En un veredicto emitido el martes tras menos de tres horas de deliberación, un jurado de Nueva York declaró al expresidente Donald Trump responsable de abuso sexual y difamación de E. Jean Carroll hace casi 30 años. El jurado le condenó a pagar 5 millones de dólares por daños y perjuicios a la ahora columnista retirada de una revista.
Carroll acusó a Trump de haberla violado en un probador de Bergdorf Goodman, uno de los principales grandes almacenes de Manhattan. Ella describió el ataque a varios amigos en aquel momento, pero no lo denunció a la policía ni lo hizo público de ninguna manera. Dos de esos amigos testificaron en el juicio.
El juez Lewis Kaplan instruyó al jurado sobre tres posibles formas de agresión por las que podían condenar a Trump si consideraban que la preponderancia de las pruebas favorecía a la Sra. Carroll: violación, abuso sexual y tocamientos forzados. El jurado eligió el segundo cargo, que implica tocamientos sexuales forzados, con la aprobación unánime de seis hombres y tres mujeres.
La demanda de Carroll sólo fue posible, dado el largo periodo de tiempo transcurrido desde el suceso, gracias a una ley del estado de Nueva York recientemente aprobado, la Ley de Supervivientes Adultos, que concede a quienes han sufrido agresiones sexuales siendo adultos un plazo de un año para presentar demandas por delitos que han prescrito. La ley no permite presentar cargos penales contra los presuntos autores, por lo que Trump no se enfrenta a ninguna responsabilidad penal.
El veredicto no fue sorprendente por la decisión de Trump de no defenderse. Sus abogados defensores llevaron a cabo un agresivo interrogatorio de Carroll y otros testigos de la demandante, pero no llamaron a testigos propios para rebatir sus afirmaciones.
Mientras tanto, Trump mantuvo un flujo constante de comentarios vitriólicos en las redes sociales, que continuó después de que el jurado emitiera su veredicto, afirmando que ni siquiera sabía quién era Carroll y que no recordaba ningún encuentro con ella.
Hizo una negación general similar en una declaración jurada tomada por el abogado de Carroll. Partes de la declaración, hecha pública recientemente, incluían un comentario típicamente repugnante de Trump que reafirmaba la posición que adoptó en la famosa cinta 'Access Hollywood', publicada durante la campaña electoral de 2016, en la que se jactaba de su capacidad, como 'estrella', para agarrar a las mujeres por los genitales sin ninguna consecuencia.
Aunque los medios de comunicación corporativos se han centrado por completo en los detalles salaces de la demanda, y algunos columnistas, sobre todo en el New York Times, han tratado de utilizarlo para reavivar la flagrante campaña #MeToo, el caso tiene un significado más amplio. Está sirviendo como arma para el Partido Demócrata y sus aliados de los medios de comunicación en la lucha viciosa dentro de la clase dominante estadounidense que se ha intensificado constantemente desde que Trump ganó por primera vez la nominación presidencial republicana en 2016.
Los demócratas se han negado sistemáticamente a llevar a cabo una lucha contra Trump por crímenes sociales y políticos masivos que van desde los ataques a los inmigrantes, como en la separación de los niños de sus padres, hasta el intento de golpe político del 6 de enero de 2021, cuando trató de anular el resultado de las elecciones de 2020, movilizando a sus partidarios fascistas en un violento asalto al Congreso. Más de dos años después del ataque al Capitolio, los principales instigadores siguen libres y no se enfrentan a cargos penales.
Dicho esto, no hay argumento sobre la realidad del trato grosero y brutal de Trump hacia las mujeres. Así lo subraya la rapidez con la que el jurado emitió un veredicto unánime, incluyendo a un miembro del jurado al que los abogados de Carroll intentaron descalificar sin éxito porque escucha habitualmente podcasts de ultraderecha.
Pero los escándalos sexuales no son el método para una lucha genuina contra Trump y su esfuerzo por construir un movimiento fascista en Estados Unidos. Son invariablemente el sello distintivo de un esfuerzo de la derecha para estampar a la población y contaminar la conciencia pública con el material más degradado y repugnante.
Cabe destacar en este contexto que uno de los que supuestamente influyó en Carroll para que iniciara su demanda fue el abogado George Conway, uno del grupo de abogados de derechas que aprovechó la demanda de Paula Jones para construir una trampa de perjurio para el presidente Bill Clinton, que condujo a su destitución en 1998 por mentir sobre su relación con Monica Lewinsky.
Conway se ha vuelto contra Trump después de apoyarle inicialmente, pero el método de provocación legal sigue vivo, dirigido contra el expresidente republicano en lugar de contra el presidente demócrata.
La agresión sexual no es lo que motiva la lucha en la clase dominante, que se centra por completo en cuestiones de política exterior. Desde 2016, los demócratas han atacado a Trump por ser supuestamente demasiado blando con Rusia, llegando incluso a instigar la investigación del abogado especial Mueller sobre las acusaciones de que Trump actuaba en connivencia con el presidente ruso Vladímir Putin.
Un año después de que la investigación de Mueller terminara en fracaso, la primera destitución de Trump fue aprobada por la Cámara de Representantes, bajo control demócrata, por su bloqueo temporal de los envíos de armas a Ucrania en el verano de 2019, una acción que socavó la política bipartidista de construir el ejército ucraniano para una guerra inminente con Rusia.
Con el estallido de la guerra proxy de Estados Unidos contra Rusia en Ucrania, después de que las potencias imperialistas provocaran con éxito una invasión rusa, toda la política exterior de Washington depende de la prosecución de esta guerra hasta el éxito final. Los estrategas de los think tanks y los comentaristas de los medios de comunicación lo definen abiertamente como la destrucción del ejército ruso, la destitución de Putin y la división de Rusia en múltiples Estados sucesores, fácilmente manipulables por Occidente.
Trump ha expresado un escepticismo considerable e incluso una oposición frontal a la guerra, desde un punto de vista nacionalista de derechas. Al mismo tiempo, promete reforzar el ejército estadounidense y utilizarlo agresivamente, quizá de forma directa e inmediata, contra China, que también es el objetivo final de los demócratas y de Biden.
(Publicado originalmente en inglés el 10 de mayo 2023)