La aprobación rápida y arrolladora en ambas cámaras del Congreso de la ley sobre el techo de la deuda que fue elaborada por el presidente Joe Biden y el jefe republicano de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, incluyendo el hecho de que el grueso de los votos provino de los demócratas, debe servir como una lección objetiva del abismo infranqueable de clase entre toda la élite política y la clase trabajadora.
A pesar de las recriminaciones mutuas, ambos partidos del capitalismo estadounidense están unidos en su determinación de imponer todo el costo de la guerra sobre la clase trabajadora y los jóvenes. Utilizan el techo de la deuda y el espectro de un impago “catastrófico” de las obligaciones de la deuda estadounidense para montar una elaborada pantomima sobre negociaciones “de crisis” para encubrir la imposición de un brutal paquete de medidas de austeridad.
El acto final de la obra se produjo durante el voto del Senado el jueves, cuando el senador republicano Lindsey Graham llamó el proyecto de ley “un regalo a China” y exigió un aumento incluso mayor en el gasto militar. El líder de la mayoría en el Senado, Charles Schumer (demócrata) y el líder de la minoría Mitch McConnell (republicano) respondieron obedientemente con una declaración conjunta que afirma que “el acuerdo sobre el techo de la deuda no hace nada que limite la habilidad del Senado para asignar fondos de emergencia suplementarios para garantizar que nuestras capacidades militares basten para disuadir a China, Rusia y nuestros otros adversarios”.
En otras palabras, mientras que los recortes y límites para los programas sociales son estrictos, el gasto ilimitado en la maquinaria de guerra estadounidense procederá sin interrupción.
El viernes por la noche, Biden pronunció un discurso en horario estelar aclamando el acuerdo y la unidad entre ambos partidos para alcanzarlo. “Nadie obtuvo todo lo que quería”, dijo, “pero el pueblo estadounidense obtuvo lo que necesitaba”. De hecho, Wall Street y el ejército recibieron precisamente lo que querían, si bien el proyecto de ley tan solo es un pago inicial para lo que planean. En cuanto al “pueblo estadounidense”, la clase trabajadora será obligada a pagar la cuenta.
A lo largo del proceso, los parásitos financieros se mantuvieron indiferentes, ya que sabían que era una certeza una resolución completamente favorable para ellos. Los mercados no reaccionaron a los anuncios de una “crisis” inminente y celebraron la aprobación de la llamada “Ley de Responsabilidad Fiscal” con un fuerte salto el viernes.
Los medios de comunicación corporativos promovieron sin excepciones la línea oficial, encubriendo las causas del rápido crecimiento de la deuda nacional: billones en recortes de impuestos para las empresas y los ricos, billones en rescates a los bancos y especuladores y gastos récord para el ejército. Ninguno mencionó el hecho que el gasto social ha caído fuertemente desde el último acuerdo sobre el techo de la deuda, que ocurrió en 2011 bajo el Gobierno de Obama-Biden, mientras que los impuestos corporativos han caído 60 por ciento y las ganancias han establecido récords una y otra vez.
¡La “crisis” supuestamente demostraba que era momento de poner fin al “despilfarro” en cosas como viviendas, escuelas, salud, ambiente, transporte público y nutrición! El Wall Street Journal apoyó en un editorial el acuerdo, particularmente por sus nuevos requisitos laborales para los beneficiarios más antiguos de los cupones de alimento (Programa Asistencial de Nutrición Suplementaria, SNAP por sus siglas en inglés), alegando que fue un paso adelante en la restauración de “una cultura de trabajo”.
El acuerdo incluye límites para los años fiscales 2024 y 2025 sobre el gasto discrecional no militar, una revocación de $30 mil millones en fondos no utilizados para el COVID, un recorte de $20 mil millones en el servicio de recaudación de impuestos y una finalización el 30 de agosto de la moratoria en el pago de la deuda estudiantil
Otras disposiciones incluyen la eliminación de la Ley Nacional de Política Medioambiental de 1970 para permitir la perforación de pozos de combustibles fósiles y otros proyectos energéticos. También habrá un recorte general del 1 por ciento en el gasto nacional para este año si el Congreso no consigue aprobar los 12 proyectos de ley de asignaciones antes del 1 de enero de 2024, algo que no ha ocurrido desde 1997. Esta penalización supondría un recorte del gasto mayor que todos los recortes previstos en el resto de la legislación juntos. Esto prepara el terreno para una crisis presupuestaria en un año electoral y la amenaza de un cierre del Gobierno.
Como declaró McCarthy en repetidas ocasiones, los recortes incluidos en el acuerdo sobre el techo de la deuda son solo anticipos del desmantelamiento de todo lo que queda de la red de seguridad social.
En un editorial del 1 de junio, el Washington Post, afín al Partido Demócrata, elogió las medidas de austeridad del proyecto de ley bipartidista, que la Oficina Presupuestaria del Congreso calcula que reducirán el gasto federal en 1,5 billones de dólares durante la próxima década, al tiempo que reiteraba su exigencia de que también se recorten drásticamente los principales programas de prestaciones sociales: la seguridad social y Medicare. Exigió “cambios estructurales en los verdaderos motores de la deuda y el déficit: los programas de salud y jubilaciones”.
Este es, de hecho, el objetivo de los dos grandes partidos patronales, independientemente de las diferencias tácticas que puedan tener sobre cómo alcanzarlo.
Los esfuerzos del ala supuestamente “progresista” del Partido Demócrata, incluidos los diputados pseudoizquierdistas de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés), para restar importancia al papel de Biden y de los demócratas y echar toda la culpa de las medidas de austeridad a los republicanos quedaron expuestos por el resultado de la votación tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado.
En la cámara baja, que aprobó el proyecto el miércoles, la votación fue de 314-117, con los demócratas votando 165-46 a favor del proyecto (80 por ciento), frente a los republicanos que votaron 149-71 (67 por ciento). Además, los demócratas evitaron que el proyecto fuera bloqueado en una votación de procedimiento anterior, rompiendo con las convenciones en estos asuntos y aportando más de 50 votos para superar la oposición de 29 miembros de la bancada republicana Freedom Caucus de la Cámara de Representantes.
En el Senado, el proyecto de ley fue aprobado 63 a 36 y solo cuatro de los demócratas más el nominalmente independiente Bernie Sanders votaron en contra. Ni un solo demócrata en ninguna de las dos cámaras se levantó para exigir un recorte del gasto militar, que según el proyecto de ley aumentará un 3 por ciento este año hasta alcanzar la cifra récord de casi un billón de dólares y crecerá una cantidad equivalente el año que viene.
La respuesta de Biden al intento de golpe fascista de Trump del 6 de enero de 2021 fue rescatar al Partido Republicano y elaborar juntos un modus operandi para proseguir la política agresiva del imperialismo estadounidense hacia Rusia. Este es el motivo detrás de sus súplicas de “unidad” y “bipartidismo”. Ahora el programa de guerra en el extranjero se une a la guerra contra la clase obrera en casa, y también es una política bipartidista.
Esto no impidió que la diputada del DSA, Alexandria Ocasio-Cortez, tuiteara: “Los republicanos tienen que responsabilizarse de esta votación. Este fue su trato. Estas fueron sus negociaciones. Ellos son los que tratan de venir y recortar SNAP, recortar las protecciones ambientales, tratando de imponer forzosamente un oleoducto a una comunidad que no lo quiere”.
DSA funciona como una facción del Partido Demócrata. En 2020, apoyó a Sanders en las primarias demócratas, y cuando Sanders se retiró respaldó a Biden como “mal menor” frente a Trump. La revista Jacobin, alineada con DSA, promovió ilusiones en Biden, publicando un artículo después de que fuera declarado vencedor en noviembre de 2020 con el titular: “Celebra hoy, lucha mañana”.
En toda su información sobre la “crisis” del techo de la deuda, Jacobin nunca ha planteado la cuestión de la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en Ucrania. Esto se debe a que la revista y DSA apoyan el imperialismo estadounidense y sus guerras por la hegemonía mundial.
Tanto en EE.UU. como en todo el mundo —Francia, Sri Lanka, Reino Unido— el intento de las clases dominantes de hacer que la clase obrera pague por la guerra mediante la destrucción de las prestaciones sociales está alimentando un levantamiento masivo de la clase obrera. Es fundamental dotar este movimiento de una perspectiva socialista internacional y revolucionaria consciente, políticamente independiente de todos los partidos y organizaciones de la clase dominante.
(Publicado originalmente en inglés el 2 de junio de 2023)