Los trabajadores de la mina Escondida en el norte de Chile, la mina más grande de cobre del mundo, votaron de forma abrumadora más temprano este mes a favor de hacer huelga para exigir un aumento salarial, un bono de $25,9 millones en pesos chilenos ($US38.000) y otros beneficios. Una huelga récord de 44 días el año pasado, exigiendo un aumento salarial de 7 por ciento en términos reales, el mismo bono y beneficios, produjo una recesión de tres meses en Chile, cuya principal exportación es el cobre, hasta que el sindicato la suprimió e impuso una extensión del contrato de 18 meses.
Esta extensión, junto con otra extensión de una semana y otra más de 24 horas el martes ya expiraron. Durante este este periodo, el sindicato redujo la demanda salarial a 5 por ciento, mientras que la propietaria mayoritaria de la mina, la transnacional basada en Reino Unido y Australia, BHP Billiton, aumentó su oferta en el último minuto el lunes de 1,5 por ciento a 2 por ciento de aumento salarial, con un bono de fin de conflicto de $15 millones de pesos.
Sin embargo, el martes por la mañana, el vocero del sindicato en la mina le indicó a Radio Cooperativa, “yo creo que estamos positivos y yo creo que la compañía igual, ya nos conocemos, no hay nada que esconder”, añadiendo: “estamos trabajando ya en la concreción de un preacuerdo, ya eso de para allá y para acá terminó”.
Todo indica que el sindicato ha extendido el conflicto mientras conspiraba con la gerencia para buscar el mejor momento para imponer una traición. Sin embargo, incluso si se viera obligado a convocar una huelga en las próximas horas o días, como ocurrió el año pasado, el sindicato volverá a conducir la lucha hacia un callejón sin salida, aislando a los 2.500 trabajadores de planta de los 7.000 trabajadores contratistas en la mina, de los 65.000 trabajadores de planta y contratistas en operaciones de BHP Billiton y las decenas de miles de otros mineros en Chile y millones de trabajadores a nivel nacional e internacional que están respondiendo con una mayor militancia al asalto continuo contra sus puestos de trabajo y niveles de vida.
Esa misma mañana, un trabajador de planta le indicó de forma anónima al WSWS que “si no hay nada claro mañana habrá huelga”. Sin embargo, al ver los comentarios del oficial del sindicato, estuvo de acuerdo era una señal de un intento de traicionar la eventual huelga. “Hoy se verá”, concluyó. Un video compartido en línea mostrando una asamblea con miles de trabajadores de Escondida coreando “¡Huelga, huelga!” refleja la combatividad de los trabajadores.
Después de que se recuperaran parcialmente los precios del cobre en 2016 y 2017, BHP Billiton y la anglo-australiana Rio Tinto, la cual es dueña de una tercera parte de la minera Escondida, han continuado eliminando decenas de miles de trabajos en Chile e internacionalmente y exigiendo una mayor producción, incluyendo un aumento del 37 por ciento el año pasado en Escondida.
BHP Billiton ha utilizado los mayores ingresos extraídos a través de una intensificada explotación de sus trabajadores para aumentar sus dividendos y llevar a cabo recompras de sus acciones, entregándoles aproximadamente $US5 mil millones en el último medio año a sus financistas ultrarricos. De manera similar, Rio Tinto les entregó $US7,2 mil millones. Al sumarlos, cada uno de los 110.000 trabajadores de planta y contratistas en BHP Billiton y Rio Tinto pudieron haber recibido un bono o aumento salarial de $US110.000 este año.
No obstante, desde junio, los precios de cobre han caído 20 por ciento en respuesta a temores de una guerra comercial y la deceleración de China, que compra la mitad del cobre mundial y que reportó el martes las inversiones de activos fijos más bajas en dos décadas. El cobre, escribe Bloomberg “es frecuentemente considerado el barómetro del crecimiento económico” global. Bajo estas condiciones, las corporaciones y el Gobierno, que controla aproximadamente 30 por ciento de la producción de cobre, buscarán aplastar despiadadamente cualquier oposición de los trabajadores.
En la mina estatal Chuquicamata, donde 1.700 mineros fueron despedidos en junio, los trabajadores están llevando a cabo paros y piquetes intermitentes en creciente oposición a los tres sindicatos. Además, se han enfrentado a hostigamiento por montones de los infames carabineros.
En la mina Caserones, propiedad de la japonesa Pan Pacific Copper Company, casi el 99 por ciento de los trabajadores votó a favor de una huelga, con el principal sindicato imitando a su contraparte en Escondida posponiendo una acción industrial. Al otro lado de la frontera, mineros en Perú han estado amenazando con salir a huelga durante el último año.
El lunes, Tomas, un mantenedor mecánico contratista en la mina Escondida, habló con el WSWS después de ser informado ese mismo día que había sido despedido arbitrariamente. Explica: “Soy un defensor de los derechos del trabajador. Seguramente le soy demasiado peligroso en estos días de confusión. No me cabe duda de que alguien debe haber sentido temor de mi influencia con los compañeros de trabajo.
“El sindicato jamás toma parte en estos asuntos. La empresa está bien asesorada para evitar temas legales. Todo comienza con un contrato paupérrimo y sin garantías para el trabajador. Incluso a veces, como sucedió conmigo, ni siquiera subimos a trabajar con contrato. La necesidad y la alta taza de cesantía de obligan a aceptar estas condiciones”.
Según la Fundación Sol, los mineros tienen la mayor tasa de precariedad laboral, con 58 por ciento de ellos sujetos a trabajo de subcontrato, suministro o enganche. Desde 2010, casi el 70 por ciento de todos los nuevos trabajos en Chile han sido cuentapropistas o puestos precarios. Cubriendo prácticamente todo este sector informal, casi 80 por ciento de los trabajadores gana menos de $500.000 pesos mensuales ($US750) y la mayoría gana menos que la mísera línea de pobreza de $420.000 pesos mensuales ($US630). Al mismo tiempo, según el reporte Global Wealth del 2018, alrededor del 20 por ciento de toda la riqueza privada en Chile está en manos de 161 personas que controlan más de $US100 millones cada uno.
Hablando sobre sus agravios y denuncias compartidas por sus compañeros de trabajo, Tomas continuó: “Tenemos una altísima tasa de accidentes. He detectado que los motivos siempre son los mismos… contratan obreros que no tienen la experiencia ni la práctica de oficio suficiente. Además, los obligan a efectuar labores que no son para lo que fueron contratados. Los jefes quieren figurar, por lo que recargan a sus trabajadores con horas y labores, recortan el número de trabajadores por cuadrilla. Entonces, donde debían trabajar cinco o más, solo trabajan dos. Les colocan un sistema llamado ‘tools in hand’ (herramienta en manos), con el que miden el porcentaje de avance. Por ello, el trabajador se ve sometido a presión, falta de descansos, no toma medidas de seguridad. En conclusión, tenemos trabajadores sobreexplotados, sin experiencia y sin supervisión. Lo que es más grave, se disminuye el personal de prevención de riesgos”.
Pablo otro trabajador contratista en Escondida contactado por el WSWS, declaró: “Lo que veo directamente es mayor producción con menos gente… y que quieren quitar lo que es para las futuras generaciones. Apoyo lo que piden porque creo y tengo la convicción de que es algo justo”.
“Y además que dejen de amedrentar a los trabajadores con el tema de despidos,” añadió, “Que traerán gente para suplir algunos cargos. En temas productivos, los gerentes les exigen metas y cumplimiento en seguridad, con lo cual a ellos si les dan bonos gigantescos y nadie reclama contra ellos. Y hacemos las mismas pegas con menos gente y mayor producción”.
Tomas elaboró sobre el costo humano de los niveles de explotación: “Todas las semanas ha habido fallecidos, tanto personal de planta como contratistas… Pregúntese, ¿qué lleva a un hombre de 48 años, deportista, a tener un infarto y dos horas más tarde otro de 52 años, la segunda quincena de julio, y hace unos cuantos días el 8 de agosto otro fallecido que se volcó con su camión? Cansancio”. Los mineros en la escondida trabajan jornadas de hasta 12 horas, 7 días consecutivos, seguidos por una semana de descanso.
Al preguntarle si el sindicato le ha ayudado a defender su puesto, respondió: “Jamás tomar parte en estos asuntos… El sindicato lo escogen los ejecutivos de la misma empresa. Es un sindicato de papel. Nadie conoce los miembros ni quién los elige”.
En cuanto al rol de los sindicatos, Pablo comentó: “Nos pasan a llevar: que hagamos los trabajos con menos recursos y dan órdenes para hacer el trabajo y no está lo necesario para hacerlo… Sólo se pide dignidad y recursos para hacer el trabajo como corresponde. No andar inventando para complacer al jefe ya que así ocurre la mayoría de los accidentes laborales, por improvisar”.
La oposición al sindicato ha ido creciendo en Escondida, donde 84 por ciento de los trabajadores votaron a favor de dejar la Federación Minera de Chile en febrero, citando su complacencia hacia decenas de miles de despidos en años recientes. En marzo, alrededor de 100 trabajadores intentaron sin éxito formar un sindicato disidente para avanzar negociaciones.
El WSWS y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional urgen a los trabajadores a formar comités de las bases obreras, uniendo a los trabajadores de planta y contratistas en cada mina para arrancar la lucha del control de los sindicatos y formular sus propias demandas, incluyendo el control obrero sobre la producción, sobre todos los despidos y contrataciones y sobre la distribución de bienes.
Ante miles de despidos en meses recientes a través de diversos sectores en Chile y la intensificación de las luchas para defender la educación pública y contra los administradores privados de los fondos de pensiones (AFP), estos comités de base tienen que apelar inmediatamente a los sectores más amplios de la clase obrera en Chile e internacionalmente para librar una lucha unida contra la escalada de ataques contra sus niveles de vida por parte de la elite gobernante capitalista.
Los trabajadores solo pueden defender sus derechos sociales básicos si desarrollan un movimiento socialista, internacional e independiente de todos los partidos e instituciones capitalistas para expropiar todas las principales corporaciones y la riqueza de la oligarquía financiera chilena e internacional y colocar estos recursos bajo el control democrático de la clase obrera para satisfacer todas las necesidades humanas y no el lucro privado de una diminuta élite.
Ambos, Pablo y Tomas expresaron su apoyo a la construcción de comités de base. “Me parece buena la idea”, comentó Tomas, “Esta sociedad de mercado ha ido mutando la célula socialista, al obrero… pero hay una esperanza y esta radica en la firme convicción de que no podemos dar pie atrás. Hay personas como yo en cada parte que sembramos la semilla”, indicando que el WSWS cuenta con su ayuda para avanzar el llamado a construir comités de base y una dirección revolucionaria socialista en la clase trabajadora.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 15 de agosto de 2018)