En la Conferencia de Acción Política Conservadora (Conservative Political Action Conference, CPAC) 2024 que tuvo lugar fuera de Washington D.C. la semana pasada, Donald Trump y sus secuaces presentaron su agenda de estado policial antiinmigrante ante un entusiasmado público de extrema derecha, incluyendo neonazis, que al parecer fueron bienvenidos por los organizadores.
En un artículo titulado “Nazis se mezclan abiertamente en el CPAC, propagando teorías conspirativas antisemitas y encontrando aliados”, la NBC informó que, aunque “la presencia de [nazis] ha sido un problema persistente en el CPAC”, en “años anteriores… se expulsó a neonazis y supremacistas blancos reconocidos, como Nick Fuentes”.
Este año, sin embargo, “los teóricos conspirativos racistas no encontraron ninguna resistencia notable en la conferencia, donde Donald Trump ha sido el orador principal desde 2018”.
El informe señaló que en un “encuentro de jóvenes republicanos” el pasado viernes, un “grupo de nazis que se identificaban abiertamente como nacional socialistas se mezclaban con personalidades conservadoras convencionales, incluyendo algunas de Turning Point USA, y discutían la llamada ‘ciencia de la raza’ y las teorías conspirativas antisemitas”.
NBC identificó a uno de los nazis como Greg Conte, quien “asistió a la mortal manifestación Unite the Right en Charlottesville, Virginia, en 2017.” Otro nazi, Ryan Sanchez, “tomó fotos y videos de él mismo en la conferencia”, mientras que “los asistentes en compañía de Sanchez abiertamente” usaron “la palabra N-”.
A principios de este mes, Sanchez participó en la manifestación “Recuperemos nuestra frontera” en Yuma, Arizona, donde fue entrevistado vistiendo una camisa parda, corbata negra y una chaqueta de cuero con una calavera Totenkopf.
La acogida abierta de nazis en el CPAC subraya la continua transformación del Partido Republicano en una organización fascista que ve poca necesidad de mantener una apariencia de “democracia”.
Esto fue explícito durante una discusión en panel con Steve Bannon y Jack Posobiec. Este último comenzó la discusión diciendo, “Bienvenidos al final de la democracia. Estamos aquí para derrocarla completamente. No llegamos allí del todo el 6 de enero, pero haremos todo lo posible para deshacernos de ella”.
Bannon, el principal estratega de la Casa Blanca de Trump durante los primeros siete meses del mandato del expresidente, respondió, “Amén”.
La conferencia contó con discursos de políticos de extrema derecha internacionales, incluyendo a Santiago Abascal (Partido Vox de España), Nigel Farage y Liz Truss (Reino Unido) y Jay Aeba, presidente de la Unión Conservadora Japonesa.
El fascista presidente de El Salvador, Nayib Bukele, dio un discurso en el que arremetió contra el “globalismo” y advirtió sobre “oscuras fuerzas tomando el control de su país”.
Un día después de reunirse con el secretario de Estado de los EE.UU., Antony Blinken, el presidente argentino Javier Milei fue al CPAC y se abrazó a Trump, quien instó a Milei a “Hacer a Argentina Grande de Nuevo.”
La conferencia CPAC comenzó el miércoles pasado y concluyó el sábado por la noche con Trump dando el discurso principal horas antes del cierre de las urnas en las primarias republicanas de Carolina del Sur.
Trump entró en las primarias como el claro favorito y continuó acumulando delegados, ganando a su exembajadora en la ONU y dos veces gobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, por unos 150.000 votos. Aunque decisivo, el margen de victoria de Trump, poco más de 20 puntos porcentuales, fue menor de lo esperado. Muchas encuestas tenían a Trump ganando por 30 puntos porcentuales o más.
Para deleite de los nazis presentes, prácticamente todos los oradores del CPAC destacaron sus credenciales antiinmigrantes y racistas. En un panel con el representante republicano de Carolina del Norte, Dan Bishop, el fiscal general de Texas, Ken Paxton, y el exasesor de política de Trump y redactor de discursos de la Casa Blanca, Stephen Miller, este último presentó planes para federalizar la Guardia Nacional y desplegar al ejército regular para llevar a cabo deportaciones masivas.
“El problema de la inmigración es extremadamente simple”, dijo Miller. “La parte simple es sellar la frontera, deportar a todos los ilegales.”
Continuó:
Establecerías bases de gran escala para vuelos de deportación. Entonces agarras a los inmigrantes ilegales y los mueves a las bases, y ahí es donde los aviones están esperando para que la ley federal mueva a estos ilegales a casa…
Juramentas a la Guardia Nacional para que haga cumplir la ley de inmigración y luego también despliegas al ejército en la frontera sur, no solo con una misión de observar, sino con una misión de impedir y negar. En otras palabras, reafirmas el principio constitucional fundamental de que no tienes derecho a entrar en nuestro territorio soberano para siquiera solicitar la reclamación de asilo. El ejército tiene el derecho de establecer una posición fortificada en la frontera, y de decir, “Nadie puede cruzar aquí en absoluto”.
El representante Dan Bishop estuvo de acuerdo:
La importancia de lo que acabas de decir, Stephen, y todas las cosas que acabas de exponer, necesitamos tener un presidente para hacerlo, pero tampoco puedes proceder de una manera en la que estés indeciso e inseguro. La idea de que deportas a todos… eso es simplemente causa. Es obvio porque eso es lo que tiene que ocurrir.
Bishop concluyó declarando que “La supervivencia de nuestra nación depende de ese tipo de agresividad en afirmarnos.”
En un panel separado con el representante Mark Green (R- Tennessee) y Tom Homan, exdirector interino de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) bajo Trump, Homan abogó por bombardear México para detener “a los cárteles”.
“Trump abolirá los cárteles criminales en México”, dijo Homan, agregando:
Les hará frente, porque el país de México no está haciendo nada sobre los cárteles que han matado a más estadounidenses que cualquier organización terrorista. El presidente Trump los declarará una organización terrorista, enviará un cohete Hellfire allí y acabará con los cárteles.
Homan reiteró, “Tiene que haber una operación de deportación histórica… Tiene que ser así, no hay otra opción… Es lo correcto”.
La conferencia CPAC sirvió no solo como un evento de campaña extendido de Trump, sino también como una prueba extraoficial para la vicepresidencia. Buscando ganarse el favor del Führer republicano, ex candidatos presidenciales republicanos (incluyendo al senador Tim Scott de Carolina del Sur), actuales gobernadores y miembros de la Cámara de Representantes de los EE.UU. entregaron efusivas homilías a Trump.
En su discurso, la presidenta de la Conferencia Republicana de la Cámara de Representantes, la representante de Nueva York Elise Stefanik, defendió el fallido golpe de Trump, diciendo a la multitud que “como todos ustedes el 6 de enero, defendí la Constitución y la integridad electoral,” y que “los demócratas manipularon inconstitucionalmente las elecciones de 2020”.
La excongresista demócrata y candidata presidencial de 2020, Tulsi Gabbard, atacó a la “élite demócrata y sus secuaces” por tomar “medidas para remover a Trump de la boleta.” Denunció recientes sentencias judiciales contra Trump, calificándolas de “trabajo de golpe motivado políticamente.”
Gabbard continuó atacando a Haley y elogiando a Trump como un “luchador” que tenía un “amor y preocupación sinceros” por “el pueblo estadounidense.” En su cuenta de Twitter/X, el aliado político de Trump, Roger Stone, elogió el discurso de Gabbard como “glorioso.”
Al final de la conferencia, se realizó una encuesta de opinión preguntando a los asistentes a quién creían que Trump debería escoger como su vicepresidente. La gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, y el empresario Vivek Ramaswamy se colocaron en primer lugar con un empate del 15 por ciento de los votos, mientras que Gabbard terminó en tercer lugar con el 9 por ciento.
En un errático diatriba de 90 minutos, Trump advirtió de “derramamiento de sangre, caos y crimen violento si el torcido Joe Biden y sus matones” ganaban las elecciones de 2024.
Haciendo eco de la teoría neonazi del “Gran Reemplazo”, Trump advirtió que con “cuatro años más de Biden,” las “hordas de inmigrantes ilegales abalanzándose sobre nuestras fronteras superarán a los 40 o 50 millones de personas,” y “las pandillas despiadadas se expandirán aún más hacia los suburbios.”
Una vez más prometió llevar a cabo “la mayor operación de deportación en la historia de nuestro país,” y prometió, si era elegido, “permitir que la policía haga su trabajo” en “Nueva York, Chicago y Los Ángeles.”
Trump defendió su fallido golpe, alegando falsamente que las elecciones de 2020 estuvieron “manipuladas” y que sus milicianos fascistas condenados y encarcelados eran “rehenes del J6.”
Joe Biden y el Partido Demócrata no han hecho nada por responsabilizar a Trump y a sus cómplices en la Corte Suprema y en el Pentágono que intentaron derrocar al gobierno hace más de tres años. Actualmente están buscando atacar a Trump y a los republicanos desde la derecha por su negativa a aprobar otros 60 mil millones de dólares para la guerra por delegación de los EE.UU. contra Rusia en Ucrania y por su rechazo a la oferta de la Casa Blanca de “cerrar” la frontera como parte de draconianas leyes antiinmigrantes.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 26 de febrero de 2024)
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