Tras las repetidas amenazas del presidente Donald Trump de “recuperar” el canal de Panamá, el Senado de los Estados Unidos ha iniciado una investigación bipartidista sobre si Panamá ha violado los acuerdos alcanzados cuando Estados Unidos entregó el control del canal a Panamá. Repitiendo las afirmaciones falsas de Trump sobre el canal, los líderes del Senado de ambos partidos buscan proporcionar un pretexto fraudulento para una intervención militar contra el empobrecido país centroamericano.
Durante su discurso inaugural el 20 de enero, Trump acusó a Panamá de tratar a Estados Unidos “muy mal”, romper sus promesas y violar el “espíritu de nuestro tratado” sobre el canal, después de que Estados Unidos gastara “más dinero que nunca en un proyecto” y perdiera 38.000 vidas” construyéndolo.
Insistiendo en el tema hitleriano de su Gobierno sobre vengar las supuestas puñaladas en la espalda sufridas por Estados Unidos, Trump alegó que Panamá está cobrando de más a los barcos comerciales y militares estadounidenses. “Y sobre todo”, subrayó, “China está operando el canal de Panamá. Y no se lo dimos a China. Se lo dimos a Panamá y lo vamos a recuperar”.
El martes, el Comité de Comercio, Ciencia y Tecnología del Senado de los Estados Unidos celebró una audiencia dedicada a investigar estas afirmaciones. Como presidente del comité, Ted Cruz (republicano de Texas) comenzó repitiendo las acusaciones de Trump y agregando otras nuevas.
Dijo que Estados Unidos perdió 35,000 vidas y gastó el equivalente a $ 15 mil millones en la moneda actual para construir el canal. Agregó que China está construyendo un puente sobre el canal y que las empresas de propiedad china controlan los puertos en ambos extremos. “El puente parcialmente completado le da a China la capacidad de bloquear el canal sin previo aviso, y los puertos le dan a China un puesto de observación listo para programar esa acción”, dijo. “Esta situación plantea riesgos graves para la seguridad nacional de los Estados Unidos”.
Agregó que Washington merece un tratamiento especial ya que la carga estadounidense representa casi las tres cuartas partes de los tránsitos por el canal y los buques de la Armada de los Estados Unidos deben pagar tarifas especiales para buques de guerra. Argumentó que los consumidores estadounidenses pagan precios más altos debido a las tarifas del canal.
“No podemos hacer la vista gorda mientras Panamá explota un activo de vital importancia militar y comercial y no podemos permanecer con las manos cruzadas mientras China está en marcha en nuestro hemisferio”, concluyó.
La audiencia presentó un frente común entre los dos partidos corporativos para implementar esta agenda neocolonial.
Maria Cantwell, senadora demócrata por el estado de Washington, siguió a Cruz con un tono aún más belicoso. Dirigiendo sus palabras a un presidente fascista que ya ha amenazado con invadir países de toda la región, dijo: “Espero que podamos tener una estrategia más agresiva en América Latina”.
Cantwell subrayó la importancia estratégica del canal para el comercio de Estados Unidos, pero pidió un enfoque más amplio, que incluya las amenazas de ciberseguridad por “la presencia de Huawei y las empresas chinas cerca del canal”, así como “una estrategia integral para reconstruir la supremacía estadounidense en las cadenas de suministro, la capacidad de transporte marítimo [para suministros militares]” a nivel mundial.
Cantwell tomó la iniciativa de solicitar un “informe clasificado del Departamento de Defensa para todos los miembros de nuestro Comité sobre las amenazas de adversarios extranjeros al canal de Panamá, incluidas las áreas adyacentes” y dijo que visitaría el canal esta primavera.
“También creo que el problema más grande aquí, como mencionaste en tu declaración sobre las iniciativas de la Franja y la Ruta de China y su expansión, debe ser enfrentado mediante una respuesta agresiva de los Estados Unidos”, dijo.
Aunque solo sea para confirmar que, bajo Trump, continuará el respaldo histórico y bipartidista a una política imperialista hacia América Latina, Cantwell respaldó la Ley de las Américas, introducida por ambos partidos, que exige un Tratado de Libre Comercio de las Américas similar al que existe con Canadá y México, lo que significaría la expansión de la Fortaleza Norteamérica a todo el hemisferio.
La audiencia será seguida por el primer viaje internacional del secretario de Estado Marco Rubio este fin de semana, que comenzará en Panamá y continuará a El Salvador, Costa Rica, Guatemala y la República Dominicana. Su portavoz Tammy Bruce le dijo a Fox Business el martes: “Parte del viaje se trata de contrarrestar a China... No se trata de ser el mandamás de otras naciones, sino de dejar en claro que una asociación con los Estados Unidos es algo en lo que pueden confiar, algo que conlleva beneficios como lo hace cualquier buena relación”.
Dado el carácter mafioso del Gobierno de Trump, esto significa que Panamá puede disfrutar del beneficio de no ser bombardeado e invadido si le da un acceso prioritario más barato o gratuito a los barcos estadounidenses, elimina a cualquier compañía asociada con China de los puertos y otras concesiones y bloquea cualquier barco en la mira del imperialismo estadounidense, lo que podría asustar a los clientes y significar la ruina financiera.
El canal es la principal fuente de ingresos del Gobierno panameño (23.6 por ciento del total), representando el 7.7 por ciento del ingreso nacional, y genera 55.000 empleos directos e indirectos.
Rubio también planea discutir medidas para detener la migración a través del cuello de botella migratorio que es la selva mortal del Darién, que cientos de miles de personas cruzan cada año en ruta desde América del Sur hasta la frontera sur de Estados Unidos.
El relato de la élite gobernante norteamericana sobre el trato injusto por parte de Panamá es completamente falso, comenzando por el hecho de que los historiadores han estimado que el número de muertos en la construcción del canal se aproxima a los 5.000, incluidos unos 300 estadounidenses, mientras que la gran mayoría de muertos eran trabajadores de las Antillas.
Además, la Autoridad del Canal de Panamá, una institución pública, ha financiado toda la construcción y el mantenimiento desde que los acuerdos Carter-Torrijos de 1977 entregaron el control total del canal a Panamá el 31 de diciembre de 1999. El control por parte de CK Hutchinson Holdings, con sede en Hong Kong, de las terminales de contenedores en cada extremo de la zona del canal no implica el control del mismo por parte de esta empresa, ni mucho menos por parte del Gobierno chino. Además, el contrato con un consorcio chino para construir el cuarto puente elevado para vehículos a través del Canal de Panamá no otorga a China ninguna capacidad para bloquear la vía fluvial.
Estados Unidos está exigiendo efectivamente que Panamá discrimine sin ninguna razón válida contra China, Irán y otros rivales geopolíticos de Washington, lo que violaría el “Tratado sobre la neutralidad permanente y el funcionamiento del Canal de Panamá”, que declara que incluso en tiempos de guerra “permanecerá seguro y abierto al tránsito pacífico de los buques de todas las naciones en términos de total igualdad”, incluidos “buques de guerra y buques auxiliares de todas las naciones”. Los buques militares estadounidenses y panameños solo pueden saltar a la cabeza de la línea en caso de “necesidad o emergencia”.
Además, la clase dominante estadounidense amenaza con violar varias cláusulas del tratado que prometen la “no intervención” estadounidense en los asuntos panameños, que ya fueron decididamente violadas durante la invasión de Panamá en diciembre de 1989 para capturar al exaliado de Estados Unidos, el dictador Manuel Noriega. La única excepción es una cláusula que otorga a los Estados Unidos el derecho de usar la fuerza militar para reabrir el canal o restaurar las operaciones si se interfieren.
El tratado del canal y la relación general entre el imperialismo estadounidense y Panamá se basan en la opresión colonial. La existencia misma de Panamá como Estado nación tiene su origen en el respaldo de Estados Unidos a una facción de la élite gobernante local que exigía la independencia de Colombia, en función de los intereses estadounidenses para construir el canal. Ni siquiera dos semanas después de que Panamá declarara su independencia el 6 de noviembre de 1903, la Administración de Theodore Roosevelt le impuso el Tratado Hay-Bunau-Varilla, que otorga a los Estados Unidos derechos perpetuos sobre la zona del canal, extendiéndose cinco millas a ambos lados de la vía fluvial.
Durante este período, Roosevelt avanzó su corolario de la Doctrina Monroe. John Adams, secretario de Estado bajo James Monroe, estableció esta “doctrina” estadounidense en 1823 al prometer “extender su sistema a cualquier parte del hemisferio” contra cualquier intervención de las potencias europeas. Asumió un nuevo significado bajo el “Corolario de Roosevelt” de 1904, que incluía el peligro de cualquier revuelta política interna, consistente con una política de “hablar suave pero llevar un gran palo”. Estados Unidos podría ejercer un “poder policial internacional”, declaró, en caso de que “actos indebidos crónicos...puedan en Estados Unidos, como en otros lugares, requerir en última instancia la intervención de alguna nación civilizada”.
Esta política fue una gran inspiración para la guerra de conquista nazi. El jurista nazi Carl Schmitt afirmó que la Doctrina Monroe representaba el primer ejemplo de Großraum, o un “gran espacio”. Mientras que Joachim von Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores de Hitler, basó la invasión alemana de Checoslovaquia en 1939 en los mismos preceptos.
Ahora Trump, con el respaldo de toda la clase dominante estadounidense, está reviviendo estos métodos de agresión neocolonial para reafirmar la hegemonía estadounidense sobre todo el hemisferio occidental en preparación para una guerra mundial.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 30 de enero de 2024)
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