Cuando los estadounidenses se preparan para celebrar la época navideña, las empresas están “celebrando” una ola de despidos como parte de la continua ofensiva de la clase gobernante capitalista contra la clase trabajadora.
Miles de empleos están siendo eliminados solo en la industria automotriz, incluyendo 3.600 en Stellantis y cientos en Ford, donde la empresa está recortando la producción de las camionetas eléctricas. General Motors recientemente anunció la eliminación de 1.300 puestos en sus plantas de Lake Orion y Lansing Grand Rapid, y 900 más en GM Cruise, una subsidiaria enfocada en los “ejes robóticos” autónomos. Probablemente los recortes en estas tres empresas impliquen más despidos en las plantas proveedoras.
Estos despidos masivos se producen apenas algunas semanas después de que el sindicato UAW impusiera nuevos contratos en las tres empresas, que la burocracia sindical dijo que eran “históricos” y “trascendentales”. Estas afirmaciones han quedado expuestas como una farsa. La burocracia sabía sobre estos recortes y no les dijo nada a los trabajadores al respecto para garantizar la aprobación de sus acuerdos propatronales.
Miles de empleos más están siendo eliminados en el sector de ventas, en la medida en que las familias de clase obrera se ven obligadas a limitar sus gastos debido a los altos precios y el estancamiento de salarios Y en los ferrocarriles, los años de despidos históricos continúan un año después de que el Congreso prohibiera una huelga nacional ferroviaria. La empresa Union Pacific anunció 1.300 “suspensiones”, que posiblemente serán permanentes, reduciendo su personal de mantenimiento de vías a casi la mitad, comparado a unos años atrás.
Esto forma parte de un fenómeno mundial. También se están produciendo despidos en Alemania, sobre todo en el sector automotor, donde el fabricante alemán de neumáticos Continental planea miles de recortes. El proveedor de piezas Bosch anunció recientemente que eliminaría 1.500 puestos de trabajo en el sur de Alemania.
La última ronda de recortes culmina un año marcado por una masacre laboral más amplia. Hasta noviembre, las empresas estadounidenses habían eliminado casi 700.000 puestos de trabajo, más del doble que el año pasado y la cifra más alta desde el primer año de la pandemia. Un sector particularmente afectado fue el tecnológico, que eliminó casi 260.000 puestos de trabajo, frente a los 165.000 del año pasado, según la información de layoffs.fyi.
El resultado ha sido un rápido descenso del nivel de vida. Los nuevos datos del censo, recogidos por CBS News, muestran que la pobreza infantil se ha duplicado de 2021 a 2022, mientras que la pobreza general ha aumentado hasta el nivel más alto en medio siglo. Mientras tanto, la mediana de los ingresos familiares disminuyó un 2,3 por ciento, hasta 74.580 dólares.
Esto no es el resultado de las panorámicas “fuerzas del mercado”. Es el resultado de políticas deliberadas para utilizar el desempleo para hacer retroceder el modesto crecimiento salarial, que el año pasado había subido a poco más del 4 por ciento. Aunque los aumentos salariales estaban muy por debajo de la inflación del 9 por ciento, la más alta de las últimas décadas, el verano pasado, la clase capitalista consideraba intolerables incluso los aumentos leves, mientras que los comentaristas advertían de las expectativas “poco realistas” de los trabajadores de que sus salarios debían seguir el ritmo de la inflación. El deterioro del nivel de vida ha sido uno de los principales motores del aumento de las huelgas y del descontento social de la clase trabajadora.
La punta de lanza de la política de la clase dominante fue la decisión de subir continuamente los tipos de interés, desde principios del año pasado, desde casi cero hasta el 5,33 por ciento actual, el más alto en casi un cuarto de siglo. Esta medida se inspiró conscientemente en el “shock Volcker” de los años ochenta, que acabó con millones de puestos de trabajo, especialmente en el sector manufacturero, como respuesta a la militancia obrera de los años setenta, en los que se produjo la mayor oleada de huelgas desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
La única preocupación de la Reserva Federal era que esta política tuviera un “aterrizaje suave” para los mercados financieros, que se han vuelto totalmente dependientes del dinero gratis desde la recesión de 2008-2009, no para los trabajadores. Los ataques contra el empleo han tenido tanto éxito que la Fed pronosticó recientemente tres recortes de tipos durante el próximo año, lo que desencadenó una subida de los mercados bursátiles a medida que los especuladores salivaban ante la perspectiva de menores costes de endeudamiento.
Pero la destrucción de empleo no ha hecho más que empezar. Se está llevando a cabo una amplia reestructuración de la mano de obra, utilizando los avances en automatización, robótica y otras tecnologías como la inteligencia artificial, para sustituir a grandes sectores de la fuerza laboral. La transición a los vehículos eléctricos por parte de la industria automotriz supondrá probablemente la pérdida de decenas de miles de puestos de trabajo en los próximos años, ya que los vehículos eléctricos requieren un 40 por ciento menos de mano de obra que los vehículos tradicionales de gasolina. Decenas de miles de trabajadores de almacenes de UPS, Amazon, Correos y otras empresas serán sustituidos por instalaciones casi totalmente automatizadas .
El ataque a los puestos de trabajo y a las condiciones laborales está provocando una oposición masiva en la clase trabajadora, tal y como predijo el World Socialist Web Site a principios de año. Los últimos 12 meses comenzaron con el impulso de 120.000 ferroviarios para llevar a cabo una huelga nacional y han sido testigo de una serie continua de luchas de los trabajadores de la salud y la educación, grandes huelgas de actores y guionistas en la industria del cine y la televisión, y luchas contractuales de 340.000 trabajadores de UPS y 150.000 trabajadores automotores.
La lucha de clases, medida por la actividad huelguística, está creciendo rápidamente. Solo en octubre, se perdieron 4,5 millones de días laborables por huelga, según cifras del Gobierno. Esta cifra es más de tres veces superior a la de todo 2022, que a su vez fue una de las más altas de las últimas décadas. La irrupción de la clase obrera como una fuerza social activa y poderosa es una refutación de las afirmaciones de los radicales desmoralizados de la clase media de que la clase obrera, particularmente en Estados Unidos, padecía un atraso tan irremediable que era incapaz de resistir, o que ya ni siquiera existía.
¿Cuáles son las conclusiones que los trabajadores deben sacar de la experiencia del último pasado?
En primer lugar, se enfrentan a la cuestión crítica de desarrollar sus propias organizaciones e iniciativas independientes, libres del control del aparato sindical. Es un hecho objetivo que la actividad huelguística habría sido muchas veces mayor en 2023 si no fuera por el papel de la burocracia sindical a la hora de aislar, limitar y sabotear las huelgas y forzar la aprobación de contratos perjudiciales.
El aparato sindical y el Gobierno están respondiendo al crecimiento de la lucha de clases estrechando su alianza corporativista cada vez más abiertamente. El Gobierno de Biden ha estado íntimamente involucrado en prácticamente todas las negociaciones de contratos importantes desde que asumió el cargo, especialmente en las áreas críticas para las cadenas de suministro para el ejército estadounidense, como los muelles, los ferrocarriles, las refinerías de petróleo y la industria automotriz, donde el control de la tecnología de los vehículos eléctricos y las materias primas son una parte fundamental del conflicto de Estados Unidos con China.
La oposición organizada a estos ataques creció sustancialmente a lo largo de 2023 mediante la formación de comités de base. En la industria automotriz, en UPS y correos, y en otros sectores estratégicos de la clase obrera, los trabajadores han formado estos comités para luchar contra las traiciones y proporcionar estructuras alternativas para transferir el control a las bases.
Estos comités se están formando en todo el mundo a través de la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB), que ha proporcionado un foro para la colaboración y las acciones conjuntas de trabajadores de diferentes países. La campaña de Will Lehman, trabajador de Mack Trucks y candidato socialista a la presidencia del UAW, también se convirtió en un poderoso polo de atracción entre los trabajadores automotores y la clase obrera en general.
En respuesta a la creciente amenaza de una rebelión, la burocracia ha presentado a varias figuras “reformistas”, como el presidente de los Teamsters, Sean O'Brien, y el presidente del UAW, Shawn Fain. Los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA por sus siglas en inglés) y otras organizaciones pseudoizquierdistas han desempeñado un papel clave a la hora de encubrir el historial real de estos funcionarios carreristas y los han presentado como prueba de la supuesta autorreforma del aparato sindical corporativista y procapitalista. Sin embargo, las acciones de las burocracias sindicales no están determinadas por las frases deshonestas que utilizan ocasionalmente para intentar adormecer a los trabajadores con una falsa sensación de seguridad, sino más bien por las necesidades del sistema capitalista y del Partido Demócrata, que defienden sin piedad.
En segundo lugar, las luchas de los trabajadores deben guiarse por una perspectiva política. En un grado mucho mayor de lo que la mayoría de los trabajadores son conscientes, están inmersos en luchas con profundas implicaciones políticas. La sociedad ha llegado a un callejón sin salida. El crecimiento de la militancia de la clase obrera se está produciendo en el contexto de una guerra mundial en expansión, el creciente peligro del fascismo en EE.UU. y en otros países y la negativa de las élites gobernantes para tomar acciones que prevengan la propagación del COVID-19 y la aceleración del cambio climático.
Todo esto es una respuesta, de una forma u otra, al desafío desde abajo de la clase obrera a una clase dominante que se pudre de pie, al ser incapaz de dar una solución progresista a ningún problema social.
En los últimos meses del año ha estallado una oposición masiva al genocidio en curso en la Franja de Gaza. Esto ha desvelado un enorme abismo entre los trabajadores y la juventud, por un lado, y la élite política capitalista, que no solo está ayudando, sino que está implicada en estos crímenes. El imperialismo estadounidense considera Gaza como parte de un conflicto global más amplio, que incluye la guerra por delegación en Ucrania y una futura guerra contra China, para la dominación de Europa y Asia y la eliminación de sus principales rivales estratégicos.
Aquí también, la burocracia sindical juega un papel crítico, ya sea apoyando abiertamente la guerra y al imperialismo estadounidense, u ofreciendo una falsa “oposición” con el fin de atrapar y desmovilizar el creciente movimiento contra la guerra.
La clase obrera se enfrenta a la necesidad de una lucha política, no en el sentido de elegir individuos para el Congreso, sino una lucha para que la clase obrera tome el poder. La demanda de una huelga general política para negar armas a Israel y forzar el fin de la guerra está recibiendo un amplio apoyo; una declaración en vídeo de Will Lehman llamando a tal acción ha sido vista más de 1 millón de veces.
El desarrollo de la lucha de clases debe guiarse por una estrategia internacional, basada en la unidad de los intereses de los trabajadores de todo el mundo y en el rechazo a las divisiones nacionales, raciales o religiosas utilizadas para dividirlos y debilitarlos. La AIO-CB es un poderoso instrumento para hacer realidad la unidad internacional de los trabajadores involucrados en luchas de todo el mundo, cuya construcción debe continuar en el próximo año.
Pero la máxima expresión de la unidad internacional de la clase obrera es un programa socialista revolucionario e internacionalista dirigido a llevar a la clase obrera al poder. Solo así podrán los trabajadores acabar con la pobreza, la guerra y otros males sociales generados por el sistema de lucro. La construcción de una dirección a la altura de esa tarea es por lo que luchan el Comité Internacional de la Cuarta Internacional y los Partidos Socialistas por la Igualdad de cada país.
La defensa de los puestos de trabajo exige el rechazo del “derecho” de la clase capitalista a las ganancias. Exige la expropiación de los bancos y de las grandes empresas y su funcionamiento como servicios públicos, controlados democráticamente por la clase obrera. Solo así será posible el uso racional y progresista de la eficiencia que permite la tecnología en beneficio de la humanidad, reduciendo la duración de la jornada laboral y aumentando los salarios, al tiempo que se garantizan empleos para todos.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 14 de diciembre de 2023)