Español
Perspectiva

El 19 de junio y la Segunda Revolución de EE.UU.

El jueves pasado, el presidente estadounidense Joe Biden estableció el 19 de junio, “Juneteenth”, como un feriado federal para conmemorar el final de la esclavitud en Estados Unidos. La ley, promulgada con el apoyo abrumador de ambos partidos capitalistas, entró en vigor inmediatamente. El feriado oficialmente se celebró el viernes, dado que el 19 de junio era fin de semana.

La emancipación final de los esclavos, la culminación de la guerra civil que los historiados han llamado apropiadamente la Segunda Revolución de EE.UU., se cobró la vida de más de 350.000 soldados de la Unión. La destrucción de la oligarquía esclavista en el sur de EE.UU. fue un evento con una importancia inmensamente progresista, para la historia tanto estadounidense como global.

Celebración del Día de la Emancipación en Richmond, Virginia, circa 1905 (crédito: Wikipedia/Dominio Público)

Sin embargo, en los interminables comentarios de la prensa sobre la celebración oficial del feriado, no hay ningún examen histórico ni de la emancipación de esclavos en 1865 ni de sus implicaciones revolucionarias para el presente.

“Juneteenth” conmemora la fecha en 1865 en que las personas negras en Texas descubrieron que habían sido liberadas. Esto se produjo dos meses después de que Robert E. Lee de las fuerzas confederadas se rindiera ante Ulysses S. Grant en el Tribunal de Appomattox, en la lejana Virginia, y del asesinato unos días después de Abraham Lincoln a manos de un simpatizante sureño racista, John Wilkes Booth, en Washington D.C. En un sentido legal, la liberación de los esclavos se produjo incluso antes, a través de la Proclamación de la Emancipación que liberó a los esclavos en los territorios controlados por los rebeldes y que entró en vigor el 1 de enero de 1863. La Decimotercera Enmienda, aprobada por el Congreso el 31 de enero de 1865, y ratificada por los estados en diciembre, abolió la esclavitud en toda la Unión estadounidense.

Los amos intentaron mantener a los esclavos desinformados de todo esto. Pero en la mañana del 19 de junio de 1865, el general mayor Gordon Granger llegó a Galveston, Texas, para tomar el mando de más de 2.000 tropas de la Unión con el objetivo de hacer valer la emancipación de la población esclavizada de Texas y garantizar una transición pacífica del poder de la esclavocracia al Gobierno federal. Con el anuncio de la Orden General No. 3, Granger disolvió la esclavitud en el último estado confederado donde perduraba.

La orden decía:

Se le informa al pueblo de Texas que, de acuerdo con una proclamación del Ejecutivo de Estados Unidos, todos los esclavos son libres. Esto involucra una igualdad absoluta en derechos personales y derechos de propiedad entre los antiguos amos y esclavos, y la conexión entre ellos de ahora en adelante se convierte en una de empleador y mano de obra contratada.

Con estas palabras directas, el general de la Unión cristalizó el contenido revolucionario de la Guerra Civil —la destrucción de todo un orden social y la liberación de los esclavos—, pero también la cruda realidad del nuevo orden. Cuatro millones de trabajadores ya no eran propiedad de otros, sí, pero tampoco tenían propiedad propia. Ahora tenían la libertad para vender su fuerza de trabajo, tal vez a sus antiguos amos.

A pesar de sus limitaciones, los antiguos esclavos de Galveston celebraron el anuncio de Granger. El fin de la esclavitud a punta de las bayonetas de la Unión era un enorme avance, y los esclavos lo sabían. Estos “libertos”, como se les llamaba, no se mofaban de la guerra civil ni de Lincoln como hacen los vendedores contemporáneos de la política racialista. El 19 de junio de 1866, un año después del anuncio, los libertos organizaron la primera de las que se convertirían en celebraciones anuales del “Día del Jubileo”, ahora conocido comúnmente como Juneteenth. Más tarde, la celebración se trasladó fuera de las zonas rurales del este de Texas con los hijos e hijas de los esclavos, que pasaron del campo a la ciudad y de la aparcería al trabajo asalariado.

Ninguna de estas cuestiones se aborda en los comentarios sobre el significado de Juneteenth. En un clima político obsesionado con la identidad racial, la ocasión de Juneteenth ha sido usurpada para promover interpretaciones racialistas del día festivo.

El columnista del New York Times, Jamelle Bouie resumió las concepciones que se promueven en torno a Juneteenth en una columna publicada hace un año, “Por qué importa Juneteenth”. Según Bouie, “fueron los negros estadounidenses quienes cumplieron la promesa de Lincoln de 'un nuevo nacimiento de la libertad'“. Escribe: “Ni Abraham Lincoln ni el Partido Republicano liberaron a los esclavos... ¿Quién liberó a los esclavos? Los esclavos liberaron a los esclavos”. El artículo de Bouie pretendía respaldar la afirmación de Nikole Hannah-Jones, realizada en el ensayo principal del desacreditado Proyecto 1619, de que los negros estadounidenses “lucharon solos” en su lucha por la emancipación y los derechos civiles.

Un comentario más reciente sobre el mismo tema apareció el viernes en la revista Atlantic, en un artículo de Daina Ramey Berry, directora del Departamento de Historia de la Universidad de Texas en Austin, titulado “La verdad sobre la libertad de los negros”. Respondiendo a la pregunta “¿Cuál es el significado de Juneteenth?”, Berry responde restando importancia a la Proclamación de la Emancipación y a la Decimotercera Enmienda. Sostiene que los negros “autoemancipados” reclamaron continuamente su libertad, en cada momento histórico, siempre precediendo y dando lugar a las decisiones de los Gobiernos, las instituciones y las corporaciones”.

La afirmación de que los esclavos “se liberaron a sí mismos” hace incomprensible la historia de la guerra civil. Si los esclavos pudieron sencillamente liberarse a sí mismos, ¿por qué no lo hicieron, por ejemplo, en 1750, y no en 1863-1865? ¿Por qué fue necesaria la guerra civil? ¿Creen Berry y Bouie en el viejo mito de la “causa perdida” de que la guerra civil fue una lucha equivocada librada entre “hermanos”, con la que la esclavitud solo estaba relacionada tangencialmente? Y, si los esclavos se liberaron a sí mismos, ¿por qué fue necesario que el general Granger entrara en Galveston con un ejército, unos dos meses después de la rendición en Appomattox, para “dar la noticia”, como lo dice absurdamente Bouie?

Afirmar que los esclavos se liberaron a sí mismos resta importancia a los horrores del propio sistema de esclavitud, que se mantenía con un nivel de violencia asombroso. La abolición de este sistema requirió una guerra civil que se cobró la vida de cientos de miles de personas, hasta que, como dijo Lincoln en su Segundo Discurso Inaugural, “cada gota de sangre derramada con el látigo se pagará con otra derramada con la espada”.

En realidad, la derrota de la clase esclavista más rica y poderosa del planeta era inconcebible sin la victoria de Lincoln al frente de un partido político que abogaba por la destrucción de la esclavitud humana. La victoria de Lincoln, y la amenaza que suponía para la esclavitud, fue, de hecho, la razón por la que los estados del sur se separaron, tal y como quedó documentado en sus resoluciones de secesión y en la constitución confederada. Y lo que es más importante, la victoria de la Unión habría sido inconcebible sin el apoyo de las masas en el Norte, la resistencia del ejército de la Unión, la resistencia de los esclavos en el Sur e incluso la oposición de los blancos sin esclavos a la secesión, como han demostrado la historiadora Victoria Bynum y otros. Y fue la Proclamación de Lincoln, como explicó Marx en su momento, la que dio al conflicto un carácter social revolucionario definitivo.

Al igual que los que vivieron durante la guerra civil, vivimos en una época de conflictos irreconciliables. Un número similar de trabajadores estadounidenses murió de COVID-19 en un año que las bajas militares de la Unión y la Confederación durante cuatro años de sangriento conflicto. Mientras tanto, los mercados bursátiles siguen batiendo récords y los ricos han visto sus fortunas aumentar meteóricamente.

Aterrorizada por la explosión que está conjurando, la clase dirigente estadounidense teme al pasado casi tanto como al presente. El propósito esencial de la actual campaña para reescribir la historia estadounidense es sustituir la dinámica del conflicto de clases —el sistema esclavista era, al final, un sistema de explotación laboral— por una interpretación racial que no permite que los “blancos” hayan sido algo más que opresores de los “negros”. En esta “nueva narrativa”, el papel de Lincoln, junto con el de los soldados blancos de la Unión, debe ser disminuido o descartado.

La emancipación de los esclavos en la guerra civil, como la Revolución estadounidense de 1776, merece ser celebrada. Pero los trabajadores conscientes de Estados Unidos y de todo el mundo no deben permitir que el significado revolucionario de la emancipación de cuatro millones de esclavos sea usurpado para la defensa del capitalismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 20 de junio de 2021)

Loading