Más de 500 trabajadores de Clarios en Holland, Ohio, regresaron a trabajar esta semana tras el final de su huelga de 40 días contra la mayor empresa de baterías para automóviles del mundo. La burocracia del sindicato United Auto Workers (UAW) puso fin a esta poderosa lucha el fin de semana después de imponer un contrato favorable a la empresa que incluye un recorte en los salarios reales y la introducción de una nueva jornada de 12 horas sin el pago de horas extra.
En dos ocasiones previas, los trabajadores de Clarios rechazaron esencialmente la misma propuesta de manera contundente, en un 98 por ciento el 27 de abril y luego un 76 por ciento el 22 de mayo. Ante una rebelión completa de las bases, el aparato del UAW procedió a sofocar la huelga sistemáticamente. Mantuvo a los trabajadores debilitados con un sueldo por huelga de solo $500 por semana, ayudó y acomodó las operaciones de la empresa para romper la huelga y amenazó a los desafiantes obreros que serían reemplazados por esquiroles y el UAW no resistiría si volvían a rechazar el contrato.
La misma semana en que el aparato del UAW impuso el acuerdo para poner fin a la huelga de Clarios, desconvocó la huelga de un mes de 160 trabajadores de Constellium, un proveedor de Ford, en los suburbios de Detroit, envió a 2.400 trabajadores académicos de vuelta al trabajo en la Universidad de Washington antes de que pudieran votar sobre su contrato, y finalizó la huelga de seis meses de los trabajadores de la empresa de pintura Sherwin-Williams en Maryland. Esto siguió al anuncio del UAW de que los trabajadores de autopartes de la planta de Forvia (antes Faurecia) en Saline, Michigan, habían aceptado un contrato entreguista por un sospechoso margen de 51,72 a 48,28 por ciento, después de haberlo rechazado inicialmente en un 80 por ciento el 11 de mayo.
Dado que los contratos de 150.000 trabajadores de GM, Ford y Stellantis expiran en menos de tres meses, la burocracia del UAW está intentando desesperadamente apagar los incendios locales antes de que se conviertan en una llamarada furiosa contra las empresas y sus secuaces en el aparato del UAW.
La traición de la huelga de Clarios muestra a lo que se enfrentarán los trabajadores de las tres empresas automotrices de Detroit a menos que tomen cartas en el asunto. Hay lecciones críticas que todos los trabajadores deben aprender de la experiencia de la huelga de Clarios.
En primer lugar, está el papel de todo el aparato sindical, no solo del UAW y no solo en EE.UU., en la supresión de la lucha de clases y en la imposición de los dictados de las corporaciones.
A pesar de la retórica sobre la “restauración de la democracia” y la “devolución del poder a los miembros”, la nueva conducción del UAW, encabezada por el presidente Shawn Fain, no es menos servil a la gerencia que sus predecesores.
Fain, un viejo burócrata del UAW, fue colocado en su puesto mediante una elección amañada que buscaba darle una nueva fachada a los gángsteres de la sede Solidarity House. Pero por muchos vídeos de Facebook que produzcan los asesores pseudoizquierdistas que Fain ha incorporado a su plantilla desde Labor Notes y los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés), no se puede ocultar el hecho de que el aparato del UAW como fuerza social sigue siendo totalmente hostil a los intereses de los trabajadores de base.
Los intereses de este aparato, compuesto por individuos con ingresos que les sitúan entre el 5 por ciento o incluso el 1 por ciento más rico de la población, están totalmente divorciados y son hostiles al deseo de los trabajadores de todo el mundo a combatir la inflación galopante y las condiciones laborales cada vez más brutales. El aparato sindical fue decisivo a la hora de forzar la aprobación de un contrato ferroviario el año pasado, de intentar imponer a la fuerza un acuerdo en los puertos y de aislar todas las huelgas que no pudieron evitar.
En segundo lugar, la clase dominante y en particular el Gobierno de Biden en Estados Unidos se apoyan en el aparato sindical para subordinar a los trabajadores a su disputa con sus competidores en el extranjero y a su escalada bélica en Ucrania. En lo que respecta a la clase dominante, el coste total de la guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia y los planes de guerra contra China deben pagarse mediante el aumento de la explotación en casa.
En las últimas semanas, Fain y otros funcionarios del UAW se han reunido en repetidas ocasiones con funcionarios del Gobierno de Biden y con miembros del Congreso, que están presionando para que se produzca la transición a los vehículos eléctricos como medio para desafiar el dominio chino en su producción y para desarrollar una cadena de suministro de base nacional, necesaria para una economía en tiempos de guerra. Para llevar esto a cabo, la Casa Blanca está integrando aún más al UAW y a otros sindicatos en sus planes para sofocar la oposición interna y reducir drásticamente los costes laborales, especialmente en las nuevas plantas de ensamble de vehículos eléctricos y de baterías.
En tercer lugar, los trabajadores quieren contraatacar y están empezando a tomar cartas en el asunto. Los trabajadores automotores, al igual que sus homólogos de otras industrias de Estados Unidos y de todo el mundo, se esfuerzan por coordinar sus luchas más allá de las empresas y las fronteras nacionales. Para lograrlo, los trabajadores necesitan una estrategia y un marco organizativo totalmente nuevos, de modo que la toma de decisiones y el poder puedan transferirse del aparato proempresarial del UAW a los trabajadores de base.
En el transcurso de la huelga, un grupo de trabajadores de Clarios formó el Comité de Base de los Trabajadores de Clarios y publicó una carta abierta en la que esbozaban sus propias reivindicaciones y hacían un llamamiento a los trabajadores de las tres grandes empresas automotrices de EE.UU. (GM, Ford y Stellantis) para que lucharan conjuntamente para ganar la huelga. Los trabajadores establecieron contactos con otros trabajadores de la industria automotriz en Estados Unidos y a escala internacional, en el marco de la Alianza Internacional Obrera de los Comités de Base (AIO-CB).
Los trabajadores de las fábricas de GM, Ford y Stellantis solo se enteraron de esta lucha decisiva gracias a los esfuerzos del World Socialist Web Site y de los comités de base de trabajadores automotores de Toledo, Detroit, Flint y otras ciudades, que rompieron el apagón informativo impuesto por la burocracia del UAW. Como resultado, los trabajadores exigieron al UAW que prohibiera la manipulación de baterías fabricadas por esquiroles en la planta de Clarios.
Gracias a la labor de los comités de base, los trabajadores en huelga también establecieron contacto directo con otros trabajadores de Clarios, incluso en la planta de baterías de St. Joseph, Missouri, donde la empresa estaba aumentando la producción de baterías para socavar el impacto de la huelga. Aunque los trabajadores de Missouri querían rechazar el trabajo extra, su propio sindicato, el IUE-CWA, lo había aceptado tras consultar con el UAW. Los trabajadores también se enteraron de que ambos sindicatos ocultaban un elaborado plan de Clarios para utilizar revestimientos de plástico de baterías de la planta de Missouri en las baterías terminadas por esquiroles en Ohio para ocultar su origen.
La AIO-CB también ayudó a establecer líneas directas de comunicación entre los huelguistas de Ohio y los 11.000 trabajadores de Clarios en las operaciones mundiales de la empresa, incluido en el corazón de las operaciones europeas de la empresa en Hannover, Alemania.
La revuelta de los trabajadores de Clarios forma parte del creciente movimiento de la clase obrera en todo el mundo contra los intentos de la clase dominante de imponer los costes de la crisis económica y la guerra sobre las espaldas de los trabajadores. Esto incluye huelgas masivas y protestas contra los recortes de pensiones en Francia, huelgas de trabajadores de correos, salud, ferrocarriles y aerolíneas en Reino Unido, Alemania, Italia y otros países europeos, huelgas de estibadores y trabajadores del metro en Argentina, y protestas contra las privatizaciones ys medidas de austeridad del FMI en Sri Lanka.
El 17 de mayo, la AIO-CB emitió una declaración, “Un llamado a la acción a los trabajadores automotores: ¡movilicen el apoyo a la huelga en Clarios!” que afirmaba que la huelga era “la primera etapa de la lucha contractual de 150.000 trabajadores automotores en EE.UU. y 23.000 en Canadá de los “Tres Grandes” fabricantes de automóviles”.
La declaración continuaba: “las empresas, los bancos y el Gobierno de Biden están decididos a llevar a cabo la transición a los vehículos eléctricos completamente a expensas de los trabajadores, recortando los salarios, eliminando cientos de miles de puestos y devastando ciudades enteras”. Por ello, continúa la declaración, “es necesario que los trabajadores consideren estratégicamente la huelga, como una batalla crítica de una guerra más amplia”.
La huelga de Clarios fue una experiencia estratégica para toda la clase obrera. El resultado de esta lucha puede pasar de negativo a positivo si los trabajadores extraen las lecciones fundamentales y construyen un poderoso movimiento de base contra las burocracias sindicales corporativistas y el sistema de explotación capitalista que defienden.
(Publicado originalmente en inglés el 20 de junio de 2023)