Está en marcha una enorme batalla en Estados Unidos, el núcleo del capitalismo global. Más de 46.000 trabajadores automotores están en huelga contra General Motors, una de las corporaciones industriales más poderosas del mundo. Después de décadas de verse suprimida, la lucha de clases está reemergiendo y sus consecuencias se sentirán en todo el mundo.
Las inmensas tradiciones de la lucha de clases en Estados Unidos están volviendo a la superficie, viéndose reflejadas en las declaraciones de los trabajadores automotores: la oposición a las corporaciones, el deseo de unidad, la hostilidad hacia la sociedad existente. A esto se debe añadir el odio universal hacia el sindicato United Auto Workers, que ha sido expuesto como una herramienta sobornada de la gerencia.
Es precisamente en momentos como estos que los trabajadores comienzan a encontrar su propia voz. En las líneas de huelga o piquetes, los trabajadores de distintas razas, géneros y orígenes étnicos están unidos bajo una concepción común sobre la explotación que comparten y su determinación para luchar por un futuro para ellos y sus hijos. Los trabajadores se han conmovido por los mensajes de solidaridad de México, Brasil y Alemania, que han expresado la unidad internacional de la clase obrera.
Todo lo que está aconteciendo contradice la narrativa reaccionaria que proclamó la muerte de la clase obrera y el fin de la lucha de clases, afirmando que había sido reemplazada por conflictos centrados en razas, géneros y orientaciones sexuales. No solo existe la clase obrera, sino que la lucha de clases es, como insistió Marx, la fuerza motriz de la historia mundial.
Este hecho aterroriza a la clase gobernante, cuya respuesta ha sido hacer todo lo posible para fomentar las divisiones raciales y étnicas.
Hace tan solo un mes, el New York Times publicó una edición especial de 100 páginas en su revista de los domingos intitulada “El proyecto 1619”, que presentaba una falsificación de la historia estadounidense obsesionada con las razas. El conflicto entre la “gente negra” y la “gente blanca” constituye el centro de la sociedad estadounidense, escribió la columnista del Times, Nikole Hannah-Jones, “un racismo antinegro corre por el ADN de este país”. Esta concepción está siendo promovida activamente por medio de una agresiva campaña mediática y en las universidades de todo el país.
Como lo escribió el WSWS en su declaración analizando el proyecto 1619, la narrativa del Times no hace mención alguna a la historia y el desarrollo de la clase obrera estadounidense. “No hay lucha de clases”, escribió el WSWS, “y, por lo tanto, no hay una historia real de la población afroestadounidense ni de los hechos que convirtieron a una población de esclavos liberados en una sección crítica de la clase trabajadora”.
La historia del Times hace caso omiso a cómo la clase gobernante promovió conscientemente las divisiones raciales para socavar la consciencia de clase en las décadas después de la guerra civil estadounidense. Uno de los ejemplos más prominentes de esta forma perniciosa de guerra ideológica fue el racismo y antisemitismo promovidos por Ford y las otras empresas automotrices en los años veinte y treinta. Esto fue superado en la formación de sindicatos industriales, encabezados en su momento por trabajadores de tendencia socialista.
Durante los últimos cuarenta años, la promoción de las divisiones raciales se ha convertido en un componente central de la política pseudoizquierdista. Este ataque reaccionario contra el socialismo está arraigado en los intereses de las secciones privilegiadas de la clase media-alta.
Esta narrativa histórica racial responde a propósitos políticos contemporáneos de enfrentar a los trabajadores unos contra otros, bloquear y desviar el desarrollo de la consciencia de clase. En un ensayo publicado por Hannah-Jones en julio de 2016, la columnista del Times respondió a los incidentes de violencia policial afirmando que “la enorme brecha entre las experiencias de vida colectivas de los estadounidenses blancos y aquellas de los estadounidenses negros” tornaba “imposible una empatía verdadera”.
¿En dónde está esta “enorme brecha” entre los trabajadores de GM en huelga? Sean negros o blancos, tienen la misma experiencia de enfrentar caídas salariales, ataques a sus empleos, la destrucción de su cobertura médica. Y esto no es solo cierto para los trabajadores automotores en Estados Unidos, sino para los trabajadores en todos los sectores y en todo el mundo.
Este último año ha sido testigo de huelgas de docentes en estados como West Virginia, Kentucky, Oklahoma y Arizona que el Partido Demócrata y la pseudoizquierda han pintado como bastiones de racismo. El mes pasado, la huelga más grande en el sur estadounidense en la historia reciente involucró a trabajadores blanco y negros de AT&T, en una misma lucha. Se han visto manifestaciones de masas en Puerto Rico, Francia, Argelia, Hong Kong y Sudán.
Cabe notar que tampoco hay una división racial entre los oficiales del UAW imputados, incluyendo ejecutivos tanto negros como blancos que mostraron la misma capacidad para robarles a los trabajadores y aceptar sobornos de las empresas. Esto es parte de un aumento enorme en la desigualdad social dentro de las poblaciones minoritarias, con una fina capa siendo elevada a posiciones de poder y privilegio en la academia, el Estado, las juntas empresariales y los aparatos sindicales.
Cualquiera que llegue a las líneas de huelga fuera de las plantas para hablar sobre “privilegio blanco” o, si vamos al caso, privilegio masculino y el patriarcado, debe ser visto como un provocador de la empresa contratado para dividir a unos trabajadores contra otros. A pesar de que las organizaciones que operan en torno al Partido Demócrata han prácticamente ignorado la lucha de los trabajadores automotores, en la medida en que intervengan será para apuntalar al UAW e inyectar la política de razas y géneros.
La lucha por unir a la clase obrera en Estados Unidos de todas las razas, orígenes étnicos y géneros es un componente integral de la lucha por unir a los trabajadores de todo el mundo con base en sus intereses comunes de clase. La política racial y de identidades es la especialidad del Partido Demócrata y es la contraparte del chauvinismo antiinmigrante del Gobierno de Trump, facilitado por los demócratas, que busca enfrentar a los trabajadores en Estados Unidos contra sus hermanos y hermanas de clase en América Latina y Asia.
La huelga de GM es una etapa de una tendencia mucho más amplia. El crecimiento de la lucha de clases es un proceso objetivo que socava profundamente todos los esfuerzos para dividir a la clase obrera a lo largo de líneas nacionales, de razas, orígenes étnicos, idiomas y géneros. Conforme de siga desarrollando la lucha de clases y asumiendo un carácter abiertamente anticapitalista y socialista, la naturaleza y el papel que desempeña la política de identidades raciales y las organizaciones que las promueven quedarán cada vez más expuestos.
(Artículo publicado en inglés el 18 de septiembre de 2019)