Español
Perspectiva

El debate presidencial republicano: el rostro feo del fascismo estadounidense

Los candidatos presidenciales republicanos, de izquierda a derecha, el exgobernador de Arkansas Asa Hutchinson, el exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie, el exvicepresidente Mike Pence, el gobernador de Florida Ron DeSantis, el empresario Vivek Ramaswamy, la exembajadora de la ONU Nikki Haley, el senador Tim Scott, republicano por Carolina del Sur, y el gobernador de Dakota del Norte Doug Burgum, en el escenario antes del debate de las primarias presidenciales republicanas organizado por FOX News Channel, el miércoles 23 de agosto de 2023, en Milwaukee. [AP Photo/Morry Gash]

El debate republicano del miércoles por la noche, el primero en la campaña para la nominación presidencial del partido, mostró el rostro de un partido que es fascista en todo menos en nombre. El Partido Republicano no solo sigue trasladándose a la derecha, sino que ha alcanzado una nueva tapa definida en gran medida por el expresidente Donald Trump y los matones fascistas que atacaron el Capitolio federal de EE.UU. el 6 de enero de 2021, en el primer intento de golpe de Estado significativo en la historia del país.

Por supuesto, Trump no asistió al debate, citando la ventaja de 40 puntos porcentuales por encima de sus rivales en las encuestas de opinión actuales. Pero los ocho candidatos que sí participaron en Milwaukee siguieron su ejemplo, ofreciendo un espectáculo degradante, caracterizado por constantes interrupciones a gritos, insultos y la defensa de una posición tras otra que, hace unas pocas décadas, se limitaba a grupos marginales de extrema derecha como la John Birch Society y el Ku Klux Klan.

No tendría sentido analizar el debate como si hubiera sido un intercambio de opiniones políticas o una exploración de diferencias sobre política. De cierta manera, todos los candidatos se apegaron al libro de jugadas de Trump, basado en uno de los pocos libros que ha reído, los discursos de Adolfo Hitler: demagogia fascista reformulada para las circunstancias estadounidenses, mezclada con fundamentalismo religioso, nativismo antiinmigrante y atraso antiintelectual.

Es imposible exagerar el nivel de estupidez e ignorancia exhibido por cada candidato en la forma de frases trilladas, palabras huecas y reaccionarias y un odio visceral a la clase trabajadora.

El senador Tim Scott dijo que la solución a la crisis en educación era “partirle el lomo” a los sindicatos magisteriales, refiriéndose realmente a aplastar a los propios docentes, quienes han emprendido huelgas masivas, no a los sindicatos títeres controlados por burócratas millonarios y agentes de la CIA.

El exgobernador Chris Christie dijo que los sindicatos docentes eran el principal enemigo de Estados Unidos y presumió que había recortado las pensiones de los empleados públicos durante sus ocho años a cargo de Nueva Jersey.

El exvicepresidente Mike Pence declaró que era el único candidato dispuesto a afirmar abiertamente que tenía que haber recortes importantes en la Seguridad Social y Medicare. Ninguno de los otros en el escenario indicó alguna oposición a esta propuesta, que devastaría a decenas de millones de trabajadores jubilados y discapacitados.

El gobernador de Florida, Ron DeSantis, instó a disparar a los inmigrantes “hasta matarlos” para impedir que crucen la frontera entre Estados Unidos y México, y dijo que enviaría fuerzas especiales estadounidenses a México en su primer día como presidente, lo que supondría la invasión de México por parte del ejército estadounidense.

El multimillonario del sector informático Vivek Ramaswamy condenó todas las medidas adoptadas para proteger a los trabajadores durante la pandemia de COVID-19, argumentando que la política actual de dejar que el virus se propague debería haberse adoptado desde el primer día. Y calificó el cambio climático de “farsa”, en respuesta a una pregunta que citaba olas de calor sin precedentes, incendios forestales y precipitaciones sin precedentes.

En cuanto al aborto, los candidatos solo diferían en la medida en que podía llevarse el ataque a los derechos democráticos de las mujeres, dado el abrumador apoyo popular a estos derechos, expresado en referendos en Kansas, Ohio, Míchigan y otros estados. La mayoría apoyaba una prohibición nacional del aborto. El senador Scott declaró: “No podemos permitir que estados como California, Nueva York e Illinois” tengan leyes que protejan el derecho al aborto.

Los moderadores de Fox News esperaron hasta la segunda hora del debate para plantear la cuestión de Trump y su ataque a la democracia, y sus preguntas se formularon en los términos más fáciles para los candidatos en el escenario. ¿Apoyarían a Trump si ganara la nominación pero fuera condenado por un delito grave? ¿Creen que Pence hizo lo correcto el 6 de enero, cuando se negó a intentar bloquear la certificación de la derrota electoral de Trump?

Estas preguntas evitaban notablemente un planteamiento mucho más directo de la cuestión: ¿Creían los aspirantes a las primarias republicanas que las elecciones de 2020 habían sido robadas, como Trump afirma incesantemente? ¿Planeaban cuestionar la legitimidad de las elecciones de 2024 en caso de que el candidato republicano perdiera?

Ninguno de los candidatos planteó tampoco esta cuestión. Trataron de ocultar la importancia del ataque a la democracia estadounidense y conciliar ambas cosas, respaldando la conducta de Pence el 6 de enero, cuando declinó la petición de Trump de violar la Constitución estadounidense, y respaldando la legitimidad de Trump como eventual candidato, incluso si fuera condenado por delitos graves relacionados con su golpe de Estado político.

A pesar de la lista de inculpaciones, en Atlanta y Washington D.C., sobre las acciones de Trump para anular las elecciones de 2020, las conspiraciones contra la democracia continúan. Así lo indicó Trump en su entrevista con el excomentarista fascista de Fox, Tucker Carlson, realizada en el webcast de Carlson. Aclamó a los alborotadores del 6 de enero al tiempo que asentía a la sugerencia de Carlson de que Estados Unidos estaba “avanzando hacia una guerra civil”. Describió a los líderes del Partido Demócrata como “animales salvajes. Son gente enferma. Realmente enferma”.

Trump lleva una amplia ventaja en la pugna por la candidatura presidencial republicana, según los sondeos de opinión, y compite con Biden en las elecciones generales. Toda su campaña se basa en falsas afirmaciones de que las elecciones de 2020 fueron robadas, que él fue el legítimo vencedor y que su elección en 2024 irá seguida de una campaña de “retribución” contra sus oponentes políticos.

¿Cómo es posible que este aspirante a gobernante fascista, ni siquiera tres años después de un intento fallido de derrocar la Constitución y establecerse como dictador-presidente, tenga ahora una posibilidad viable de volver al poder?

Esto es enteramente responsabilidad de la Casa Blanca de Biden y de los demócratas del Congreso, que se han dedicado desde 2021 a salvar al Partido Republicano y a proteger el sistema bipartidista capitalista, el instrumento político de la élite gobernante corporativa. Han limitado las investigaciones sobre el 6 de enero al papel personal de Trump y su círculo inmediato, protegiendo tanto a los republicanos del Congreso como a poderosos sectores del aparato militar y de inteligencia que actuaron en apoyo al golpe.

Mientras Trump y los republicanos preparan ataques fascistizantes contra la clase obrera, Biden y los demócratas no ofrecen otra cosa que la guerra con Rusia en Ucrania y los preparativos de guerra con China, ambos planteando el peligro de una Tercera Guerra Mundial. Esto se combina con una guerra interna contra la clase obrera, en la que Biden utiliza a la burocracia sindical para sofocar la lucha de clases e imponer recortes en salarios, prestaciones y puestos de trabajo, los sacrificios necesarios para pagar los costes de la guerra y el militarismo.

Tanto los demócratas como los republicanos son partidos de la aristocracia financiera. La lucha contra Trump y la amenaza del fascismo no puede llevarse a cabo intentando presionar al Partido Demócrata ni apoyando a cualquier político del Partido Demócrata, incluido Biden en 2024. Exige la movilización independiente de la clase obrera, tanto en Estados Unidos como internacionalmente, sobre la base de un programa socialista y contra la guerra.

(Publicado originalmente en inglés el 24 de agosto de 2023)

Loading