La campaña de reapertura total de escuelas en Estados Unidos necesita ser detenida inmediatamente. Todos los datos científicos sobre la variante Delta del coronavirus demuestran que esta política ser un rotundo desastre. Profundizará el horrendo aumento en contagios y hospitalizaciones entre los niños, el sector más vulnerable de la sociedad, y agravará la transmisión comunitaria por todo el país, causando muchísimas muertes en personas de todas las edades.
El debate oficial ha girado en torno a si se debería exigir o no el uso de mascarillas en las escuelas reabiertas, después de que Florida, Texas y otros estados gobernados por republicanos implementaran leyes que prohíben exigir el uso de mascarillas en las escuelas, recortando el financiamiento a los distritos que no cumplan con ellas.
Pero, independientemente de que los estudiantes utilicen mascarillas o no, la variante altamente transmisible Delta se propagará rápidamente en las decenas de miles de aulas del país. El verano pasado, se estimó que 36.000 escuelas estadounidenses tienen sistemas de ventilación anticuados y la gran mayoría no han sido renovados en el último año. Las escuelas fueron identificadas como uno de los eslabones más importantes en la cadena de contagios tanto para el COVID-19 como para un gran conjunto de enfermedades infecciosas.
En la actualidad, casi todos los 13.800 distritos escolares del país tienen programado retomar completamente las clases presenciales en las próximas semanas. La gran mayoría tan solo ofrece clases a distancia para los niños con mayores riesgos o no lo hacen del todo. Esto significa que aproximadamente 40 millones de niños sin vacunar serán enviados a aulas atestadas con 25, 30, 40 o más compañeros que respirarán el mismo aire y estarán expuestos al coronavirus suspendido en el aire.
Una sociedad no tiene una responsabilidad más grande que la de proteger a sus niños, pero sus vidas y salud están siendo sacrificadas en todas partes bajo el sistema capitalista. En este momento, se cierne una nube de ansiedad sobre millones de padres en todo EE.UU. que se están viendo obligados a poner a sus hijos en un tremendo riesgo.
Los peligros que enfrentan los niños no se pueden exagerar. Durante la última semana, antes de que la mayoría de las escuelas reabriera en el país, los contagios y las hospitalizaciones infantiles ya se habían disparado dramáticamente, alcanzando su punto más alto en la pandemia. La Academia Estadounidense de Pediatría reportó que 93.824 niños dieron positivo al COVID-19 oficialmente la semana pasada. En promedio, hay 225 hospitalizaciones nuevas de niños con el virus a diario, un aumento del 27 por ciento comparado a la semana anterior. En total, 813.000 estadounidenses dieron positivo al COVID-19 oficialmente la semana pasada y casi 10.000 personas están siendo ingresadas en hospitales cada día. Se proyecta que, para inicios de septiembre, las hospitalizaciones diarias aumenten a 30.000.
Los datos más recientes de la Oficina Nacional de Estadísticas de Reino Unido muestran que aproximadamente el 10 por ciento de los niños de 2 a 11 años y el 13 por ciento de aquellos de 12 a 16 años reportaron al menos un síntoma restante cinco semanas después de contraer el COVID-19, incluyendo síntomas que debilitan los sistemas multiorgánicos. A escala global, millones de niños podrían sufrir de estos síntomas por el resto de sus vidas.
Un estudio reciente publicado en The Lancet descubrió que las personas hospitalizadas con COVID-19 muestran déficits de aptitud cognitiva “sustanciales”. Aquellos que tuvieron que ser puestos en ventiladores perdieron aproximadamente 7 puntos de su coeficiente intelectual (CI), mientras que aquellos sin ventilación perdieron aproximadamente 4 puntos. Una cifra importante de aquellos que no fueron hospitalizados pero que tuvieron dificultad para respirar perdieron entre 1 y 2 puntos de CI, aproximadamente el equivalente a los efectos de un envenenamiento por plomo.
En estas condiciones, la respuesta de los sindicatos docentes no puede describirse como nada menos que criminal. El domingo, la presidenta Randi Weingarten del sindicato American Federation of Teachers (AFT) declare, “La primera prioridad es que los chicos regresen a las escuelas”.
¡Qué declaración tan despreciable! No, las principales prioridades deben ser proteger a los niños y contener plenamente la pandemia.
Weingarten no representa a los 1,7 millones de educadores que pagan cuotas al sindicato. En cambio, representa a la patronal estadounidense. Junto con su contraparte Becky Pringle del sindicato National Education Association (NEA) y cientos de burócratas sindicales más cuyos ingresos y carteras de acciones los colocan en el dos por ciento más rico de la sociedad, Weingarten está incrustada en el aparato estatal y comparte la culpa de las políticas que han conducido a muertes y sufrimiento masivos.
Los sindicatos de maestros son los principales agentes facilitadores del impulso del Gobierno de Bush para reabrir las escuelas completamente. Decenas de millones de estadounidenses votaron por Biden después de que declarara que “seguiría la ciencia”, pero esto quedó expuesto inmediatamente como un fraude cuando impulsó la reapertura de escuelas durante la peor parte de la pandemia en el invierno. El 16 de febrero, un día en el que 1.830 estadounidenses fallecieron de COVID-19, le mintió a una niña de segundo grado en un programa de CNN, “Los niños no contraen… el COVID con mucha frecuencia. Es poco usual que eso pase,” y adicionó: “No es probable que te expongas a algo y se lo pases a tu mami o papi”.
Detrás de la intensificación de la campaña para reabrir las escuelas, que coincide con la expiración del 6 de septiembre de los beneficios federales por desempleo, yace la necesidad imperiosa de regresar a los padres a lugares de trabajo inseguros para apuntalar las ganancias corporativas. Como declaró el principal asesor económico de Biden, Brian Deese, el mes pasado, uno de los factores que más impactan “la escasez de mano de obra” ha sido la falta de “cuido infantil y escuelas, particularmente para los padres de niños en edad escolar”.
Todas las afirmaciones de los políticos capitalistas de que su objetivo es ayudar en el aprendizaje de los niños están colmadas de hipocresía. Estos mismos políticos demócratas y republicanos corruptos que están arrojando a los niños a condiciones peligrosas se han encargado por décadas de implementar recortes presupuestarios, ataques a los maestros y la desviación de fondos de educación pública a escuelas concertadas con fines de lucro.
Si se hubieran tomado las medidas necesarias recomendadas por los epidemiólogos en los meses críticos de enero-marzo de 2020, la pandemia se habría contenido por completo. Pero los políticos de ambos partidos, que estaban bien informados de la situación, así como los medios de comunicación corporativos, minimizaron los peligros y dejaron que el virus se extendiera. Tras el rescate de Wall Street en marzo de 2020, la Administración de Trump, junto con todos los estados liderados por los demócratas, comenzó inmediatamente a reabrir los lugares de trabajo no esenciales y luego las escuelas, un proceso que ha continuado bajo Biden. Como resultado, 18 meses después, más de 634.000 estadounidenses han muerto oficialmente a causa del COVID-19, y la cifra real se estima en más de un millón.
Las mismas medidas para erradicar el COVID-19 que impulsaron los científicos en enero de 2020 --confinamientos estrictos, restricciones a los viajes, pruebas generalizadas, rastreo de contactos y aislamiento de los pacientes infectados, además de la vacunación masiva-- siguen siendo el único medio para reducir la transmisión de la enfermedad y salvar vidas. Sin embargo, estas medidas están fuera de la consideración de la élite capitalista. La secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, declaró el viernes: “No vamos a cerrar nuestra economía ni nuestras escuelas... No vamos a retroceder. No vamos a retroceder el reloj”.
En cada etapa de la pandemia, los intereses que han determinado la política han sido los intereses de Wall Street. ¡Esto debe terminar! La clase trabajadora debe intervenir e imponer una política que salve vidas, no ganancias.
El Partido Socialista por la Igualdad llama a todos los educadores y padres de familia a formar comités de base, independientes de los sindicatos y partidos políticos procapitalistas, para hacer campaña y detener la campaña de reapertura de las escuelas.
La lucha por detener esta política homicida coincide con los intereses de todos los trabajadores. Deben crearse comités de base en todas las fábricas y lugares de trabajo, conectando la oposición a la reapertura de las escuelas con una política más amplia para detener la pandemia. Esto debe incluir la demanda de ingresos completos para todos los trabajadores que se vean afectados por las medidas necesarias para salvar vidas.
El PSI hace un llamamiento especial a los científicos y epidemiólogos que comprenden el peligro extremo de lo que se está haciendo a que hablen y ayuden a educar a la población. El desarrollo de un movimiento de la clase trabajadora para imponer las medidas necesarias requiere que se les informe de lo que está ocurriendo y de lo que hay que hacer.
El desarrollo de un movimiento de la clase obrera en los EE.UU. debe estar conectado con la lucha de los trabajadores en todo el mundo. El mismo impulso maníaco para reabrir las escuelas y la economía global se está desarrollando en Brasil, Alemania, Australia y en todos los continentes. La semana pasada, el titular de la salud en Ontario, Canadá, el Dr. Kieran Moore declaró: “Tenemos que normalizar el COVID-19 para nuestras escuelas”. Los mismos problemas afectan a los trabajadores de todo el mundo, y la pandemia solo puede contenerse a escala mundial.
El 1 de mayo, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional lanzó la Alianza Obrera Internacional de Comités de Base (AOI-CB) para organizar a los trabajadores en una ofensiva común para ejercer su fuerza colectiva, cambiar el curso de la pandemia y poner fin a las muertes y el sufrimiento innecesarios. El llamamiento al cierre de las escuelas y de los lugares de trabajo no esenciales hasta que se contenga la pandemia debe popularizarse en todas las escuelas, fábricas, lugares de trabajo y barrios de EE.UU. y del mundo. Deben hacerse preparativos en todos los países para una acción de huelga general a nivel nacional, para unirse en un movimiento de huelga coordinado a nivel mundial.
Todos los que estén de acuerdo con esta perspectiva deben crear un comité de base en su lugar de trabajo hoy mismo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 11 de agosto de 2021)