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Perspectiva

La nominación de Kamala Harris y la lógica derechista de la política de identidades

El Partido Demócrata finalizó la tercera noche de su convención el miércoles, culminando en la nominación oficial de la senadora Kamala Harris de California como candidata vicepresidencial de Joe Biden.

Los actos el miércoles estuvo en línea con el carácter necio e insípido del evento en su conjunto. Varios reaccionarios y multimillonarios, desde Hillary Clinton hasta Nancy Pelosi, declararon la necesidad urgente de elegir a Biden, un agente corrupto de las corporaciones oriundo de Delaware que ha sido transformado en un santo viviente para corregir todo lo malo y encaminar a EE.UU. de vuelta al camino de la prosperidad y la virtud.

No se avanzó ningún programa verdadero para tratar la masiva catástrofe social y económica producida por la pandemia de coronavirus y por la respuesta bipartidista de la clase gobernante a ella. Todo se redujo a una narrativa de ficción sobre la vida de Biden y su camarada de armas, Kamala Harris.

La selección de Harris fue presentada como un momento “histórico” en la política estadounidense. Esta evaluación se basó completamente en el hecho de que Harris es la primera afroamericana y indoestadounidense en ser escogida como candidata a vicepresidenta del partido político más viejo del mundo. Se manifestaron las proclamas inevitables de que las niñas de todo el país concluirán que ellas también podrán ser vicepresidentas de Estados Unidos de América algún día.

Todo esto son “insensateces [malarkey]”, si se nos permite utilizar la consigna de Biden. Harris ya probó ser una servidora fiable de los intereses de los ricos y poderosos a expensas de la clase obrera. El Wall Street Journal escribió la semana pasada que los financistas de Wall Street dieron un “respiro de alivio” cuando Biden escogió a Harris. La publicación financiera American Banker señaló que su flujo más constante de financiamiento de campaña ha venido de los profesionales de la industria financiera y sus bufetes de abogados más confiados.

Justo antes de finalizar su candidatura a la Presidencia en diciembre de 2019, la campaña de Harris presumía tener la mayor cantidad de milmillonarios donantes, incluyendo el heredero de una fortuna petrolera Gordon Getty y el buitre capitalista Dean Metropoulos.

Como fiscala de distrito en San Francisco de 2004 a 2011, Harris persiguió una agenda que involucró la implementación de una ley para multar y encarcelar a los padres de estudiantes con alto ausentismo por hasta un año. Como fiscala general de California de 2011 a 2017, les advirtió a los padres de todo el estado que tendrían que enfrentar “toda la fuerza y las consecuencias de la ley” sis sus hijos faltaban demasiados días de escuela.

Durante su mandato, Harris también presidió la resistencia de California ante una orden de la Corte Suprema de liberar a prisioneros de los atiborradas penales estatales. Sus abogados (“por el pueblo”, como lo dijo Harris anoche) argumentaron en la corte que liberar a muchos prisioneros agotaría la reserva de mano de obra barata de los prisioneros que son enviados a combatir los notorios incendios forestales en el estado por menos de $2 al día.

Como senadora menor en representación de California a partir de 2017, Harris participa en los comités que presiden el presupuesto federal, la seguridad nacional, los asuntos judiciales y las agencias de inteligencia.

A través de su posición en el comité de inteligencia, Harris ha sido informada de los detalles más sensibles sobre las operaciones criminales del imperialismo estadounidense en todo el mundo. En su posición, ha respaldado la campaña antirrusa de los demócratas que busca presionar al Gobierno de Trump a asumir una postura más hostil hacia Moscú.

También apoya la persecución de WikiLeaks y su fundador Julian Assange, quien enfrenta 175 años en una prisión estadounidense por exponer los crímenes de guerra militares de EE.UU., declarando que la organización le hizo un “daño considerable” a EE.UU.

Si bien hace mímicas hacia la izquierda como proponente de recortar el presupuesto anual del Pentágono de más de $750 mil millones, Harris votó en julio en conta de una propuesta del senador de Vermont Bernie Sanders que habría recortado el financiamiento una cantidad miserable de 10 por ciento, afirmando que apoya la idea pero que cualquier recorte al ejército necesita hacerse “de manera estratégica”.

Harris representa el Partido Demócrata, un partido de los milmillonarios de Wall Street, las agencias de inteligencia y el ejército. Su nominación el miércoles se produjo un día después de que los demócratas desfilaran a un conjunto de republicanos que respaldan a Biden, incluyendo a Colin Powell —el primer presidente afroamericano del Estado Mayor Conjunto y el principal arquitecto de la guerra de 2003 contra Irak— y la viuda del senador John McCain, un famoso belicista.

Los comentarios de Harris al cierre de la convención anoche fueron precedidos por los de Obama, de lo cual tendremos más que añadir luego. Basta señalar que Obama, el primer presidente en ser nominado por los demócratas y ganar la Presidencia, procedió a rescatar a los bancos, continuar las guerras de George W. Bush, implementar una política de asesinatos con drones y deportar a más inmigrantes que cualquiera de sus predecesores.

Fueron las políticas derechistas del Gobierno de Obama las que allanaron el camino para el ascenso de Trump a la Presidencia.

Los demócratas esperan que la incansable celebración del trillado y vacío simbolismo de la candidatura de Harris sirva como una repetición de la candidatura de Barack Obama para presidente en 2008, desplegando la política de identidades para encubrir el carácter derechista de sus antecedentes y los del Partido Demócrata. Esta es la lógica de la política reaccionaria de las identidades raciales, étnicas y de género, promovidas incesantemente por los oponentes pseudoizquierdistas del marxismo.

No obstante, la promoción de un número cada vez mayor de mujeres, afroamericanos y otras minorías étnicas en posiciones de poder, desde los ayuntamientos, alcaldías, departamentos de policía hasta la propia Presidencia, no ha hecho nada para avanzar los intereses de la clase obrera. De hecho, durante las últimas cuatro décadas, la desigualdad en la riqueza ha aumentado más rápido dentro de las minorías raciales, según una pequeña capa de la población se ve impulsada a cargos de poder y privilegio mientras las condiciones para aquellos de todas las razas y géneros en el 90 por ciento al fondo se han deteriorado.

Además de Obama, aquellos como el magistrado de la Corte Suprema, Clarence Thomas, las asesoras de seguridad nacional Condoleezza Rice y Susan Rice, y la secretaria de Estado, Hillary Clinton —y, se podría añadir, la primera ministra británica Margaret Thatcher y la canciller alemana Angela Merkel— han demostrado que las mujeres y las minorías raciales pueden perseguir los intereses de la oligarquía financiera de forma tan despiadada como cualquier otro representante de la clase gobernante.

Hay un aspecto apropiado en la selección de Harris para codirigir la dupla demócrata. La respuesta de los demócratas a las protestas multirraciales y multiétnicas contra la violencia policial que estallaron a principios de este año fue desviarlas hacia la policía de la división racial, utilizando la afirmación reaccionaria y falsa de que lo que estaba involucrado era un conflicto entre “los EE.UU. blancos” contra “los EE.UU. negros”, en vez de un conflicto entre la clase obrera y el capitalismo. Este esfuerzo ahora culmina en la selección de la exjefa policial de California como la candidata vicepresidencial demócrata.

Esto tiene el objetivo de bloquear el surgimiento de un movimiento poderoso y unificado de la clase obrera. La pandemia de COVID-19 ha expuesto la indiferencia criminal de toda la élite gobernante a las vidas de la clase obrera. Como lo demostró la aprobación casi unánime de la Ley CARES incluyendo un rescate de un billón de dólares, su preocupación gira en torno a sus portafolios de acciones y sus ganancias corporativas a costa de las más de 175.000 personas que ya fallecieron y las más de 5,5 millones que se han contagiado del coronavirus.

La lucha por avanzar los intereses de la clase obrera tendrá que librarse a través de la lucha de clases, en oposición a los demócratas y los republicanos, así como el sistema capitalista que defienden.

(Publicado originalmente en inglés el 20 de agosto de 2020)

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