Una carta abierta firmada por más de 300 actores (el número ya supera 1.000) a la dirección de su sindicato, el Screen Actors Guild-American Federation of Television and Radio Artists (SAG-AFTRA), es una declaración sumamente principista que denuncia explícitamente los planes para traicionar a los miembros.
El contrato de aproximadamente 160.000 miembros de SAG-AFTRA con la Alianza de Productores de Cine y Televisión (AMPTP) expira en la medianoche del 30 de junio. La AMPTP representa más de 350 empresas estadounidenses de producción de televisión y cine, incluyendo todos los grandes estudios, las cadenas televisivas y los servicios de streaming o transmisión en directo.
La carta de los actores advierte al sindicato que no se rinda y manifiesta su determinación a combatir las empresas sin concesiones. Señalan que una huelga significa dificultades para muchos “pero estamos listos para hacer una huelga si llega a eso”. Con un lenguaje inusualmente firme, los firmantes insisten en que “no es momento para transigir en el medio”.
La carta perceptiva y reflexiva lleva los nombres de muchas figuras prominentes, incluyendo a Kevin Bacon, Meryl Streep, Liam Neeson, Quinta Brunson, Ben Stiller, Julia Louis-Dreyfus, David Duchovny, Glenn Close, Brendan Fraser, Jennifer Lawrence, John Leguizamo, Téa Leoni, Laura Linney, Bob Odenkirk, Mark Ruffalo, Marisa Tomei y muchos más.
Con debido mérito, algunos de los artistas más exitosos en la televisión y el cine añadieron su firma al documento, reflejando una solidaridad de clase general. Reconocen obviamente la diferencia entre sus objetivos y los planes de la burocracia del SAG-AFTRA. Y se están manifestando, inspirados tanto por las bases, que votaron 98 por ciento a favor de una huelga, como por los guionistas, que han estado en huelga por dos meses.
Es un acontecimiento completamente positivo. Las series como Succession, The Dropout y Dopesick que critican el sistema de lucro no son excepciones. Las condiciones han madurado. El clima político y cultural estancado y reaccionario que ha prevalecido por décadas se está resquebrajando, lo que tiene implicaciones importantes para todos los aspectos de la vida social.
Desde que los 11.500 guionistas del sindicato Writers Guild of America (WGA) iniciaron su huelga el 2 de mayo, los conglomerados, varias cúpulas sindicales (incluyendo en el propio WGA) y, indudablemente tras bastidores el Gobierno de Biden se han esforzado para garantizar que la huelga de los guionistas no se propague. Esto ha asumido el carácter de una conspiración contra los trabajadores de la industria del entretenimiento.
En primer lugar, se presionó fuertemente a la dirección del sindicato Directors Guild of America (DGA, Gremio de directores de cine), si bien no hizo falta mucha persuasión, para que aceptara un acuerdo podrido con los patrones. El convenio no protege a los directores, a los directores asistentes, a los directores de producción ni a otros de la inflación ni otros estragos. El acuerdo fue ratificado, pero solo el 41 por ciento de los miembros votó y solo el 35 por ciento del total de miembros lo respaldó, reflejando una gran desconfianza y desilusión.
Luego, los dirigentes del SAG-AFTRA empezaron a hablar en público de prolongar las negociaciones más allá del 30 de junio y a aplaudir que las discusiones secretas en curso con la patronal han sido “extremadamente productivas”. Afirmaron que seguían “optimistas” sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo antes de la fecha límite. La presidenta del SAG-AFTRA, Fran Drescher, comentó con arrogancia: “Esta noche no les vamos a dar muchos informes detallados porque, bueno, francamente, es muy confidencial lo que está pasando ahí dentro”.
Estos acontecimientos provocaron, con razón, las alarmas y la determinación de interrumpir una inminente traición. Como informa Rolling Stone, el mensaje del sindicato “no sentó bien entre muchos actores que instan al SAG a no conformarse con un acuerdo que no cubra todas sus demandas”. Así, la carta en cuestión está dirigida al Comité de Negociación y a los líderes del SAG-AFTRA.
La carta abierta pone sobre aviso a los dirigentes sindicales. Se refiere a la inteligencia artificial “como una amenaza a nuestros medios de vida que debe ser abordada ahora mismo” y añade, sugestivamente, “Creíamos que ustedes entendían lo salvajemente que están siendo menoscabados nuestros salarios y nuestros residuales, cuánto tiempo estamos siendo retenidos entre temporadas”. En otras palabras, ahora están demostrando que no lo entienden...
La carta de los 300 actores señala que “la solidaridad exige honestidad, y necesitamos que quede clara nuestra determinación”. Tras indicar su voluntad a irse a una huelga, la carta, en su pasaje más contundente, señala que “nos preocupa la idea de que los miembros de SAG-AFTRA puedan estar dispuestos a hacer sacrificios que la dirección no está dispuesta a hacer” (énfasis nuestro). Se trata de una advertencia directa sobre una traición en ciernes.
La carta de protesta explica que la industria del entretenimiento ha alcanzado “un punto de inflexión sin precedentes” y “lo que podría considerarse un buen acuerdo en cualquier otro año simplemente no es basta”. “Con la inflación y el continuo crecimiento del streaming, necesitamos un realineamiento sísmico”, nada menos que un “acuerdo transformador”. Se dirige explícitamente a los problemas de los “actores de clase trabajadora”.
La carta a la dirección de SAG-AFTRA menciona, aunque sea brevemente, cuestiones culturales-artísticas que van más allá de las cuestiones económicas, por muy importantes que éstas sean. Argumenta que, junto con “nuestros salarios” y “nuestro oficio”, “nuestra libertad creativa” se ha visto “socavada en la última década”. Se refiere a los cambios en la producción de cine y televisión y al dominio indiscutible de los conglomerados transnacionales sobre todos los aspectos de la industria del entretenimiento. Romper este dominio exige una nueva orientación política, encaminada a la reorganización socialista de la sociedad.
La mordaz carta concluye afirmando que “no es exagerado decir que los ojos de la historia están puestos en todos nosotros. Les pedimos que impulsen todos los cambios que necesitamos y las protecciones que merecemos y que hagan historia haciéndolo. Si no son capaces de llegar hasta el final, les pedimos que utilicen el poder que les hemos dado nosotros, los afiliados, y se unan a los [guionistas] del WGA en los piquetes”.
La carta de SAG-AFTRA, dirigida tanto a los miembros de base como a los funcionarios del sindicato, sorprenderá e indignará a todas las distintas sedes sindicales, salas de juntas de estudios y cadenas y la Casa Blanca. Los intentos de los sindicatos de dividir, aislar y traicionar se han topado con un muro de oposición. En lugar del egoísmo y el individualismo, prevalece la solidaridad.
La carta de los actores apunta a un proceso amplio entre los trabajadores del cine y la televisión y más allá. Hay una radicalización en marcha. Se trata de un acontecimiento oportuno y muy necesario, no solo para los guionistas que han adoptado una postura valiente y para los propios miembros de SAG-AFTRA, sino para la vida cultural en su conjunto. Un gran número de personas están indignadas por las condiciones existentes, y aquí tenemos el espíritu de rebelión volviendo a la vida cultural. Parafraseando a Trotsky, una protesta contra la realidad existente siempre forma parte de una obra de arte o de un acto social realmente creativo. Todo avance importante en la cultura comienza con una rebelión. Esto es válido para la situación social general: estallan luchas por todas partes.
Los actores de la televisión y el cine, junto con el resto de la población trabajadora, se han visto golpeados por la inflación, el deterioro de las condiciones, los implacables ataques patronales en todos los frentes. Las empresas gigantes han sufrido serios reveses en sus inversiones en streaming (según el Financial Times, “el mercado bursátil borró más de medio billón de dólares de valor de los mayores grupos de entretenimiento” el año pasado) y pretenden que los trabajadores paguen por ello.
Todos los actores, guionistas, directores y miembros del equipo saben que los ejecutivos de los estudios y las cadenas de televisión se embolsan sumas inimaginables de dinero, en algunos casos, 50 o 100 millones de dólares al año o más, mientras proclaman que los intentos de los trabajadores por mantenerse a flote son “irrazonables” y serían “perjudiciales” para la industria.
En términos más generales, la élite gobernante estadounidense está intentando imponer todo el coste de su interminable rescate de Wall Street a los trabajadores.
En términos más generales, la élite gobernante estadounidense está intentando imponer todo el coste de sus interminables rescates de Wall Street y sus igualmente interminables guerras asesinas sobre las espaldas de la clase trabajadora. Políticamente, a la población se le da la opción oficial entre el belicismo nuclear y proempresarial de Biden y los rebuznos y amenazas nazis de Trump.
Hay una repulsión cada vez mayor contra todo el sistema social y económico. La vida política y cultural se tensa hasta un punto de ruptura. Si pudieran salirse con la suya, las empresas de cine y televisión no producirían más que basura, un puñado de “éxitos de taquilla” al año, y adormecerían el cerebro de todo el mundo. Sin embargo, las personas son son ciegas ante lo que ocurre. El “arte” y el “lucro”, tal como lo entienden muchos, incluidos muchos guionistas en los piquetes, son enemigos mortales. La palabra “capitalismo” es cada vez más una grosería.
El WSWS y el Partido Socialista por la Igualdad han estado luchando por un cambio de rumbo en la huelga de guionistas y advirtiendo sobre los peligros a los que se enfrentan los miembros de SAG-AFTRA. Hace tres semanas, escribimos: “Es necesaria una nueva dirección en la huelga de guionistas, junto con nuevas organizaciones, que representen a las bases y las necesidades político-culturales de amplias capas de la población. La unidad es necesaria, y todo trabajador gravita instintivamente en esa dirección. Sin embargo, la unidad en las filas cuando los que están a la cabeza llevan a los que vienen detrás a una trampa, que son orgánicamente incapaces de evitar, no es saludable. En ese momento, deben alzarse las voces de la disidencia y laoposición”. Esas “voces” empiezan a alzarse, aunque sea por miembros de otro sindicato.
La carta de los actores es un importante avance social y político. Refleja el impacto del rápido crecimiento de la militancia de la clase obrera estadounidense e internacional sobre la orientación de los círculos artísticos en condiciones de crisis económica capitalista, reacción política, guerras interminables y desintegración social.
(Publicado originalmente en inglés el 28 de junio de 2023)
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