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Perspectiva

¿Qué hacía Biden el 6 de enero?

La última audiencia antes de las elecciones legislativas del Comité Selecto sobre el 6 de enero de la Cámara de Representantes ofreció pruebas adicionales de dos hechos críticos sobre el intento fallido de un golpe de Estado fascistizante hace casi dos años. En primer lugar, fue un esfuerzo planificado, liderado por Trump, pero el apoyo sustancial del ejército, la policía y el aparato estatal. En segundo lugar, el Partido Demócrata y, en particular, el presidente electo Biden no hicieron absolutamente nada para detener la insurrección mientras se llevaba a cabo.

El 6 de enero de 2021, los partidarios derechistas leales al presidente Donald Trump irrumpen el Capitolio en Washington en un intento de golpe de Estado [AP Photo/Jose Luis Magana]

Ambos hechos son demostrados en un video publicado por el comité con imágenes inéditas de los líderes congresistas del Partido Demócrata, incluyendo a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y al líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer. Fueron grabadas por la hija de Pelosi. Con cortes de escenas de la turba fascistizante invadiendo el Capitolio para frenar la certificación del resultado electoral y capturar o asesinar a líderes elegidos, la reacción de los líderes más poderosos del poder legislativo es un retrato de postración.

El objetivo de la insurrección fue reconocido por los líderes del Partido Demócrata en el Congreso cuando estaba en curso. A las 2:23 p.m., Pelosi fue grabada diciéndole a alguien por le celular que era necesario “finalizar los procedimientos o ellos tendrán una victoria completa”, es decir, el bloqueo de la elección de Biden y el derrocamiento del Gobierno estadounidense. A las 2:42 p.m., se le puede escuchar diciendo “debe haber alguna manera de mantener una sensación de que… el Gobierno puede funcionar y que podemos elegir al Gobierno de Estados Unidos”.

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El apoyo al golpe de Estado de importantes sectores del aparato estatal fue subrayado por los detalles publicados el jueves, incluyendo comunicaciones del Servicio Secreto sobre los planes de grupos ultraderechistas de llegar al Capitolio armados.

Un correo electrónico del 26 de diciembre de 2020, casi dos semanas antes de la insurrección, declara que los miembros del grupo Proud Boys planeaban “asesinar a gente” el 6 de enero. “Creen que van a tener un grupo lo suficientemente grande para marchar en D.C. y superarán en número a la policía, así que no podrán ser detenidos”, afirmaba.

Y aún así no se hizo nada para proteger el Capitolio. Las escasas fuerzas policiales desplegadas fueron rápidamente superadas por la multitud de insurrectos después del discurso de Trump en el parque Ellipse.

Reunidos en sus búnkeres, los líderes congresistas no tenían ningún plan de acción en respuesta. Pelosi y Schumer realizaron una serie de llamadas a participantes de la conspiración, suplicándoles que le pongan fin. A las 3:00 p.m., Schumer anunció que iba a “llamar al maldito secretario de Departamento de Defensa”, es decir, el secretario en funciones de Trump, Cristopher Miller, uno de los principales arquitectos del golpe de Estado. Schumer y Pelosi procedieron a suplicarle a Miller que llamara a la Guardia Nacional de Maryland, algo que él estaba bloqueando. Pelosi le informó a Miller, a quien llamó “Sr. secretario”, que iba a llamar a la alcaldesa de Washington D.C. para ver si ella podía hacer algo.

Alrededor de las 3:20 p.m., Pelosi llamó al gobernador de Virginia para ver si podía enviar a tropas de la Guardia Nacional, pero añadió en un tono sorprendido que no estaba segura si necesitaría la aprobación del Gobierno federal.

Schumer y Pelosi luego llamaron al fiscal general en funciones de Trump, Jeff Rosen, a las 3:25 p.m. Pelosi le suplicó a Rosen que le pidiera a Trump “si por lo menos podía” hacer algo, mientras que Schumer le sugirió que “busque al presidente para que les diga que se vayan del Capitolio”.

A un punto, alrededor de las 4:30 p.m., Pelosi indicó que le dijeron (no está claro quién) que no iba a ser posible reiniciar la sesión del Congreso en el Capitolio por varios días por el “popó que están haciendo, en sentido literal y figurado”. Estaba preparaba para aceptar la prorrogación efectiva del Congreso.

Todo esto pone de relieve el completo silencio de Biden durante los acontecimientos. En varios momentos, los líderes del Congreso llamaron a oficiales del Gobierno de Biden y el ejército y Schumer se refirió a una discusión con la vicepresidenta electa, es decir, Kamala Harris.

No obstante, nadie mencionó haber tenido discusiones con la persona cuya elección estaba siendo anulada. ¿Qué estaba haciendo Biden para defender su propia elección?

De hecho, en todos los libros y artículos que detallan los eventos de ese día, prácticamente no hay nada sobre las acciones de Biden durante las horas más cruciales. Un artículo en Político, publicado en enero de este año, indica que “se sabe poco sobre la manera en que Biden y su equipo procesaron, en tiempo real, la revuelta que estaba marcha”.

Después de reportar que Biden estaba recibiendo llamadas de asesores desde su hogar en Wilmington, Delaware, el artículo indica que dejó su casa alrededor de las 2:20 p.m. y se dirigió al auditorio de música The Queen. “Para entonces, las cosas se habían intensificado mucho y fue directo a un sitio seguro para seguir viendo. Luego, cortó toda comunicación”.

Biden no realizó ninguna declaración pública hasta dos horas después, un poco después de las 4:00 p.m. Este periodo, entre las 2:00 y las 4:00, fue crucial para la insurrección. Incluyó la mayor parte de los 199 minutos durante los cuales el ejército se quedó a un margen sin hacer nada—entre la solicitud a las 1:49 p.m. del comandante de la Guardia Nacional de D.C., William Walker, al secretario de Defensa en funciones Miller y el alto mando militar para poder desplegar la Guardia Nacional y su autorización final a las 5:08 p.m.

Independientemente de lo que Biden estaba haciendo durante ese periodo, estaba dejando abiertas sus opciones, incluso algún tipo de acuerdo para compartir el poder o conceder la elección completamente. Muy posiblemente hubo llamadas al presidente del Estado Mayor Conjunto, Mark Milley, para saber a quién apoyaría el ejército.

Finalmente, Biden volvió a comunicarse poco después de las 4:00 p.m. Se pronunció públicamente por ocho minutos en total para pedirle a Trump personalmente que interviniera. “Llamo al presidente Trump a aparecer en televisión nacional en este momento para cumplir su promesa y defender la Constitución, y exigir que se ponga fin al asedio”, declaró. Concluyó sus declaraciones con un llamado a la unidad bipartidista y nuevamente al principal conspirador detrás del golpe de Estado: “Presidente Trump, dé un paso adelante”.

Como escribió el WSWS el 7 de enero, “Este llamado absurdo al dictador fascista en potencia pasará a la historia como el discurso ‘Hitler, haz lo correcto’ de Biden”.

Al final de cuentas, el golpe de Estado fracasó, pero esto no se debió a las acciones del Partido Demócrata. Si las cosas hubieran ocurrido un tanto distintas, no cabe duda de que los demócratas hubieran aceptado un resultado en el que “ellos tendrán una victoria completa”, como dijo Pelosi.

La postración del Partido Demócrata antes y durante los eventos del 6 de enero no es el producto meramente de cobardía o estupidez. También hubo consideraciones políticas.

En primer lugar, como representantes de la élite empresarial y financiera, los demócratas temían y temen cualquier acción que provoque una respuesta masiva de la clase trabajadora, que se saldría de su control. El objetivo principal de los demócratas no era y no es mantener las formas democráticas de gobierno, sino la estabilidad del aparato estatal y su sistema bipartidista.

Biden manifestó esto menos de 48 horas después del golpe de Estado, cuando dijo en una rueda de prensa: “Necesitamos un Partido Republicano… que tenga principios y sea fuerte”. El discurso inaugural de Biden dos semanas después del golpe estuvo completamente dedicado a hacer llamados de “unidad” a sus “colegas republicanos”, casi sin mencionar la insurrección del 6 de enero.

Veintiún meses después de la insurrección, ni un solo líder de la conspiración, incluyendo a Trump, ha sido arrestado, ni mucho menos enjuiciado.

En segundo lugar y de manera relacionada, la principal crítica de los demócratas contra Trump giraba y gira en torno a cuestiones de política exterior, particularmente los planes que ahora están en marcha para una guerra con Rusia. En la medida en que la facción de la burguesía opuesta a Trump intensifica el conflicto, como lo demostró la decisión del comité de citar a Trump el jueves, está principalmente motivada por los imperativos del imperialismo estadounidense.

Incluso en este sentido, los demócratas han cedido la iniciativa a los republicanos, incluyendo a figuras como Liz Cheney, quien ha asumido el papel dominante del Comité Selecto del 6 de enero. El objetivo d ellos demócratas es profundizar su alianza con al menos una facción del Partido Republicano con base en un programa común de la guerra en el extranjero y la reacción social en casa.

Toda la respuesta del Partido Demócrata, junto a las políticas reaccionarias del Gobierno de Biden, han servido para fortalecer políticamente al ala abiertamente fascistizante de la clase gobernante, que espera obtener grandes avances en las elecciones de mitad de periodo.

No es posible defender los derechos democráticos básicos ni oponerse a la tendencia hacia la dictadura y el fascismo por medio del Partido Demócrata ni cualquier otra facción de la élite política burguesa, sino solo a través de los métodos de la lucha de clases y la revolución socialista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 14 de octubre de 2022.)

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