La cena de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca (WHCA, por sus siglas en inglés) del sábado por la noche fue una repugnante muestra de servilismo por parte de los medios corporativos ante el Gobierno del presidente Joe Biden. Trató de encubrir el sangriento papel de este Gobierno, que participa de lleno en el genocidio israelí en Gaza y está encabezando la guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia en Ucrania, acercando cada vez más el mundo a una Tercera Guerra Mundial nuclear.
Unas 2.600 personas, entre periodistas de prensa escrita y audiovisual, sus jefes corporativos y sus invitados de Washington y Hollywood se codearon en el acto, en cuya mesa principal figuraban el presidente Joe Biden, la vicepresidenta Kamala Harris y sus cónyuges. El acto fue el broche de oro de varios días de celebraciones, que incluyeron fiestas y recepciones organizadas por grupos empresariales y grupos de presión, embajadas y otros acaudalados involucrados en el tráfico de influencias en la capital estadounidense.
El banquete de la WHCA es un acontecimiento anual en el que los medios de comunicación corporativos organizan una costosa fiesta en honor de sí mismos, celebrando sus estrechos vínculos con los gobernantes de turno y con la élite política en su conjunto, al tiempo que pronuncian ocasionales hosannas a la libertad de prensa, aunque siempre de una manera que se alinea con la política exterior de Estados Unidos.
Asimismo, se manifestó una gran preocupación por el reportero del Wall Street Journal, Evan Gershkovich, recluido desde hace más de un año en una prisión rusa, y por el corresponsal de guerra Austin Tice, detenido en Siria hace más de 12 años. Pero nadie mencionó el nombre del periodista más célebre en prisión, Julian Assange, fundador de WikiLeaks.
Esto es tanto más significativo cuanto que el principal homenajeado de la cena, el presidente Biden, es personalmente responsable del encarcelamiento de Assange. Assange lleva más de cuatro años recluido en la prisión británica de máxima seguridad de Belmarsh debido a la petición del Gobierno estadounidense de extraditarlo para ser juzgado en Estados Unidos por cargos en virtud de la Ley de Espionaje, que podrían acarrearle una condena de hasta 175 años de cárcel.
Aunque la presentadora de la cena, Kelly O'Donnell, presidenta de la WHCA y corresponsal de la NBC, se refirió a los periodistas asesinados en Gaza –declaró que eran casi 100, aunque la cifra real es de al menos 175—, no nombró ni al Gobierno ni al ejército responsables de esas muertes, es decir, al régimen de Netanyahu en Israel y a las Fuerzas de Defensa de Israel. Tampoco indicó que el hombre que suministró las armas utilizadas para matar a esos periodistas estaba sentado a pocos metros a su derecha.
No ha sido un descuido. El genocidio en Gaza, que se ha cobrado la vida de unos 40.000 palestinos y ha involucrado asesinatos selectivos de médicos, profesores universitarios, maestros, poetas, periodistas y otras personas que desempeñan un papel indispensable en la cultura moderna, eclipsó el evento.
Cuando los participantes salieron de sus limusinas y taxis y entraron en el Washington Hilton, tuvieron que atravesar a cientos de manifestantes contra el genocidio, que denunciaron a los medios de comunicación estadounidenses por encubrir los crímenes de Israel y gritaron “¡Deshonra!”. En un momento dado, la multitud coreó: “Medios de comunicación occidentales, los vemos y todos los horrores que ocultan”.
Sin embargo, durante la sesión no se hizo referencia alguna a los manifestantes afuera ni a las protestas más amplias que se están produciendo en decenas de ciudades estadounidenses y en decenas de universidades, en las que principalmente estudiantes y otros jóvenes se enfrentan a detenciones y expulsiones masivas por denunciar el genocidio de Gaza y exigir el fin del apoyo oficial al régimen fascista israelí.
National Public Radio informó de una carta enviada por “más de dos docenas de periodistas de Gaza” en la que se pedía el boicot de la cena de la WHCA. La carta decía:
El costo que se nos impone por el mero cumplimiento de nuestras obligaciones periodísticas es asombroso. El ejército israelí nos somete a detenciones, interrogatorios y torturas, todo por el “delito” de la integridad periodística.
La carta fue ignorada por los periodistas que acudieron en masa al Hilton de Washington.
Mientras los palestinos de Gaza, incluidos los periodistas, se enfrentan a una hambruna masiva, los asistentes a la WHCA disfrutaron de aperitivos como “ensalada de jícama, mango, pepitas y roble pequeño”, con una “presentación de pan” de cuatro tipos de panecillos más pan plano.
A continuación, los platos principales: “Filete con pimentón ahumado, ragú de setas silvestres, demi-glace de panceta y manzana de Gala, fletán de Alaska, sémola de queso mascarpone, espárragos pelados y pimiento morrón asado”, según un relato. Eso y “postres variados” se combinaron con vinos Chardonnay y Cabernet Sauvignon de viñedos de la costa oeste.
La cena dio paso a la entrega de una serie de premios. El premio a la cobertura informativa bajo presión de tiempo, tanto en prensa como en radio y televisión, fue para los reporteros que cubrieron el viaje de Biden a Israel tras el atentado de Hamás del 7 de octubre. No se mencionaron las circunstancias reales de la visita. Biden se precipitó a Jerusalén para dar al Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu y a sus colegas fascistas un cheque en blanco para la guerra que emprendían contra la población de Gaza, cuando ya habían matado a miles y miles de personas.
Cuando Biden finalmente subió al podio, sus comentarios fueron predecibles. Dedicó unos minutos a bromear sobre su edad y los problemas legales de Trump, seguidos de una alabanza de diez minutos a la “prensa libre” como su aliada en la defensa de la democracia contra el peligro de Donald Trump.
Rindió homenaje al “patriotismo y heroísmo” de los medios de comunicación, “cuando informan la verdad en vez de la mentira. Por eso quiero cerrar la noche con mi genuino agradecimiento a la prensa libre”.
Esto lo dijo ante un público que ha torcido su cobertura de las manifestaciones universitarias contra el genocidio en Gaza, calificándolas ahora invariablemente de “antisemitas”, un insulto promovido por la Administración de Biden y los reaccionarios congresistas de ambos partidos.
“Literalmente, arriesgan sus vidas haciendo su trabajo”, continuó. “Algunos de sus colegas han dado la vida. Muchos han sufrido heridas graves. Otros reporteros han perdido su libertad. Está claro que el periodismo no es un delito, ni aquí, ni allí, ni en ninguna parte del mundo”.
Pero para Julian Assange y otros denunciantes de los crímenes de la CIA y el imperialismo estadounidense, y para los valientes reporteros que documentan los crímenes del Estado de Israel en Gaza y Cisjordania, esta garantía no vale nada. Lo que han hecho y están haciendo es un crimen, según los belicistas imperialistas como Biden y Netanyahu. Además, se castiga con la muerte.
A Biden le siguió una rutina interminable de chistes malos e insultos flojos de Colin Jost de Saturday Night Live, el “entretenimiento” designado para el evento. Jost evitó diligentemente mencionar la matanza estadounidense/israelí en Gaza, la calumnia gubernamental/mediática de los manifestantes contra el genocidio como “antisemitas”, y la represión policial en los campus universitarios en violación de la libertad de expresión y opinión política.
Cerró con un ferviente homenaje a Biden, declarando que su abuelo, un bombero de larga data que murió recientemente, había votado por Biden en 2020 “porque eres un hombre decente.” Con cara seria, Jost continuó:
Votó por la decencia. Y la decencia es la razón por la que todos estamos aquí esta noche. La decencia es lo que nos permite estar aquí esta noche. La decencia es lo que nos permite hacer bromas sobre los demás, y que ninguno de nosotros vaya a la cárcel después.
Es difícil determinar las medidas exactas de ignorancia voluntaria y abyecta postración ante el Estado capitalista que producen tales declaraciones. Pero todos los participantes en este degradante evento quedan mancillados para siempre por él. Ante un crimen histórico, alaban y adulan a su cómplice y conspirador.
Al encubrir el genocidio de Gaza y el papel de Estados Unidos en él, los medios de comunicación corporativos actúan como cómplices. No desempeñan el papel de un “cuarto poder” independiente, que dice “la verdad al poder”, como les gusta afirmar a los comentaristas autocomplacientes. Más bien actúan como cortesanos, adulando a los criminales de la Casa Blanca mientras preparan crímenes aún más sangrientos, incluyendo la ofensiva final contra Rafah y la introducción de tropas de combate estadounidenses y de la OTAN en Ucrania para combatir Rusia.
Esta realidad subraya la necesidad de desarrollar y apoyar la alternativa socialista a los medios de comunicación corporativos: el World Socialist Web Site.
El WSWS dice la verdad a la clase obrera y a la población mundial en su conjunto: que el único camino progresista es el revolucionario. La clase obrera debe tomar el poder, poner fin a la barbarie capitalista y a la guerra, y establecer una sociedad socialista a escala mundial, basada en la paz, la democracia y la igualdad social.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 28 de abril de 2024)