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Este es el decim onoveno de 43 capítulos que se publicarán diariamente. Originalmente fueron publicados como el Volumen 13, no. 1, de la revista Fourth International en el verano de 1986.
En 1985, después de un proceso prolongado de degeneración, el Workers Revolutionary Party, la sección británica del CICI, rompió en definitiva con el trotskismo. En mayo y junio de 1986, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional se reunió y realizó un exhaustivo análisis de las cuestiones teóricas, políticas e históricas involucradas en el colapso del WRP. “Cómo el WRP traicionó a l trotskismo: 1973-1985” fue una labor clave en rearmar al movimiento y prepararlo para las batallas políticas en torno a la construcción de una dirección revolucionaria en la clase obrera. Estas lecciones son vitales para el desarrollo de nuevas secciones del CICI internacionalmente.
El Cuarto Congreso del WRP, el cual duró casi dos semanas, tuvo lugar a menos de un mes del derrocamiento del títere del imperialismo, Bakhtiar, y la victoria de la revolución nacionalista iraní bajo la dirección de Jomeini. En una extensa resolución programática escrita por Michael Banda, se codificaron las revisiones fundamentales del marxismo y de la teoría de la revolución permanente de Trotsky por parte del WRP. A la luz de su papel crítico en la transformación del WRP en una agencia de los regímenes nacionalistas burgueses, esta resolución amerita un cuidadoso análisis.
Este ecléctico documento tenía dos aspectos esenciales e interconectados. En primer lugar, su análisis estaba diseñado para justificar las relaciones oportunistas que el WRP ya había establecido con varios regímenes burgueses y con la OLP. La necesidad de una revolución socialista era solo reconocida en aquellos países en los cuales el WRP no había establecido vínculos con las burguesías nacionalistas, como en Irán (en ese tiempo). En segundo lugar, presentaba por primera vez una perspectiva que virtualmente borraba las divisiones de clase en los países semicoloniales y, a la vez, elevaba la lucha armada al nivel de estrategia y la transformaba en el criterio esencial para evaluar las credenciales antiimperialistas de varios líderes nacionalistas. Este documento claramente establecía el protagonismo de Banda en la degeneración política de la antigua sección británica. Habiendo sido incapaz de asimilar los componentes críticos de la teoría de la revolución permanente como una estrategia del proletariado internacional, planteó una línea pequeñoburguesa que no era nada más que pablismo vestido de pseudomaoísmo.
En una sección del documento que trataba de la lucha en Zimbabue y los intentos del imperialismo británico de querer forzar un acuerdo, el documento proclamaba que el efecto de la crisis económica mundial “lleva a los millones de personas de Asia, África, América Latina y Oriente Próximo a la sublevación armada” (Perspectives of the Fourth Congress, pág. 14).
No habría nada errado en este documento si la subsecuente exposición identificara correctamente las fuerzas sociales antagónicas presentes en estos “millones” y definiera la naturaleza de clase de las tendencias políticas en la dirección de la “sublevación armada”. De hecho, el documento nunca se refirió a los intereses independientes y las tareas de clase del proletariado en la lucha por establecer su hegemonía en la lucha antiimperialista. Por el contrario, Banda legitimó la subordinación del proletariado y del campesinado a la burguesía nacional.
Pintando el papel de Nkomo y Mugabe en colores brillantes, el documento establecía:
Los poderosos golpes de las guerrillas del Frente Patriótico contra el ejército de Smith han demolido efectivamente la conspiración de Muzorewa, Sithole y Chirau y le han dado nueva fuerza y coraje al pueblo de Zimbabue en su lucha por la completa liberación de su país.
Estas afirmaciones, las cuales reemplazaban un análisis con adjetivos y adverbios, sirvieron solo para desarmar a los miembros del WRP y a los obreros y campesinos de Zimbabue, como los acontecimientos posteriores lo demostrarían. Exageraba la profundidad política de la oposición de Mugabe y Nkomo contra Muzorewa, Sithole y Chirau. Mientras que este trío funcionaba como el más empedernido defensor del imperialismo, Mugabe y Nkomo, con cuyos representantes tenía el WRP contacto regular, representaban una sección más poderosa de la burguesía de Zimbabue, que manipulaba hábilmente al movimiento de masas para conseguir un acuerdo más provechoso con Reino Unido y los EUA.
La fórmula truculenta y traidora concebida por Banda para justificar la capitulación del WRP ante los agentes zimbabuenses del imperialismo británico decía lo siguiente:
El WRP está incondicionalmente al lado de la clase trabajadora y del campesinado africano contra los regímenes gobernantes y sus agentes en el movimiento nacional. Nosotros apoyamos al Frente Patriótico de Mugabe y Nkomo siempre y cuando el Frente continúe su lucha armada contra Smith y rechace un compromiso constitucional. Solo el derrocamiento armado de los Estados capitalistas en el centro y sur de África y el establecimiento de un gobierno obrero y campesino puede poner fin al apartheid, devolver la tierra al campesinado y nacionalizar las minas, fincas y fábricas (ibid., pág. 15).
Esta concepción estaba basada en la fraudulenta reconciliación de clases opuestas e irreconciliables. Violando totalmente los principios marxistas, el programa del WRP reemplazaba el programa de clase con la lucha armada como la base para determinar la actitud de la Cuarta Internacional hacia la dirección nacional burguesa. La lucha armada —presentada como una abstracción política— sirvió de puente para justificar el programa del frente popular en los países subdesarrollados. En vez de declarar claramente que la burguesía zimbabuense era incapaz de asegurar una genuina independencia nacional y que apoyaría la lucha armada solo dentro de los límites de sus intereses de clase, el documento ataba el futuro de la clase trabajadora a la política de la burguesía. Esa frase usada por Banda, “siempre y cuando”, era una mentira que infería que la lucha armada, bajo la dirección de Nkomo y Mugabe, iba a desembocar automáticamente en el derrocamiento del Estado capitalista y en la realización de medidas socialistas —sin la construcción de una dirección independiente y revolucionaria de la clase trabajadora—.
La condición propuesta por Banda, Slaughter y Healy sobre el Frente Patriótico —que “rechazara un compromiso constitucional”— era políticamente vacía y significaba confiar en la burguesía africana. Representaba un rechazo de la responsabilidad del movimiento trotskista de luchar por la organización política de la clase trabajadora independientemente de la burguesía nativa anticipando la inevitable traición futura de la lucha antiimperialista por esta última.
Más aún, era una farsa política sugerir que un gobierno obrero-campesino podía establecerse bajo la dirección del Frente Patriótico, sin importar la duración de la lucha armada. Esta referencia a un gobierno obrero-campesino —producto de una lucha armada dirigida por la burguesía nacional y que gozara del apoyo acrítico del WRP— constituyó un engaño pablista a la clase trabajadora que ayudó a la desorientación de las masas de Zimbabue y las dejó sin preparación para la traición de los dirigentes del Frente Patriótico.
Tal revisionismo fundamental del trotskismo se basaba políticamente en las concepciones pequeñoburguesas de Banda de la “lucha armada” como una estrategia supraclasista en la lucha antiimperialista, en vez de ser una táctica empleada por fuerzas sociales específicas en pro de sus intereses de clase. Esta posición repudiaba las lecciones de la lucha de Trotsky contra la traición del Comintern en 1927 en China. En oposición al apoyo pleno de Stalin a la burguesía de Chiang Kai-shek “siempre y cuando la burguesía no obstaculice las organizaciones revolucionarias de los trabajadores y campesinos y lance una genuina lucha contra el imperialismo”, Trotsky escribió:
La única “condición” para cualquier acuerdo con la burguesía, para cualquier acuerdo separado, práctico y oportuno adaptado a cada caso particular, consiste en no permitir que ni las organizaciones ni las banderas se mezclen directa ni indirectamente ni un solo día ni una sola hora; consiste en distinguir el Rojo del Azul, y en no creer ni por un instante en la capacidad o disposición de la burguesía ya sea para dirigir una genuina lucha contra el imperialismo o para no obstaculizar a los obreros y campesinos. Para acuerdos prácticos y oportunos no nos sirve en absoluto dicha condición citada anteriormente. Por el contrario, solo podría causarnos daño a nuestra línea general de lucha contra el capitalismo, la cual no se suspende ni durante el breve período de un “acuerdo” (The Third International after Lenin, New Park, págs. 127-28).
La traición de la fórmula de Banda y el carácter menchevique-pablista de su política se expuso gráficamente en menos de un año cuando el WRP abandonó su única condición —que el Frente Patriótico rechazara un compromiso constitucional— para poder preservar su cobarde alianza con la burguesía zimbabuense.