El sindicato United Steelworkers (USW) está obedeciendo a la administración de Biden mientras ella se prepara para una confrontación militar directa con Rusia a pesar de las consecuencias catastróficas para la población del mundo. El viernes pasado, el día después de que inició la invasión rusa de Ucrania, que fue impulsada por EE.UU. y las potencias de la OTAN, el USW de repente anunció que había conseguido un acuerdo tentativo sobre un nuevo contrato laboral para prevenir una huelga por 30.000 trabajadores petroquímicos y de refinerías petroleras.
El presidente del USW Tom Conway anunció el acuerdo sólo unos días después de participar en una reunión virtual del 22 de febrero con el presidente Biden, secretaria de Energía Jennifer Granholm y subsecretaria de Defensa Kathleen Hicks. El evento reunió a funcionarios empresariales, sindicales y gubernamentales para discutir la producción creciente estadounidense de litio y otros minerales estratégicos para combatir la dominación china de la producción de baterías de vehículos eléctricos.
Sin importar si Conway recibiera sus órdenes en esta reunión o de otra manera, hay muy poca duda de que le dijeron inequívocamente que la administración de Biden no permitiría una huelga de trabajadores petroquímicos. Un abandono podría detener dos tercios de la capacidad de refinación del país, en el mismo momento que la administración intenta aumentar la producción energética doméstica mientras intensifica la confrontación con Rusia.
El USW, que ha pasado décadas en colusión con los jefes de compañías petroleras, siderúrgicas y otras para reducir el nivel de vida de obreros, no requirió ninguna petición especial para obedecer al presidente estadounidense. Pero la integración de los sindicatos en el estado capitalista y su utilización para imponer la disciplina laboral y suprimir la disidencia interna han alcanzado un nuevo nivel con las preparaciones por la administración de Biden para una guerra total.
Obreros petroquímicos de base han dicho al World Socialist Web Site que el USW ni siquiera presentó una pretensión de preparar para una huelga durante las negociaciones del contrato petrolero nacional de este año. En 2015, el USW convocó a 7.000 trabajadores, es decir menos de un cuarto de la fuerza laboral, en una huelga parcial que duró hasta ocho meses antes de firmar un contrato de concesión. En 2019, supervisores en las refinerías recibieron horarios separados para mantener las refinerías en anticipación de un abandono, que el USW nunca convocó. “Esta vez, las compañías no tomaron ninguna precaución para una huelga porque ya tenían un acuerdo con el USW”, dijo un trabajador de Marathon en la refinería de Galveston Bay al WSWS.
“Durante las primeras reuniones informativas hace unas semanas, nos advirtieron que existía la posibilidad de intervención gubernamental si hacemos huelga, a causa de la amenaza de una guerra en Ucrania”, dijo el obrero. “Usaron este hecho parcialmente como la base de una serie de trucos publicitarios inútiles en que participamos en vez de convocar un abandono total. No estoy seguro de cuántos de mis colegas vean la relación entre estas cosas, pero necesitan saber”, dijo.
Repetidas veces la administración de Biden ha subrayado que desea un suministro sin interrupción de gasolina de las refinerías estadounidenses para limitar el aumento en precios, que han subido agudamente desde la crisis en Europa del Este. “Sé que es difícil y que ya hay estadounidenses que sufren”, dijo Biden en una rueda de prensa poco tiempo antes de la reunión con Conway y los demás. “Haré todo lo posible para limitar el dolor que la gente estadounidense siente en las bombas de gasolina”. Añadió, “Estamos vigilando cercanamente el suministro de energía en búsqueda de cualquier trastorno”.
No hay la menor duda de que esta “vigilancia” también incluía una huelga potencial por trabajadores petroquímicos. Mientras ponen en reserva las medidas de “seguridad nacional” para derrocar tal huelga, la Casa Blanca cuenta con el USW para que bloquee un abandono e imponga los dictados de los jefes petroleros.
Como siempre, detrás del cotorreo patriótico exagerado y la voluntad de la clase gobernante de sacrificar la última gota de la sangre obrera, hay unos cálculos financieros brutos. Chevron, ExxonMobil y los demás monopolios energéticos estadounidenses están a punto de sacar ganancias masivas como resultado del bloqueo de uno de sus competidores extranjeros principales de los mercados mundiales, y el crecimiento correspondiente de precios. Rusia es el tercer productor de petróleo más grande del mundo–mientras el primero y el segundo son EE.UU. y Arabia Saudí–y el segundo productor de gas natural del mundo, mientras el primero es EE.UU.
Las corporaciones estadounidenses llevarán a cabo su “deber patriótico” por enviar suministros de gas natural a Alemania y otros países europeos–que han contado con el petróleo ruso para 40 por ciento de sus necesidades energéticas–con una cuota adicional, por supuesto. Sin duda para cumplir con sus obligaciones sagradas, trabajadores de Marathon y las otras refinerías tendrán que trabajar en un nivel de tiempo extra totalmente inhumano más allá de lo que ya han estado trabajando.
La guerra es un desastre, no solo para los obreros de Ucrania y Rusia, pero para toda la clase obrera. Los precios alimentarios podrían dispararse durante las próximas semanas. Varios estudios muestran que petróleo con un precio más allá de $110 por barril causaría que la inflación estadounidense superare 10 por ciento. Pero bajo el contrato del USW, unánimemente respaldado por el Comité de Políticas del USW, trabajadores recibirán un aumento salarial promedio de 3 por ciento durante los próximos cuatro años, un hecho que significa que los recortes del salario real bajo este contrato podrían alcanzar entre 7 y 8 por ciento.
Dicho de otra forma, la guerra aumentará las finanzas de las corporaciones petroleras estadounidenses–que sacaron ganancias masivas el año pasado y están dando una suma récord de $38 mil millones a sus accionistas a través de la recompra de acciones–pero también bajará significantemente el nivel de vida para la clase obrera.
Después de cuatro décadas de guerras estadounidenses sin fin basadas en mentiras–en Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia, Siria y otros países–no hay ningún apoyo popular para otra aventura imperialista entre los obreros, que como lo usual tendrán que sacrificar la cantidad mayor, incluidos a sus hijos e hijas.
Conscientes de que la clase obrera ya está llena de ira–a causa de la desigualdad social, la devastación causada por la inflación y el menosprecio criminal por la vida humana que ha causado la muerte de casi 1 millón de personas por COVID en EE.UU.–Biden está reclutando al USW y los demás sindicatos para suprimir la resistencia a la explotación capitalista, la austeridad y la guerra.
El evento del 22 de febrero de la Casa Blanca
El martes, 22 de febrero, Biden dio un discurso bélico en que anunció sanciones contra Rusia y afirmó que su único interés era proteger la “soberanía” de otras naciones–un principio que EE.UU. ha violado repetidas veces durante décadas.
Menos de 90 minutos más tarde, Biden se reunió con Conway y otros en el evento virtual sobre “Asegurar los minerales críticos para un futuro hecho en América”. Según una transcripción de la Casa Blanca, el evento del 22 de febrero comenzó con un saludo en que Biden daba la bienvenida al presidente del USW específicamente:
EL PRESIDENTE: Tom. Tom Conway, ¿va a decirme ‘hola’?
SR. CONWAY: Sr. Presidente, ¿cómo está usted?
EL PRESIDENTE: Desde hace mucho que lo vi.
SR. CONWAY: Ay, sí, ha sido un buen rato. ¿Usted está bien?
EL PRESIDENTE: Sí, usted es una de las razones por las que me siento aquí en esta silla. Gracias. (Risa.)
Luego Biden dio la bienvenida al gobernador de California Gavin Newsom y le dijo que la reunión era demasiado importante que cancelar a pesar de la crisis creciente en Europa. “No hay mucho pasando, sabe, aparte de Rusia y Ucrania”, dijo el presidente, un comentario que causó más risa sobre una provocación estadounidense que podría llevar a la Tercera Guerra Mundial.
“Hace casi un año exactamente”, continuó Biden, “emití una orden ejecutiva para priorizar el fortalecimiento de las cadenas logísticas domésticas. Pues lo que averigüé fue que, sabe, si yo iba a cumplir con mi compromiso de decir que íbamos a hacerlo y producirlo en Estados Unidos y hacer que todo se produzca en Estados Unidos, necesitábamos una cadena logística que era–que era fiable, incluso en materiales críticos como el litio, el grafito, materiales de tierras raras, que son muy necesarios para tantos productos estadounidenses…”
El presidente elogió al USW por su acuerdo con la corporación Talon Metal según el que “entrenan” conjuntamente a obreros a extraer níquel en el norte de Minnesota y proveer a la corporación Tesla de Elon Musk con un suministro de seis meses de metales críticos para la producción de baterías eléctricas. El USW ha ofrecido a Talon un trato laboral muy favorable para el sindicato a cambio de la neutralidad de la compañía en cualquier campaña organizadora sindical.
Biden dijo que sus propuestas para unir la labor y la gerencia al gobierno para asegurar las cadenas de suministro de materiales críticos “fortalecería nuestra seguridad nacional y económica”. Se quejó, “China controla la mayoría del mercado global en estos minerales” y “No podemos construir un futuro hecho en América si nosotros mismos dependemos de China para los materiales que alimentan los productos de hoy y mañana…”
El presidente también dio elogios a la compañía Berkshire Hathaway Energy Renewables por construir unas instalaciones en California para probar un nuevo proceso para extraer el litio. Es notable que el ferrocarril BNSF, del que Warren Buffett es dueño, está imponiendo una política de asistencia brutal en ingenieros de la locomotora y otros trabajadores para mantener en marcha la cadena logística, y que buscó y recibió un mandamiento judicial para bloquear una huelga de 17.000 obreros ferroviarios opuestos a la política.
Significantemente, la transcripción proveída por la Casa Blanca termina antes de que el presidente del USW Tom Conway hablara. Esta parte de la reunión sucedió en privado, sin ningún reportero presente.
Opónganse a la guerra contra Rusia y ataques domésticos
El trato respaldado por el USW con las compañías petroleras gigantes es el primer contrato de “unidad nacional” bajo la presidencia de guerra de Biden. Después de dos años durante los que un millón de personas se murieron innecesariamente mientras el gobierno y los sindicatos hacían que los obreros volviesen a trabajar dentro de instalaciones infectadas con COVID, el “nuevo normal” para cientos de miles de estibadores de la Costa Occidental, trabajadores de correos y ferroviarios, maestros y otros que confrontan la expiración de su contrato será exigencias por el sacrificio sin fin para mantener la “unidad” nacional contra los supuestos enemigos externos de Estados Unidos.
“Para mí, ver las noticias y la declaración de la Casa Blanca, es como una reedición del inicio de la guerra en Irak en 2003”, dijo al WSWS el trabajador de Marathon en Texas City, Texas. “Hubo una erosión enorme de derechos después de los ataques del 11 de septiembre en nombre de la ‘seguridad nacional’. Cuando empiezan a emplear ese tipo de lenguaje, siempre parece significar que la clase obrera tendrá que sacrificar mucho para que la clase gobernante pueda seguir enriqueciéndose”.
Trabajadores petroquímicos, mineros de carbón y otros trabajadores de la industria energética tienen un historial largo de oponerse a medidas anti huelguísticas y la histeria patriótica durante períodos de guerra para luchar por sus necesidades. Durante la Primera Guerra Mundial y sus secuelas, trabajadores de refinerías llevaron a cabo una ola de huelgas imprevistas en que exigían salarios más altos, mejores condiciones laborales, y seguridad laboral en cuatro de las refinerías de mayor importancia en el país–la planta de Standard Oil Bayonne en Nueva Jersey, en 1915; la refinería de Port Arthur de Gulf Oil en 1916; la planta de Beaumont de Magnolia Oil en 1919; y la planta en Baton Rouge de Jersey Standard en 1920, según historiadores Tyler Priest y Michael Botson en su ensayo, “Contra todo pronóstico: Labor organizada en el refinado de petróleo en la Costa del Golfo”.
En septiembre de 1945, trabajadores afroamericanos, blancos e inmigrantes de México en la Costa del Golfo llevaron a cabo una huelga por toda la industria contra las exigencias de la compañía de mantener los niveles de guerra de producción mientras recortaban los salarios. Aunque la Segunda Guerra Mundial ya había acabado, presidente Harry S. Truman dijo que la huelga amenazaba “la seguridad nacional” y pidió que la Marina de EE.UU. tomase control de las refinerías. El próximo día los líderes sindicales exigieron a 43.000 huelguistas a volver al trabajo con un aumento salarial de 18 por ciento negociado con el gobierno.
Estas tradiciones militantes y conscientes deben inspirar a la generación actual de trabajadores petroquímicos. Pero la situación de hoy es profundamente distinta que durante la primera mitad del siglo XX. La voluntad de la clase gobernante estadounidense de ceder ciertas concesiones a cambio de la “paz laboral” acabó desde hace tiempo.
Si los trabajadores petroquímicos de hoy ganaran un aumento salarial de 15 o 18 por ciento, el mercado bursátil fracasaría. Hoy Biden hace cumplir un límite salarial de 3 por ciento, que es un recorte del salario real, mientras usa al USW como una fuerza policiaca laboral para bloquear acciones huelguísticas que podrían animar un movimiento más amplio de la clase obrera e interferir con la movilización para la Tercera Guerra Mundial.
La lucha que enfrentan los trabajadores petroquímicos hoy plantea ciertos desafíos políticos críticos. No están luchando solamente contra la industria petrolera sino el mismo gobierno estadounidense. La lucha por las necesidades más básicas de la clase obrera, incluido un salario decente, está vinculada con una lucha contra la guerra y la pérdida de seres humanos y recursos financieros.
Para conseguir esto, ellos tienen que quitar el control de su lucha de las manos de los ejecutivos del USW en pro de guerra y el capitalismo, y expandir el Comité de Base de Trabajadores Petroquímicos (CBTP) y rechazar el acuerdo entreguista y preparar una huelga nacional para defenderse la vida y el trabajo.
Pero la lucha para oponerse a la explotación capitalista tiene que combinarse con la construcción de un movimiento antibélico internacional y poderoso, basado en la clase obrera y comprometido a una lucha contra la causa de guerra: el sistema capitalista.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 1 de marzo de 2022)
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