La milicia islamista apoyada por Estados Unidos y Turquía tomó el domingo Damasco, la capital de Siria, después de que el presidente sirio Bashar Al-Assad huyera a Rusia.
Después de casi 14 años de guerra, los llamados 'rebeldes', dominados por la milicia Hayat Tahrir al-Sham (HTS), afiliada a Al Qaeda, obtuvieron una victoria relámpago. Los informes del sábado por la noche indicaban que las fuerzas de HTS habían entrado en las ciudades de Hama y Homs, en el centro de Siria. Sin embargo, apenas unas horas después se conoció la noticia de que la capital siria, Damasco, había caído y que Assad había tomado un avión para huir del país. Anoche, la agencia de noticias rusa Interfax informó que Assad se encontraba en Moscú.
El derrumbe de Assad no podría haber ocurrido sin la complicidad de facciones de los regímenes sirio, iraní y ruso. El domingo por la mañana, los líderes del HTS anunciaron que estaban en conversaciones con el primer ministro sirio, Mohamed al-Jalali. En Telegram, dieron instrucciones a sus tropas de que “las instituciones públicas [deben] permanecer bajo la supervisión del ex primer ministro hasta que sean entregadas formalmente”. Jalali, por su parte, declaró que está “dispuesto a cooperar” con las nuevas autoridades.
Ayer, el gobierno ruso anunció que, después de las conversaciones con las facciones “rebeldes”, Assad había ordenado a sus tropas que no lucharan contra la ofensiva dirigida por el HTS. El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso declaró: “Como resultado de las negociaciones entre Bashar al-Assad y una serie de participantes en el conflicto armado en la República Árabe Siria, decidió dejar el puesto presidencial y abandonó el país, dando instrucciones para transferir el poder de forma pacífica”. Añadió que “la Federación Rusa está en contacto con todos los grupos de la oposición siria”.
El gobierno iraní también hizo un llamamiento a “poner fin a los conflictos militares lo antes posible, prevenir los actos terroristas e iniciar un diálogo nacional con la participación de todos los segmentos de la sociedad siria”.
Las potencias imperialistas respondieron con ánimo festivo a la noticia de la caída de Asad. El presidente francés, Emmanuel Macron, se entusiasmó diciendo que “el Estado bárbaro ha caído”, mientras que la ministra alemana de Asuntos Exteriores, Analena Baerbock, declaró que era un “gran alivio” para el pueblo sirio. Kaja Kallas, representante de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, se regodeó de que la caída de Asad fuera “un acontecimiento positivo y largamente esperado”, y añadió: “También muestra la debilidad de los partidarios de Asad, Rusia e Irán”.
HTS y su líder, Abu Mohammad al-Golani, un ex agente de Al Qaeda que tenía vínculos con el Estado Islámico, se ha convertido en los favoritos de los medios de comunicación occidentales prácticamente de la noche a la mañana. Aunque Washington calificó a HTS como una organización terrorista extranjera y Golani fue objeto de una recompensa de 10 millones de dólares en 2018, ha recibido una cobertura abrumadoramente favorable en los medios estadounidenses y europeos. Tal vez revelando más de lo que pretendía, CNN observó en un artículo basado en una “entrevista exclusiva” con Golani el 5 de diciembre que “transpiraba confianza” y trató de “proyectar modernidad” durante una reunión “que tuvo lugar a plena luz del día y con poca seguridad”.
El carácter proimperialista de las fuerzas lideradas por HTS quedó subrayado poco después de que tomaran Damasco. Los combatientes saquearon la embajada iraní y destruyeron fotografías del comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), Qasem Soleimani, asesinado en el aeropuerto internacional de Bagdad por la administración Trump en enero de 2020, y de Hassan Nasrallah, de Hezbolá, asesinado en la capital libanesa, Beirut, por el régimen sionista genocida en septiembre de 2024. Todos los medios de comunicación internacionales estuvieron convenientemente disponibles para captar estos eventos.
Al acceder a la entrega de Siria a una milicia vinculada a Al Qaeda, Assad y sus aliados en Moscú y Teherán están alineándose con los objetivos de política exterior de mucho timpo de Washington y sus aliados de la OTAN. En particular, desde que Israel comenzó su genocidio de los palestinos respaldado por Estados Unidos en octubre de 2023, el régimen sionista ha librado una guerra de bajo nivel contra Siria con bombas y misiles suministrados por Estados Unidos. Al Jazeera informó que los aviones de guerra de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han atacado instalaciones militares sirias tres veces por semana en promedio durante los últimos 14 meses.
Estos ataques no solo estaban dirigidos a las fuerzas sirias, sino también a debilitar la presencia de Irán en el país. El más destacado de ellos fue el bombardeo de abril de 2024 al consulado de Irán en Damasco, en el que murieron un comandante de alto nivel del CGRI y otros funcionarios. Los ataques de Israel continuaron durante el fin de semana, golpeando el distrito de Mazzeh de Damasco y áreas del sur de Siria tras la caída de Asad el domingo. Los soldados de las FDI también han avanzado hacia territorio sirio en los Altos del Golán, donde se ha declarado una 'zona militar cerrada'.
Las operaciones ofensivas de los “rebeldes” se iniciaron menos de un día después de que el presidente estadounidense Joe Biden anunciara unilateralmente desde la Casa Blanca un alto el fuego entre su perro de ataque en la región, Israel, y el Hezbolá libanés. El anuncio puso fin a un bombardeo salvaje de dos meses del Líbano por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel que diezmó a uno de los aliados y proveedores de personal militar más importantes del régimen de Asad.
Durante el genocidio en curso contra los palestinos y la guerra en el Líbano, Israel también atacó, con la aprobación de Estados Unidos, objetivos en Irán, el principal apoyo regional de Asad. Estos ataques incluyeron el asesinato en julio del líder político de Hamás Ismail Haniyeh, presente en la capital iraní como invitado oficial del régimen, y los ataques del 26 de octubre contra instalaciones militares iraníes. Todo esto se desarrolló en medio de una ocupación ilegal de años por parte de 900 tropas estadounidenses del noreste de Siria, negando al régimen de Asad cualquier ingreso procedente de las importantes reservas de petróleo de la región.
La ofensiva del HTS está estrechamente vinculada a la guerra en Ucrania, donde los imperialistas están escalando imprudentemente hacia un conflicto directo con Rusia. Apenas unas semanas antes de que estallaran los combates en Siria, la administración Biden aprobó el lanzamiento de misiles de largo alcance por parte de Ucrania hacia Rusia, acercando a la OTAN y a Moscú cada vez más a una guerra total. Esta medida imprudente se tomó para evitar el colapso de Ucrania en el campo de batalla, donde Rusia está haciendo avances sustanciales.
De hecho, parece que esta explosiva situación internacional, con Europa al borde de una vasta escalada militar, jugó un papel crítico en la decisión de Moscú y Teherán de aceptar, al menos por ahora, la toma de control de Siria liderada por el HTS. La ofensiva y el repentino colapso del régimen de Asad se producen en medio de señales de que la administración entrante de Trump puede creer que abrir negociaciones es la mejor manera de asegurar sus intereses. El propio Trump emitió una larga publicación sobre Siria y la guerra en Ucrania en su red Truth Social.
Trump escribió:
Assad se ha ido. Ha huido de su país. Su protector, Rusia, liderada por Vladimir Putin, ya no estaba interesada en protegerlo. No había ninguna razón para que Rusia estuviera allí en primer lugar. Perdieron todo interés en Siria debido a Ucrania, donde cerca de 600.000 soldados rusos están heridos o muertos, en una guerra que nunca debió haber comenzado... Se están desperdiciando demasiadas vidas innecesariamente... Conozco bien a Vladimir. Este es el momento de actuar. China puede ayudar. ¡El mundo está esperando!
La decisión de colocar a una organización vinculada a Al Qaeda a la cabeza del gobierno sirio es, sin embargo, monumentalmente temeraria, y los acontecimientos en Siria no están en absoluto bajo el control total del imperialismo estadounidense.
Por el contrario, los intereses contradictorios y mutuamente antagónicos de múltiples y grandes potencias imperialistas, así como de actores regionales, dentro y fuera del país dan un carácter especialmente explosivo al repentino resurgimiento de la guerra civil siria, que ya dura 13 años. El conflicto, provocado en 2011 por el suministro de armas y entrenamiento por parte de Washington a los predecesores del HTS con el objetivo de derrocar a Asad, se ha cobrado al menos 500.000 vidas y ha obligado a millones de personas a huir del país.
La volatilidad de los acontecimientos en Siria se debe principalmente al hecho de que el imperialismo estadounidense y sus aliados están enfrascados en una guerra regional para asegurar la hegemonía de Washington. Estados Unidos está decidido a ejercer control sobre las ricas reservas energéticas de Oriente Próximo y su ubicación geoestratégica en rutas comerciales clave como puerta de entrada a la masa continental euroasiática. Es un frente de una tercera guerra mundial en rápida escalada que involucra a Estados Unidos y sus aliados imperialistas europeos contra Rusia en Europa del Este y China en Asia-Pacífico. Como escribió David North en su prefacio de 2016 a A Quarter Century of War: The US Drive for Global Hegemony (Un cuarto de siglo de guerra: la campaña estadounidense por la hegemonía global):
El último cuarto de siglo de guerras instigadas por Estados Unidos debe estudiarse como una cadena de acontecimientos interconectados. La lógica estratégica de la campaña estadounidense por la hegemonía global se extiende más allá de las operaciones neocoloniales en Oriente Medio y África. Las guerras regionales en curso son elementos componentes de la confrontación cada vez más creciente de Estados Unidos con Rusia y China.
Todos estos conflictos encuentran un reflejo en Siria, que está obligando a las grandes potencias regionales a perseguir sus propios intereses de forma cada vez más agresiva y podría desencadenar un baño de sangre en toda la región que ponga en peligro millones de vidas. Washington, que encendió la guerra civil siria en 2011 al financiar y abastecer a grupos terroristas islamistas, incluido el Frente Al Nusra, vinculado a Al Qaeda y uno de los precursores del HTS, nunca aceptó el resultado de la intervención rusa de 2015, que estabilizó el régimen de Asad.
El régimen de Putin se benefició con el establecimiento de la base aérea Khmeimim cerca de la ciudad de Latakia, que sirvió como base para las operaciones aéreas rusas en Siria y como punto de tránsito para los vuelos a África. La base militar naval rusa en Tartus, la única base de este tipo que Moscú tiene en el Mediterráneo, es un remanente de la era soviética, ya que se estableció en 1971. Junto con Irán, que dependía de Damasco para el acceso terrestre al Líbano para abastecer a su aliado Hezbolá, Rusia fue el principal respaldo del régimen de Asad.
En el norte, Turquía ha patrocinado a las milicias islamistas bajo la bandera del Ejército Nacional Sirio. Aunque estas milicias no son parte directa de las fuerzas lideradas por HTS, este último solo podía operar y recibir sus suministros militares a través de Turquía, un estado miembro de la OTAN. Como resultado, se reconoce ampliamente que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan tenía conocimiento previo de la ofensiva liderada por HTS.
Erdogan declaró el sábado que existía 'una nueva realidad política y diplomática' en Siria. La principal preocupación de Ankara es impedir el surgimiento de un territorio kurdo unificado en su frontera sur, lo que ha tratado de hacer financiando operaciones del SNA y lanzando invasiones propias para atacar a las Unidades de Protección Popular (YPG) kurdas. Por su parte, los kurdos reciben el apoyo de los EE.UU. Reuters informó el martes pasado que las fuerzas kurdas apoyadas por los EE.UU. lanzaron una ofensiva en el este de Siria contra las tropas de Asad, que resultó más tarde en la semana en la captura de Deir Ezzor.
Si bien el momento del avance de los islamistas y su rápido progreso hablan de la profunda participación de las potencias imperialistas y Turquía, el ignominioso colapso de las fuerzas de Asad demuestra la bancarrota total de los regímenes nacionalistas burgueses de la región. La familia Asad, primero bajo el régimen de Hafez al-Assad (1971-2000) y luego de su hijo Bashar (2000-24), gobernó Siria como una dictadura de partido único durante 53 años. Pero al final, efectivamente, funcionó para disolverse y entregar el poder a las fuerzas contra las que había luchado durante 14 años.
La única manera de oponerse a la reconquista imperialista de Oriente Medio, al genocidio en curso en Gaza y a la tercera guerra mundial que se desarrolla rápidamente es mediante la movilización política independiente de la clase obrera en toda la región y en los centros imperialistas de América del Norte y Europa.
Un movimiento internacional contra la guerra dirigido por la clase obrera debe construirse sobre un programa socialista e internacionalista. Tal movimiento debe vincular las huelgas y luchas importantes que se han desarrollado entre los trabajadores contra la profundización de la crisis económica y el ataque a sus derechos sociales con la oposición de base amplia a la barbarie imperialista que ha encontrado expresión en las protestas masivas contra el ataque de Israel contra los palestinos y el Líbano. Este movimiento debe contraponer la transformación socialista de la sociedad al impulso desenfrenado de los imperialistas por la hegemonía global, que tiene sus raíces en el sistema de lucro capitalista asolado por la crisis.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 9 de diciembres de 2024)