El abandono de la teoría de la revolución permanente por parte del Workers Revolutionary Party no se produjo de repente. Por el contrario, a través de una serie de maniobras pragmáticas, elaboradas por la dirección del WRP para establecer relaciones con los regímenes burgueses árabes, Healy, Banda y Slaughter les prestaban cada vez menos atención a consideraciones políticas de carácter principista. Sin proceder a partir de la construcción del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, el trabajo del WRP en Oriente Próximo se alejó cada vez más de su presunto punto de partida —la defensa de la OLP y el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación— para desarrollar alianzas con todos los regímenes de Oriente Próximo según aparecían las oportunidades.
Con creciente cinismo, el WRP explotó su relación con la OLP como apalancamiento para negociar con los líderes burgueses árabes. Correspondiendo a este proceso, el WRP se vio forzado a traducir su oportunismo práctico en extremas revisiones programáticas del trotskismo que, haciéndole eco al estalinismo, le concedían a la burguesía árabe y semicolonial el papel dirigente en la lucha contra el imperialismo. Estas revisiones, a la larga, prepararon el camino, a partir de 1979, de traiciones políticas de un carácter totalmente grotesco.
El 29 de abril de 1976, el WRP firmó un acuerdo con el gobierno de Libia. Ni los términos ni la existencia de dicho documento se reportaron nunca al Comité Internacional de la Cuarta Internacional, el cual se enteró de su existencia cuando fue descubierto por la Comisión de Control que estableció el CICI para investigar la degeneración política del WRP.
Esta violación sin precedentes del centralismo democrático significó que la sección británica actuaba en Oriente Próximo fuera de cualquier control político por parte del Comité Internacional. Por un período, el desarrollo de este tipo de contactos tras bastidores era ocultado por medio de declaraciones formalmente correctas acerca de la situación política en Oriente Próximo, así como la denuncia que hizo el CICI de la invasión siria en 1976 de Líbano y la masacre de Tel al-Zaatar. En noviembre de 1976, en una declaración elaborada por el Comité Político del WRP, el CICI publicó la que sería una de sus últimas declaraciones trotskistas sobre Oriente Próximo:
Derrotar esta conspiración agresiva es la responsabilidad tanto de la clase obrera judía como de la árabe. Solo la victoria incondicional de los pueblos árabes contra el sionismo, el derrocamiento del Estado racista israelí y la creación de una Palestina socialista democrática pueden acabar con la amenaza de otra guerra. En esta lucha, la clase gobernante árabe representará un papel traidor y cobarde, vacilando entre el imperialismo y los trabajadores y campesinos árabes. Esta es la incuestionable lección de la invasión siria de Líbano. …
La liberación de la nación árabe del imperialismo y la derrota definitiva del sionismo no se les puede confiar a los reaccionarios capitalistas y terratenientes árabes. Esta tarea solo puede y debe ser llevada a cabo por la clase trabajadora, judía y árabe, bajo la dirección del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (News Line, 13 de noviembre de 1976, pág. 9).
Esta declaración concluía con un llamamiento a construir secciones del CICI “ en todos los países árabes y en Israel ”.
En julio de 1977, el WRP firmó un comunicado conjunto con el gobierno de Libia del cual el CICI supo tras ser publicado en el News Line. Esto inició una política de adulación pequeñoburguesa al coronel Gadafi que documentaremos después.
Durante el año siguiente, el WRP expandió dramáticamente sus actividades en otros países de Oriente Próximo, cultivando relaciones con los baazistas de Siria e Irak. El momento para una relación con este último fue particularmente siniestro, ya que los baazistas estaban ocupados en una amarga lucha facciosa contra el Partido Comunista de Irak. Para explotar esta lucha a su favor, el WRP hizo una defensa atroz de la ejecución de miembros de un partido de la clase trabajadora.
El 2 de febrero de 1979, en un artículo intitulado “Una conspiración desenmascarada”, el News Line se declaró a favor de la ejecución de 21 miembros del Partido Comunista de Irak por “formar ilegalmente células dentro de las fuerzas armadas”. El 8 de marzo de 1979, en respuesta a una carta de un lector que protestaba por esa traición de clase, el News Line defendió las ejecuciones en una declaración anónima de una página.
Declaró que “el Partido Baaz Árabe Socialista de Irak ha representado un papel cien veces más progresista en Oriente Próximo que el estalinismo”, abandonando así el criterio de clase en su evaluación de las tendencias políticas y olvidando que la crítica trotskista del estalinismo en Oriente Próximo se ha centrado siempre alrededor de sus relaciones oportunistas y sin principios con los nacionalistas burgueses. Fue en base a esto que el Comité Internacional criticó al Partido Comunista de Sudán en 1971, mientras protestaba contra la ejecución de sus líderes por el verdugo Nimeiri. Pero en 1979, el WRP denunció al PC iraquí y justificó el asesinato de sus miembros por la razón contraria: ¡por no obedecer completamente los términos de un acuerdo oportunista entre los estalinistas y los baazistas!
El hecho es que los miembros del PC fueron ejecutados de acuerdo con los códigos militares que el PC iraquí discutió, aprobó y acordó implementar. Hasta el día de hoy el PC iraquí no ha llamado a repudiar las leyes militares que prohíben la formación de células secretas en las fuerzas armadas. Nunca disputó el hecho de que los oficiales arrestados fueran culpables [!] de los cargos presentados contra ellos.
Este es un caso directo en el que Moscú está tratando de construir células en las fuerzas armadas iraquíes con el objetivo de minar el régimen. Este debe aceptar las consecuencias. …
Entre los trotskistas, es un principio defender a los trabajadores de los ataques del Estado capitalista, ya sean estalinistas, revisionistas o socialdemócratas.
Pero, como lo demuestran los hechos, eso no tiene nada que ver con los incidentes en Irak (pág. 10).
Como si esto no fuera suficiente, en la declaración se advertía al lector que escribió la carta protestando por las ejecuciones que este “debería empezar con estas consideraciones revolucionarias, a menos que quiera convertirse en un peón en la cínica conspiración de los estalinistas y los imperialistas en Oriente Próximo” (pág. 10).