Español

La burocracia sindical argentina afianza su pacto con el presidente fascista Javier Milei

El 5 de diciembre, la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) lideró una serie de protestas masivas nacionales exigiendo la salida del presidente fascista Javier Milei. La CTA incluye a trabajadores estatales, docentes, del sector cinematográfico y otros cuyos empleos y salarios han sido brutalmente atacados por las medidas de austeridad del Gobierno de Milei.

Los manifestantes de la CTA fueron acompañados por estudiantes, trabajadores jubilados, casuales o informales, las Madres de Plaza de Mayo, que representan a madres de las víctimas de la dictadura militar de 1976-83, representantes de los comedores populares y organizaciones estalinistas y pseudoizquierdistas.

La dirección de la CGT reuniéndose con el embajador estadounidense Marc Stanley en la Embajada estadounidense en Buenos Aires, marzo de 2024 [Photo: @USAmbassadorARG]

Fue notable la ausencia de los sindicatos representados por la Confederación General del Trabajo (CGT), la organización sindical más antigua y más grande de Argentina.

Su ausencia estuvo en consonancia con una decisión tomada 16 días antes. El 19 de noviembre, los principales burócratas de la CGT declararon una “tregua” con la Administración de Milei, posponiendo todas las huelgas o protestas al menos hasta 2025 y cancelando cualquier discusión de un “plan de lucha”.

Pablo Moyano, quien encabeza el sindicato Camioneros se opuso a la declaración de la tregua, rehusándose a asistir a la reunión del 19 de noviembre. Luego renunció a su puesto en el triunvirato de la CGT y luego abandonó la confederación por completo. Aun así, se negó a participar el 5 de diciembre.

En ausencia de Moyano, los líderes restantes del aparato de la CGT optaron por participar en un diálogo tripartito con el Gobierno de Milei y la patronal.

La renuncia de Moyano fue notada y bienvenida por los funcionarios del Gobierno, que lo celebraron como parte de la supuesta ofensiva de Milei contra la “casta”, un término que usa para caracterizar a todos aquellos que supuestamente disfrutan de “privilegios” por sus vínculos con el sector público, que van desde los partidos políticos establecidos hasta los sindicatos, profesores universitarios y jubilados empobrecidos.

Según la cúpula de la CGT, hay señales de que la economía está mejorando y que los empleos están regresando a la construcción y otras industrias. Por esa razón, ha suspendido todas las protestas y en su lugar negociará con la Administración de Milei y el empresariado. Los partidarios de Moyano en Camioneros querían una huelga nacional de protesta de fin de año de 36 horas.

Si bien la CGT fue fundada en la década de 1930 como un conglomerado de sindicatos anarquistas, estalinistas y socialistas, con el ascenso al poder de Juan Perón en 1943, como parte de una junta militar, rápidamente la CGT se integró en su movimiento nacionalista burgués. Durante un período de abundancia de posguerra, el peronismo intentó unir los intereses de los capitalistas industriales con los de los trabajadores. La CGT formó el Partido Laborista que inicialmente eligió a Perón en 1946.

En 1952, la economía argentina entró en declive y dio paso, bajo Perón, a una época inflacionaria, que culminó con el derrocamiento de Perón por una facción fascistizante y católica de los militares. Sin embargo, muchas de las concesiones hechas por el capitalismo argentino a los trabajadores se mantuvieron.

Bajo Milei, lo que quedaba de las reformas ganadas a través de décadas de lucha por parte de la clase trabajadora argentina, involucrando salarios, el seguro social, salud, educación pública, jornadas laborales y condiciones de trabajo, ahora está siendo desechado para atraer capital de inversión. Esto es lo que la CGT está de acuerdo con permitir sin resistencia. La llamada tregua es, de hecho, una rendición de las conquistas históricas restantes de la clase trabajadora.

Después del derrocamiento de Perón, la CGT permaneció dominada por el ala fascistizante del movimiento peronista. Cuando Perón regresó a Argentina el 20 de junio de 1973 después de 18 años en el exilio, matones de la CGT armados con rifles se unieron a un ataque contra multitudes de estudiantes peronistas radicalizados y jóvenes trabajadores que esperaban en el aeropuerto de Ezeiza a que su líder aterrizara. La masacre de Ezeiza dejó 13 muertos y un número desconocido de heridos, y preparó el escenario para la formación de los escuadrones de la muerte de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) asociados con la CGT, incluido el líder de Camioneros Hugo Moyano, padre de Pablo Moyano.

Al sofocar y reprimir las luchas revolucionarias de la clase obrera argentina tras 1968 contra la profundización de los ataques a sus organizaciones y condiciones sociales y laborales, la dirección de la CGT tuvo un papel fundamental en allanar el camino para la instalación de una junta militar fascista a través del golpe de Estado respaldado por Estados Unidos que derrocó a los peronistas en marzo de 1976 y la represión aún más brutal que siguió.

Hasta el día de hoy, la CGT apoya a las facciones peronistas cuyos representantes en el Congreso, gobernadores y otros funcionarios han facilitado las medidas de austeridad de Milei.

La CGT también resolvió mejorar su relación con la Iglesia Católica, la organización políticamente más reaccionaria que existe en Argentina, proponiendo iniciar una “nueva etapa” en su relación con los principales líderes católicos.

Milei ahora cuenta con el apoyo de prácticamente todos los sectores de la burguesía: agrario, industrial, extractivo y financiero. Al mismo tiempo, está vinculando al ejército argentino con el de los Estados Unidos y alineando su política exterior con la de Washington, además de identificarse con el sionismo extremo, incluso recurriendo constantemente a alusiones bíblicas.

Lejos de ser un enemigo de la “casta” gobernante o de un Estado grande, está creando un Estado corporativista, a la manera del fascista italiano Benito Mussolini, donde todas las instituciones son órganos del Estado para garantizar el flujo ascendente de ganancias a los bancos y a la gran burguesía.

Si bien los líderes de la CTA han adoptado una postura más combativa, a través de breves huelgas de protesta y manifestaciones masivas, la intención de este aparato sindical es presionar a Milei y al Congreso para que reviertan ciertas políticas de austeridad, junto con los recortes a las pensiones y a los empleos y salarios de los trabajadores públicos.

Esta empresa ruinosa de la burocracia sindical cuenta con el acompañamiento y una cubierta de “izquierda” de las organizaciones pseudoizquierdistas del Frente de Izquierda y Trabajadores-Unidad (FIT-U), una alianza electoral de cuatro partidos que dicen ser trotskistas. Estos partidos han seguido conduciendo la oposición detrás de la CGT, la CTA y Pablo Moyano llamándolos a que tomen la iniciativa mediante la convocatoria de más huelgas y un “plan de lucha”.

El mes pasado, el partido Libertad Avanza de Milei se unió a los legisladores peronistas para bloquear un proyecto de ley llamado “Democracia Sindical” presentado por la Unión Cívica Radical, introduciendo límites a la reelección de líderes sindicales, una mayor representación de las facciones minoritarias en los órganos directivos, la eliminación de las “cuotas de solidaridad” obligatorias para los no miembros y la “democratización” de las obras públicas, que son seguros médicos sindicales utilizados para enriquecer a los burócratas.

Un mes antes, el jefe de gabinete de Milei, Guillermo Francos, ordenó a los legisladores del partido oficialista en la Comisión de Legislación del Trabajo que votaran en contra del proyecto de ley explícitamente accediendo a la solicitud hecha por la CGT. Ayudaron a boicotear el proyecto hasta el último momento. Solo una vez que iba a fracasar claramente, cinco legisladores de Libertad Avanza votaron a favor para mantener su alianza con los radicales.

El único legislador del FIT-U en la comisión, Alejandro Vilca del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), también rechazó el proyecto de ley, que finalmente fue derrotado por un voto. Lo que resultó aún más significativo fue el silencio en su intervención sobre el pacto corrupto de la burocracia sindical peronista con el Gobierno de Milei, dejando en claro que los políticos y líderes sindicales del FIT-U actúan como un flanco de izquierda para el Estado capitalista corporativista, ya sea bajo los peronistas o el fascista Milei.

El Gobierno de Milei ya había acordado eliminar 42 artículos de su Reforma Laboral que habrían eliminado las cuotas solidarias y el acceso a otros privilegios para la burocracia sindical. Estas medidas benefician a la CGT, las CTA y los sindicatos liderados por la pseudoizquierda.

El imperialismo estadounidense, que trabajó estrechamente con y financió a los sindicatos peronistas fascistizantes durante las décadas de 1960 y 1970, no solo ha alentado esta colaboración entre el aparato sindical y Milei, sino que lo ve como un ejemplo a seguir por el Gobierno entrante de Trump. El Departamento de Trabajo de Biden celebró varias reuniones con la dirección de la CGT y los funcionarios de Milei, insistiendo en que trabajen juntos, al tiempo que calificó al aparato sindical peronista como un “modelo”.

Después de una de esas reuniones con el embajador de Biden en Argentina, Marc Stanley, el ahora insatisfecho Pablo Moyano dijo: “La verdad nos sorprendió, es mucho más peronista que muchos de los nuestros. Resaltó la función social y laboral que tienen los sindicatos de Estados Unidos”.

Ahora, los líderes de la burocracia sindical estadounidense buscan congraciarse con Trump y su gabinete de multimillonarios y fascistas. Esto se reflejó más claramente por el apoyo de la presidenta de la AFL-CIO, Liz Schuler, la presidenta de la Federación Estadounidense de Maestros, Randi Weingarten, el presidente del Teamsters, Sean O’Brien, y otros burócratas a la nominación de Trump de la republicana Lori Chávez-DeRemer para secretaria de Trabajo.

La clase trabajadora argentina solo puede defender sus derechos uniendo sus luchas con las de la clase trabajadora a nivel internacional. La lucha contra Milei y sus partidarios imperialistas está ligada a la lucha por establecer Gobiernos socialistas de la clase trabajadora: aboliendo el Estado nación, apoderándose de los medios de producción y administrando democráticamente las industrias, plantaciones y el sistema bancario. El primer paso tiene que ser la construcción de un verdadero partido trotskista en Argentina como sección del Comité Internacional de la Cuarta Internacional.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 13 de diciembre de 2024)

Loading