En la noche del 6 de agosto, nueve personas murieron y 107 fueron envenenadas mientras asistían a un funeral en el pequeño pueblo rural de San José de Ushua, en la provincia de Paucar del Sara Sara, en el extremo sur del departamento peruano de Ayacucho.
A las 8 p.m., se sirvió comida. En las primeras dos horas, varios de los asistentes mostraron síntomas de malestar. Cuando se hizo evidente que se trataba de un caso de intoxicación masiva, los enfermos tuvieron que ser evacuados a la ciudad más cercana con un hospital. Con una población de 177, el 60 por ciento de los residentes de San José de Ushua se vieron afectados.
Una semana después de que el presidente Martín Vizcarra se dirigiera a la nación prometiendo limpiar la corrupción gubernamental y hacer un llamamiento para que el capital extranjero regrese a Perú, esta tragedia en un pequeño pueblo campesino empobrecido en los Andes, sirve como un recordatorio de las condiciones de pobreza extrema que enfrentan millones de peruanos.
El diario La Prensa de Ayacucho dijo que la tragedia podría haberse evitado si las víctimas hubieran recibido atención médica oportuna. El titular de la Dirección Regional de Salud (Diresa), John Tinco Bautista, agregó que la falta de recursos humanos y la inadecuada dotación de personal en los establecimientos de salud es un problema que debe ser abordado urgentemente por el Ministerio de Salud (Minsa).
"Los factores predisponentes en estas nueve muertes han sido el tiempo y la movilidad. La cuestión de la brecha de recursos humanos según la capacidad de los centros de salud es una dificultad que aún no podemos superar", dijo Tinco Bautista.
Según La Prensa: "Esa noche en el puesto de salud de Ushua solo asistía un técnico de enfermería, por lo que los afectados tuvieron que ser trasladados al centro de salud de Oyolo y Marcabamba". Los enfermos fueron transportados por la única ambulancia de la zona más los autobuses municipales de San José de Ushua.
Cuatro personas murieron en las primeras cuatro horas. Algunos murieron en San José de Ushua y otros "desafortunadamente murieron cuando fueron operados en el Hospital de Apoyo Pauza", informó La Prensa. Entre los muertos había un niño y dos jóvenes de 23 años.
El ejército peruano envió dos helicópteros y un avión para transportar a los enfermos a Arequipa, la segunda ciudad más grande de Perú, a la capital, Lima. El Ministerio de Salud proporcionó medicamentos y trabajadores de la salud. Pero cuando el gobierno intervino, ya era demasiado tarde.
Las investigaciones preliminares apuntan a la intoxicación masiva resultante de la ingestión de alimentos contaminados con "organofosforados, organoclorados o metales pesados", según Tinco Bautista, director regional de salud de Ayacucho.
Los organofosforados son un tipo de pesticida que se usa para proteger los cultivos contra las plagas, pero también para matar ratas y ratones en los hogares y especialmente en los restaurantes.
El Dr. Luis Miranda del hospital Hipólito Unanue en Lima agregó: "Esto [los pesticidas] podría haber entrado de tres formas al cuerpo: la piel, la inhalación o la digestión". Por estas razones, los funcionarios de salud ordenaron a todos los habitantes a abandonar la ciudad en orden para fumigar el área.
Sobre la base de las autopsias realizadas en los nueve cadáveres, Tinco Bautista dijo a La Jornada, un diario local de Ayacucho, que los resultados iniciales mostraban signos de "intoxicación masiva... el 100 por ciento de los fallecidos tenían náuseas, vómitos constantes, secreciones de la boca y la nariz. Se determinó que ocho de ellos murieron de un paro cardíaco”.
La tragedia de San José de Ushua no es única entre las ciudades rurales pequeñas y pobres de Perú. En los últimos siete años, se informaron 10 casos de intoxicación masiva. La mayoría de estos tenían que ver con el envenenamiento de los almuerzos escolares de niños en las zonas rurales pobres de los Andes, como Cajamarca, Ancash, Junín y Cusco, así como Ucayali en la cuenca del Amazonas.
La cantidad de niños envenenados de esta manera asciende a más de 1,000. Además, en octubre de 2012, 378 trabajadores del complejo agrícola Beta, uno de los principales productores de espárragos frescos, uvas y cítricos de Ica, mostraron síntomas graves de intoxicación después de inhalar un potente insecticida.
Pero quizás uno de los casos más trágicos ocurrió hace 19 años. Según El Comercio: "Hace 19 años, un total de 60 escolares se vieron afectados luego de consumir el desayuno escolar en la institución educativa No. 50794, ubicada en la provincia de Paucartambo, en el Cusco". De los 60 niños, 24 murieron.
Consumieron cereales preparados para el desayuno escolar, distribuidos por FONCODES, el Fondo para la Cooperación para el Desarrollo Social, un programa nacional del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS).
En otras palabras, las instituciones gubernamentales responsables de alimentar a los niños en edad escolar se encuentran en una situación tan precaria que llegó al punto de distribuir comida envenenada que mató a niños de escuelas primarias.
El jueves pasado, 200 personas marcharon en las calles de pueblo de Pauza cantando, "La muerte de nuestros hermanos merece justicia" y "El gobierno miente, queremos ver los resultados". La marcha pacífica fue escoltada por un contingente de policías, muchos de ellos fuertemente armado, con el único propósito de intimidar a la gente.
Lo que ocurre en las áreas más pobres de Perú no preocupa a los oligarcas financieros y los directores ejecutivos, socios menores de grandes corporaciones mineras transnacionales.
La contribución de Ayacucho al valor de la plusvalía industrial anual de Perú es del 0.35 por ciento, y las actividades principales son el comercio y la agricultura. Las estadísticas de la actividad rural también son espantosas. En 1994, había 6,000 tractores mientras 82,000 campesinos trabajaban la tierra sin uno.
Las condiciones son duras. Situado a 3,008 metros sobre el nivel del mar, el clima de la zona se clasifica como "Polar", seco y frío, lo que significa, de acuerdo con la clasificación climática de Köppen, que las temperaturas no superan los 10 grados centígrados durante todo el año.
El Instituto Nacional de Estadísticas e Información, INEI, registra 221,000 escolares en el departamento. Solo el 4.11 por ciento llega a la universidad. De estos, solo el 31 por ciento se gradúa. Ayacucho también tiene un alto nivel de analfabetismo: 17.8 por ciento, en comparación con el promedio nacional de 6.9 por ciento.
Con respecto a la atención de la salud, las estadísticas del INEI para el año 2000 incluyeron a solo 1,277 trabajadores de la salud en la región; eso equivale a uno por cada 390 habitantes en el departamento de Ayacucho.
Entre 1981 y 1993, la población de Ayacucho se redujo en 11,683 habitantes, como resultado de la guerra sucia entre la organización guerrillera maoísta Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas peruanas. Se estima que 70,000 personas murieron en la guerra interna de 20 años.
Pequeños pueblos campesinos como San José de Ushua se encontraron atrapados en medio del conflicto. Los residentes fueron asesinados a sangre fría por ambas partes, las Fuerzas Armadas y Sendero Luminoso, acusados de traición o de información.
A partir del sábado 11 de agosto, mientras las noticias de la tragedia se desvanecen de los medios nacionales, solo ocho personas se habían atrevido a regresar a San José de Ushua. "Es casi un pueblo fantasma. La mayoría de los habitantes se encuentran en el distrito de Pauza y temen regresar porque todavía se desconocen las causas del envenenamiento que dejó nueve muertos y docenas de afectados", informó La República.
(Artículo publicado originalmente el 16 de agosto de 2018)