Un incendio forestal asoló barrios enteros este fin de semana en Valparaíso y Viña del Mar en el centro de Chile, donde los residentes fueron abandonados a su suerte sin mayor o ninguna advertencia. Para el lunes, se habían confirmado 122 víctimas mortales y 190 personas siguen desaparecidas.
El infierno en Valparaíso es el incendio forestal más mortal a nivel mundial desde los catastróficos incendios de 2009 en Victoria, Australia, y el desastre más mortal en Chile desde el terremoto de 2010.
En escenas de horror y desesperación cada vez más familiares para millones de personas en todo el mundo, los cielos de las comunas de Viña del Mar, Quilpué y Villa Alemana se tiñeron de naranja el viernes por la tarde, mientras decenas de miles de familias huían de los muros de llamas y humo que se acercaban rápidamente.
Muchos adultos mayores no fueron evacuados, mientras que otros no tuvieron tiempo. Columnas enteras de personas en vehículos o a pie quedaron atrapadas, como describió una residente de la destruida Villa Independencia a TVN Chile el domingo. “La gente fue falleciendo en un círculo que era un infierno”, dijo, mientras señalaba al lugar de los hechos.
Las imágenes de drones muestran barrios enteros convertidos en cenizas, y los residentes describen a las agencias de noticias cómo “terribles vientos” hicieron que las llamas saltaran rápidamente de colina en colina y provocaron “bolas de fuego” que llegaron a sus hogares “de un momento a otro”.
Un total de 14.000 viviendas han quedado destruidas en el área metropolitana de Valparaíso-Viña del Mar, que comprende la principal ciudad portuaria de Chile con más de un millón de habitantes y su destino de verano más popular. El incendio forestal de la zona sigue activo, pero presuntamente ya fue controlado.
El presidente Gabriel Boric, quien encabeza un gobierno de coalición del pseudoizquierdista Frente Amplio y el Partido Comunista estalinista, declaró un toque de queda y estado de excepción en la región de Valparaíso, suspendiendo los derechos democráticos y desplegando tropas. Aunque ostensiblemente están allí para ayudar a los bomberos, los soldados han estado patrullando las calles principalmente para intimidar y contener el explosivo malestar social.
Boric ha descrito los incendios principalmente como una “amenaza para la seguridad nacional” y ha enfocado sus declaraciones en la persecución de los individuos que supuestamente provocaron los incendios. Tras una reunión del Consejo de Seguridad Nacional celebrada el lunes, atribuyó la catástrofe a “la delincuencia y el crimen organizado” y proclamó que ésta era “la prioridad de ustedes, los chilenos y chilenas”. Prometió contar con “la presencia de más personal militar y de carabineros para resguardar la seguridad” y otorgar más poderes a las fuerzas estatales.
El lunes, los periodistas preguntaron sobre las causas subyacentes al gobernador de Valparaíso, Rodrigo Mundaca, un activista ambiental y por los derechos del agua reconocido internacionalmente que pertenece al Frente Amplio de Boric. Respondió: “Las causas que han generado este desastre son un puñado de miserables y facinerosos que han venido a destruir nuestra ciudad y a ellos los vamos a enfrentar con el mayor rigor posible y los vamos a meter presos. No lo podemos tolerar porque los incendios se transformaron en homicidios”.
Gerardo, una víctima en Quilpué que confrontó a Boric en persona durante la breve visita a la zona calcinada, dijo a reporteros: “No queremos esperar dos, tres, cuatro o 10 años como esperamos para que construyeran estas casas [subsidiadas]. No queremos llegar del trabajo todos los días y dormir en el suelo con tu familia. No tener un cepillo, no tener una muda para cambiarse… Es terrible y [Boric] viene y nos deja con toda la incertidumbre, mejor que no venga”.
Un vecino luego caracterizó a la delegación: “son puros sueldos de cinco millones”. En otras palabras, ¿por qué les iba a importar? Boric es un político burgués que gana más de 10 millones de pesos (10.500 dólares) al mes, frente a un salario mediano en Chile de poco más de 500.000 pesos (525 dólares).
Culpar a un puñado de pirómanos malintencionados es un disparate. Aunque las investigaciones demuestran que más del 99 por ciento de los incendios forestales en Chile se inician debido a la actividad humana, la mayoría se deben a descuidos, a la quema de basura o a fogatas mal apagadas. La minoría provocada de manera intencionada tiene profundas causas sociales, entre ellas las protestas locales contra los monocultivos intensivos.
En la actualidad, la mayor parte de Sudamérica se enfrenta al verano y el pico de la temporada de incendios, en medio de condiciones de sequía extrema, impulsadas por factores climáticos. En Chile, actualmente hay 165 incendios activos en todas las regiones entre Valparaíso y el extremo sur de Magallanes, incluidos 73 nuevos solo entre el sábado y el domingo.
La Amazonia está sufriendo su peor sequía en 120 años y Argentina en 60 años, mientras que la sequía y temperaturas récord provocaron 136 incendios forestales en los alrededores de Bogotá, la capital colombiana, en enero.
Los investigadores forestales y medioambientales citados por los medios de comunicación desde el viernes han destacado sin excepción los 15 años de sequía en la región y las temperaturas extremas impulsadas por el calentamiento global, los cambios en la vegetación impulsados por corporaciones que disminuyen la resistencia del ecosistema a los incendios, los desarrollos inmobiliarios anárquicos y la escasez de fondos para el cuerpo de bomberos y los programas de prevención de incendios.
Un estudio titulado “Los incendios forestales en Chile: una revisión” y publicado por Xavier Úbeda y Pablo Sarricolea en 2016 encontró que “hoy, como en muchas otras partes del mundo, el régimen de incendios –el patrón, la frecuencia y la intensidad— ha aumentado a un ritmo alarmante”. Atribuyen este crecimiento a una reducción de las lluvias del 30 por ciento en todo Chile, a cambios en la flora y a otros factores ambientales.
En aquel momento, el autor Úbeda pidió “mejorar los sistemas de alerta, monitoreando las condiciones meteorológicas con modelos mesoescalares que puedan predecir situaciones como la del 30/30/30”. Los expertos utilizan desde hace mucho esta regla empírica para saber si existe riesgo de propagación de incendios: una temperatura superior a 30ºC, una humedad relativa inferior al 30 por ciento y vientos iguales o superiores a 30 nudos.
El 28 de enero, la Dirección Meteorológica de Chile advirtió de una ola de calor que traería temperaturas de 3 a 6 grados Celsius por encima del promedio en la región central, alcanzando los 36-38°C (97-100°F) en los valles y en la precordillera. La temperatura en Valparaíso el viernes fue de 33°C; los vientos alcanzaron los 43 nudos, y la humedad se ha encontrado muy por debajo del promedio.
El devastador incendio en Valparaíso comenzó el viernes 2 de febrero, alrededor de las 2:00 p.m., con varios focos que se propagaron a lo largo de los cerros y en los suburbios. Para las 10:00 p.m., el fuego había arrasado 6.200 hectáreas y ya ha destruido 10.000 hectáreas.
Pero no hubo un sistema de alerta temprana y las órdenes y protocolos de evacuación fueron ineficaces y tardíos. El primer aviso de evacuación fue enviado vía mensaje de texto a la comuna de Villa Alemana poco después de las 5:00 p.m., seguido de alertas a Quilpué y varios suburbios de Viña del Mar a las 6:41 p.m., una vez que los incendios estaban a sus puertas.
Tal negligencia criminal de la clase gobernante tiene lugar después de los incendios forestales récord de 2014 y nuevamente en 2017, que también siguieron a advertencias de olas de calor y mataron a una docena de personas cada uno. Luego, durante la temporada de incendios de 2022-2023, que mató a decenas de personas en Valparaíso, el presidente pseudoizquierdista Boric mantuvo el mismo discurso de Estado policial sobre perseguir a los responsables de los incendios. “Moveré el cielo, el mar y la tierra” para encontrarlos, dijo.
En cuanto a la vegetación, en 1974, la dictadura militar del general Augusto Pinochet firmó una ley que subvencionaba el 75 por ciento del coste de los monocultivos de pino y eucalipto, que son altamente inflamables, poco regulados y están en manos de grandes corporaciones.
Esta ley sigue vigente, al igual que la privatización del agua bajo Pinochet. En la actualidad, los proyectos de ley presentados para bloquear la venta de terrenos recién quemados a inmobiliarias y otro que prohibiría las “plantaciones forestales”, como las de especies invasoras como el eucalipto y el pino, cerca de zonas urbanas, no han prosperado debido a los intereses de las industrias inmobiliaria y maderera.
La respuesta ruinosa del presidente pseudoizquierdista Boric al infierno de Valparaíso, al igual que su continuación de la política de dejar que el COVID-19 se propague fuera de control y su alineamiento con la guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia en Ucrania, demuestra una vez más que no existe una solución nacional a ninguno de los grandes problemas sociales que enfrentan los trabajadores, incluida la multitud de desastres causados por el calentamiento global. Todos los sectores de la clase dominante capitalista ofrecen únicamente dictaduras, barbarie y muerte.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 5 de febrero de 2024)