El miércoles, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje declaró “ilegal” la actual huelga de 700 obreros de Coca-Coca en Matamoros, abriendo la puerta a demandas y arrestos masivos si los obreros continúan bloqueando la embotelladora en la ciudad. El gobierno federal, dirigido por el “izquierdista” Andrés Manuel López Obrador (AMLO), alegó que el Sindicato de Jornaleros y Obreros Industriales y de La Industria Maquiladora (SJOIIM) nunca presentó los documentos apropiados para iniciar el estallamiento de huelga en Coca-Cola.
Esta intervención de las autoridades federales marca una escalada importante en los ataques contra la clase obrera. Esta acción muestra abiertamente que los sistemas locales, estatales, federales y judiciales operan de manera conjunta por parte de las corporaciones y en contra de los obreros. Unos 4.700 obreros han sido despedidos, con la bendición del sindicato y el gobierno, como represalia por la ola de huelgas en Matamoros.
“Era un paro técnico, nunca estalló la huelga, ya se notificó a las partes, al líder sindical. Fue inexistente ese paro, no estalló la huelga”, dijo María Eugenia Navarrete, titular de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA).
Después de enterarse que el sindicato había traicionado su huelga, un grupo de obreros de Coca-Cola trató de entrar a la sede del SJOIIM el miércoles por la noche y hablar con el líder sindical Juan Villafuerte. Esto fue seguido por una confrontación física cuando golpeadores del sindicato les negaron acceso a los obreros forzosamente.
El jueves, las cortes locales otorgaron un amparo contra la resolución federal. Aunque el sindicato dice haber entregado los papeles, es totalmente creíble que el SJOIIM haya pospuesto los trámites para sabotear la huelga y salvar su propio pellejo en los ojos de los patrones.
En una demostración inmensa de militancia y valentía, los obreros de base sostuvieron reuniones masivas el miércoles y el jueves y votaron por continuar su huelga, a pesar de una situación legal incierta y la dificultad económica de semanas sin paga.
La decisión de los trabajadores de Coca-Coca de iniciar paros el 30 de enero fue un desarrollo significativo en la ola de huelgas que ya ha llevado a que más de 80 plantas ganen un aumento de salario de 20 por ciento y un bono de 32.000 pesos (USD$1.700) o lo que es popularmente conocido como el 20/32. La planta de Coca-Coca es una de las pocas empresas que se ha negado a otorgar las demandas de los obreros.
La postura firme de los huelguistas se ha ganado la admiración de trabajadores a nivel internacional. Los residentes de Matamoros han participado en eventos de base para generar ingresos, incluyendo lavados de coche y barbacoas, para ayudar a que los obreros de Coca-Coca paguen sus cuentas y apoyen a sus familias. El sindicato, el cual se ha embolsado cuatro por ciento de la paga de cada obrero por décadas, se ha unido a los esfuerzos represivos de las empresas al rehusarse a utilizar los fondos de estas cuotas sindicales para apoyar a los obreros mientras están en huelga.
Los obreros de Matamoros se enfrentan a una de las empresas más ricas y poderosas del mundo. La declaración de que Coca-Coca, con un valor neto de 194 mil millones de dólares, no puede darle un aumento de paga de alrededor de dos dólares a cada obrero no puede ser racionalizado como el producto de la “avaricia” de una dada empresa o ejecutivo. Esta contraofensiva corporativa es sobre todo una respuesta política al resurgimiento de la clase obrera internacionalmente, con la intención de usar toda la fuerza del Estado contra obreros que osan cuestionar sus condiciones laborales explotadoras o sus sueldos de pobreza.
Coca-Coca ha amenazado con demandar a los trabajadores por secuestro si siguen previniendo que los camiones salgan de la embotelladora. Los representantes de la empresa también han declarado que los 700 huelguistas no recibirán paga por los días que han faltado y que ya se pueden considerar como despedidos de la planta.
Tres otras empresas en Matamoros —la fabricadora de volantes Joyson Safety Systems y las siderúrgicas Siderúrgica del Golfo y Flux Metals— han anunciado que se irán de la ciudad como resultado de la huelga. Los cierres de planta eliminarán otros 1.500 empleos en la zona.
Muchos trabajadores que fueron despedidos han reportado que fueron puestos en una lista negra para otras plantas en Matamoros, y potencialmente en plantas alrededor de la región fronteriza. Dado que 4.700 obreros han sido despedidos, el efecto secundario de tal represalia se encuentra en las decenas de miles de personas ya que familias enteras sufrirán por una pérdida de ingresos a largo plazo.
El ejemplo que los obreros han dado al rebelarse contra sus sindicatos y lanzar huelgas “salvajes” o espontáneas es solo una expresión de una radicalización global tras décadas de aumentos en la desigualdad, austeridad y ataques contra los servicios sociales. Alrededor de 80.000 maestros en Tamaulipas están exigiendo un aumento salarial de por lo menos 7 por ciento este año, uniéndose a docentes que han lanzado luchas en defensa de la educación pública en cada continente. Esta semana, un grupo de maestros viajó a la Ciudad de México para tener plantones en frente de la Cámara de Diputados y exigir la derogación de la legislación que expandió los exámenes estandarizados y la privatización escolar.
La semana pasada, una huelga nacional de 90.000 trabajadores de Walmart fue traicionada por la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC). Lejos de las demandas de los obreros para un aumento de 20 por ciento, el sindicato aceptó un aumento salarial de 5,5 por ciento y bonos vinculados a las ganancias de la empresa. No presentaron el contrato a las bases para que fuera votado, ni llamaron a los trabajadores a un solo día de huelga. Tal acción hubiera paralizado al supermercado más grande del país y hubiera rápidamente arrodillado a la empresa. Como lo demuestra poderosamente la experiencia de Matamoros, los obreros deben organizarse independientemente contra los sindicatos nacionalistas y procapitalistas en su lucha por la igualdad social.
Solo el World Socialist Web Site les ha dicho a los obreros la verdad sobre el carácter de clase del Gobierno de AMLO y los sindicatos. El WSWS ha luchado por unir a los obreros estadounidenses, canadienses y mexicanos en defensa de los obreros de Matamoros. Solo una contraofensiva internacional de la clase obrera, unida por comités de las bases, es capaz de enfrentarse a las corporaciones transnacionales y reorganizar la sociedad para garantizar las necesidades humanas, no el lucro privado.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 23 de marzo de 2019)