El jueves, la campaña electoral presidencial del Partido Socialista por la Igualdad (PSI) presentó una demanda en Michigan desafiando los requisitos estatales de acceso a la papeleta para los candidatos independientes. La demanda, Kishore vs. Whitmer (Gretchen Whitmer, la gobernadora de Michigan), desafió los requisitos “con base en que estos requisitos son literalmente imposibles… de cumplir durante la pandemia global de coronavirus”.
“Durante los últimos tres meses”, declara la demanda, “cualquiera que intentara recoger esas firmas en Michigan se habría arriesgado a infectarse y la muerte por coronavirus, lo que continúa propagándose en la comunidad, y también se habría enfrentado a una posible imputación criminal”. El proceso de recolección de firmas no solo pone en riesgo a los que hacen campaña, según la demanda, sino también la salud de la comunidad general.
Como resultado, el intento de hacer valer estos requisitos es una violación a los derechos constitucionales de los candidatos del PSI así como de los derechos constitucionales de los trabajadores y jóvenes en Michigan de votar por el candidato de su elección.
Ninguna clase gobernante teme más que la estadounidense cualquier expresión de oposición política fuera del control de los partidos capitalistas establecidos. Dependiendo del estado, los candidatos necesitan recolectar decenas de miles o incluso más de cien mil firmas solo para que aparezcan sus nombres en la papeleta.
En Michigan, se requieren 30.000 firmas para aparecer en la papeleta. Debido a los desafíos inevitables respecto a la validez de ciertas firmas, la cifra real que se necesita recolectar es el doble.
Las leyes de acceso a las papeletas forman parte de un sistema electoral más amplio —dominado por sumas masivas de dinero y manipulado por la prensa corporativa— que está diseñado para excluir cualquier desafío a ambos partidos capitalistas, los demócratas y republicanos.
En los comicios presidenciales del 2020, la campaña del Partido Socialista por la Igualdad es la única que avanza un programa socialista que aborda las cuestiones de vida y muerte que enfrenta la clase obrera, la gran mayoría de la población.
La campaña entre Trump y Biden es una campaña entre dos representantes reaccionarios de la clase gobernante. Por un lado, Trump personifica el gobierno oligárquico en EE.UU., dedicado a la destrucción de los derechos democráticos. Atemorizado por el crecimiento de la oposición en la clase obrera, el Gobierno de Trump está continuando sus conspiraciones para desmantelar lo que queda de la democracia burguesa e implementar una dictadura militar, con el respaldo de elementos ultraderechistas y fascistizantes, incluso dentro de la policía.
Las diferencias entre los demócratas y Trump no se tratan sobre la política social en casa ni los imperativos estratégicos básicos de la clase gobernante. Desde el inicio del Gobierno de Trump, los demócratas han buscado encauzar el descontento social de masas detrás de las demandas de las agencias militares y de inteligencia de una política exterior más agresiva contra Rusia.
En cuanto a Bernie Sanders, quien había dirigido su mensaje al enojo por la desigualdad social, ha empacado su “revolución política”, respaldado a Biden y desaparecido en gran medida de la escena política.
Las elecciones de 2020 están siendo celebradas en condiciones políticas extraordinarias, dominadas por la propagación de la pandemia de coronavirus. Después de entregarse varios billones de dólares a sí misma a fines de marzo —con la autorización de la llamada Ley CARES que fue aprobada de forma unánime en el Senado y con solo una oposición simbólica en la Cámara de Representantes—, la clase gobernante lanzó la campaña de “regreso al trabajo” encabezada por el Gobierno de Trump e implementada por los gobernadores de ambos partidos. Las restricciones a la actividad económica y las reuniones sociales han sido sistemáticamente desmanteladas por todo el país.
Las consecuencias ya son evidentes. La cifra de casos nuevos de coronavirus está aumentando rápido en los estados de todo el país. Se está propagando rápido en las fábricas y lugares de trabajo que han abierto, incluyendo en las plantas automotrices de Michigan que han reanudado la producción bajo Whitmer.
Casi mil personas mueren cada día en EE.UU. y la cifra oficial de muertes supera los 120.000. Los estimados conservadores proyectan que las muertes superaran las 200.000 para octubre, pero la cifra real será mucho mayor.
El impacto físico de la pandemia de coronavirus se combina con la catástrofe social para millones de trabajadores. El desempleo en EE.UU. supera cualquier nivel visto desde la Gran Depresión en los años treinta. Esta semana, más de 1,5 millones de personas presentaron solicitudes de beneficios por desempleo. Fue la decimotercera semana consecutiva en que las solicitudes superan el millón. El récord previo para cualquier semana era de 695.000. Más de 40 millones de personas han presentado solicitudes desde que inició la pandemia.
La clase gobernante ha dejado en claro que no habrá ningún regreso a las restricciones económicas ni medidas de distanciamiento social para salvar vidas ni cualquier asistencia para atender la crisis social. Por el contrario, la crisis se utilizará para reestructurar de forma masiva las relaciones de clases, incluyendo la explotación, hacer valer las evicciones e imponer medidas de austeridad, incluyendo recortes a la educación y otros servicios sociales.
La pandemia está desencadenando otra etapa de la lucha de clases. La abundancia de ira social en EE.UU. y todo el mundo estalló en las manifestaciones masivas por el asesinato policial de George Floyd. No obstante, las protestas por la violencia policial, dominadas políticamente por secciones de la clase media, son solo una expresión inicial de las convulsiones sociales que se avecinan.
Los trabajadores y jóvenes en EE.UU. y por todo el mundo están girando hacia la izquierda. Existe un interés y apoyo cada vez mayores por el socialismo, así como hostilidad al capitalismo. Los esfuerzos de la clase gobernante para hacer valer sus políticas se toparán con una oposición de masas y convulsiones revolucionarias.
Este movimiento objetivo de la clase obrera necesita estar armado con un programa y dirección socialistas.
Nuestra intención es utilizar la campaña electoral para elevar la consciencia política de la clase obrera y movilizar el apoyo en EE.UU. e internacionalmente al desarrollo de un movimiento revolucionario socialista por el poder político. La devastación traída por la pandemia y la respuesta de los oligarcas financieros a ella subrayan urgente que esta esta tarea política. Cientos de miles de vidas están en juego.
La demanda en Michigan es una iniciativa crítica en esta campaña. Llamamos a todos los trabajadores a que se movilicen en su apoyo y exijan que el SEP sea colocado en la papeleta. El SEP también está tomando medidas para aparecer en las papeletas en ambos estados. En Illinois, las cortes ya fallaron que los candidatos pueden recolectar firmas electrónicamente, y los simpatizantes están circulando una petición en línea. Se anunciarán más acciones en los próximos días y semanas.
Hacemos los siguientes llamados a todos los trabajadores, jóvenes y personas comprometidas con la lucha por el socialismo: ¡Apoyen la campaña electoral del PSI! ¡Inscríbanse hoy en socialism2020.org ! Si eres un ciudadano estadounidense o residente permanente, haz una donación a la campaña para ayudar a financiar la batalla legal en Michigan. Si no vives en EE.UU., únete o construye una sección del Comité Internacional de la Cuarta Internacional en tu país.
(Publicado originalmente en inglés el 20 de junio de 2020)