Este 4 de julio marca el 242º aniversario de la firma en el Congreso de las trece colonias de la costa este norteamericana de la declaración unánime de independencia del Reino Unido y la Corona británica. La Declaración de Independencia, escrita por Thomas Jefferson, sigue siendo uno de los principales textos revolucionarios.
Los marxistas reconocen plenamente las limitaciones históricas bajo las cuales actuaron los padres fundadores de EUA. Eran hombres del nuevo mundo burgués tras siglos de despotismo feudal y oscurantismo religioso. No hay nada más desdeñable que la deconstrucción posmodernista de la historia hecha por la política de identidades de la clase media en la actualidad. Esta se basa en el rechazo de las concepciones de la Ilustración contenidas en la declaración de que “todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador ciertos derechos inalienables; que entre estos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad”.
Leer este documento hoy día representa una condena de la clase gobernante que preside la sociedad estadounidense. Cada derecho básico enumerado está siendo abiertamente pisoteado. El principio elemental de un debido proceso legal está muerto. Este 4 de julio será celebrado bajo condiciones en que la detención masiva de inmigrantes, declaraciones explícitamente de tinte fascista del presidente Trump y la construcción de campos de concentración modernos.
Cabe notar después de las protestas del 30 de junio contra la persecución de inmigrantes por parte de Trump que uno de los agravios presentados contra el rey George en la Declaración de Independencia eran sus esfuerzos para prevenir la inmigración a las 13 colonias al “obstruir las Leyes para la Naturalización de los extranjeros” y “rehusarse a sancionar otras para promover su migración aquí”.
Muchos otros pasajes en la declaración son igual de importantes para el 2018: “Él ha intentado hacer al ejército independiente de y superior al poder civil”.
Trump ha colocado a oficiales militares en altos cargos de su Gobiernos, ha aprobado (con el apoyo del Partido Demócrata) un presupuesto militar récord a costas de los servicios sociales y ha anunciado planes para un desfile militar en Washington D.C. Mientras que Trump desarrolla su política de tendencia fascista, los demócratas están defendiendo a los criminales del aparato militar y de inteligencia como los máximos representantes de la democracia”.
“Por protegerlas [a las tropas británicas] por medio de juicios simulados que los libran de cualquier castigo por los Asesinatos de habitantes de estos estados”.
Mientras que el rey George daba impunidad a las tropas británicas para dispararle a civiles, la élite política entera hace lo mismo con la policía uniformada, que está matando a más de mil civiles cada año en EUA. El Gobierno de Trump ha bloqueado incluso las más inútiles normas de supervisión para los asesinatos policiales y ha denunciado cualquier esfuerzo para hacer que la policía rinda cuentas por tales crímenes.
“Por privarnos en muchos casos del beneficio de un juicio por jurado”.
Trump ha llamado por la eliminación a cualquier acceso al sistema judicial para los inmigrantes atrapados por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, siglas en inglés) y la Patrulla Fronteriza, alegando que deberían ser expulsados del país sin poder presentarse ante un juez, ni hablar de un jurado. Durante el Gobierno del predecesor de Trump, Barack Obama, el mandatario declaró su derecho a asesinar a cualquier individuo en el planeta con misiles de crucero lanzados por drones, sin ningún respaldo con el derecho internacional o un proceso legal debido.
“En cada etapa de estas Opresiones, hemos solicitado reparos en los términos más humildes: repetidamente nuestras peticiones solo han sido contestadas con perjuicios”.
Más personas se han manifestado en contra de las políticas del Gobierno de Trump durante los últimos 18 meses de las que han tomado las calles en los últimos 30 años. La Casa Blanca ignora las protestas e insiste con su ofensiva derechista, confiando en que los demócratas no harán nada al respecto.
En su cúspide revolucionaria, la burguesía estadounidense fue capaz de tener líderes de gran habilidad, coraje y perspicacia, de Thomas Jefferson a Abraham Lincoln. Uno de los hitos de la degradación histórica del capitalismo estadounidense es la curva descendente de aquellos seleccionados por la élite gobernante como dirigentes, culminando en la grotesca figura de Donald Trump, un especulador de bienes raíces milmillonario y estrella de programas de “telerrealidad”.
León Trotsky una vez observo que el nazismo degradó el pensamiento político al nivel del “ladrido de un perro y el gruñido de un puerco”. Los alardes e insultos de Trump en Twitter hacen lo mismo, en la era de las redes sociales.
Sin embargo, el Gobierno de Trump es la expresión de un malestar social subyacente también manifestado por sus opositores dentro de la clase gobernante. Sus oponentes demócratas se limitan a caracterizar la creciente oposición social al capitalismo estadounidense como el producto de esfuerzos rusos para “sembrar discordia”. ¡Cómo si la sociedad estadounidense fuera un Jardín del Edén sin la supuesta interferencia rusa!
James P. Cannon, el fundador del movimiento trotskista estadounidense, una vez escribió que los socialistas deben celebrar el 4 de julio porque los revolucionarios estadounidenses “comenzaron algo que dio inicio a una nueva era de promesas para toda la humanidad… Sin embargo, nadie podrá venderme los discursos del Día de Independencia que presentan el comienzo como el final y la promesa como su cumplimiento”.
Los grandiosos eventos de 1776 fueron el comienzo de muchas cosas. Inspiraron la Revolución Francesa de 1789 y los levantamientos del siglo diecinueve —siendo uno de los principales la “Segunda Revolución” de EUA a través de la Guerra Civil, la cual destruyó la esclavitud como régimen de pertenencia y liberó a millones—. No obstante, el establecimiento formal de la democracia e igualdad ante la ley no conllevaron su “cumplimiento”, en los términos de Cannon, es decir la igualdad social y democracia auténticas. Eso era imposible en una sociedad basada en las relaciones de propiedad capitalistas.
Hoy día, la contradicción entre la promesa democrática de la Revolución Estadounidense y la realidad del capitalismo, hendido por niveles de desigualdad social sin precedentes, ha llegado a su punto crítico. El Gobierno es una máquina monstruosa de represión, un aparato militar y de inteligencia que en sí representa la mayor amenaza para los derechos democráticos del pueblo trabajador.
La única clase en la sociedad estadounidense capaz de defender los ideales democráticos de la Revolución Estadounidense es la clase obrera. La lucha por defender estos derechos y oponerse a la desigualad social, acabar con la persecución de inmigrantes y detener la marcha hacia una guerra mundial, enfrenta inevitablemente a la clase obrera con la dictadura de la oligarquía financiera y el sistema capitalista que preside.
Algo obviado cada 4 de julio por la prensa y la élite político es el principio fundamental contenido en la Declaración de Independencia de que, al transformarse el Gobierno en un ente destructivo para los derechos del pueblo, “es el Derecho del Pueblo alterar o abolirlo, e instituir un nuevo Gobierno, sentando sus cimientos sobre tales principios y organizando sus poderes en tal forma que en que mejor les parezca para realizar su Seguridad y Felicidad”.
Ese es un derecho que esta generación de trabajadores y la clase obrera de todo el mundo se verá obligado a ejercer.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 4 de julio de 2018)