Partido Laborista, la circulación bajó a 63.350; es decir, disminuyó más del 33 por ciento. Para 1983-84, la caída iba a profundizarse aún más: 51.223 ejemplares.
Mientras la influencia del partido dentro de las bases del movimiento obrero disminuía, Healy empedernidamente construía una enorme maquinaria al servicio de su adaptación centrista a las burocracias sindicalista y laborista, profundizando así la dependencia del partido en los recursos adquiridos por fuerzas no proletarias.
Fue entonces cuando estalló el desastre. En junio de 1982, los sionistas invadieron Líbano y arrasaron con la mayoría de las posiciones de la OLP. Esto fue seguido por el estallido de una guerra dentro de la propia OLP, la cual, como resultado inmediato, sufrió una importante debilitación de su influencia política. La burguesía árabe viró radicalmente hacia la derecha. Los temblores y cambios políticos que estos sucesos ocasionaron fueron una paliza a la política exterior del WRP. Las implicaciones de la disminución de la influencia del partido dentro de la clase trabajadora —una disminución que había sido escondida por tanto tiempo— ahora amenazaba con reventar bajo la forma de una catastrófica crisis financiera.
A consecuencia de las maquinaciones de Healy y de la oficina de finanzas del partido, esta crisis se postergó a través de préstamos masivos y la hipoteca de varias propiedades del partido. Fue sobre esta base que los dirigentes del WRP evitaron una confrontación con la verdadera fuente de la crisis: la traición de los principios trotskistas. Y así continuaron ocultándoles la realidad a los militantes del partido.