Los peligros crecientes de una guerra comercial dominaron la reunión del Fondo Monetario Internacional celebrada en Washington el fin de semana. A pesar de advertencias de los dirigentes del fondo y de los principales Estados miembros del FMI de que sus medidas están amenazando la economía global, los EUA están aumentando sus exigencias.
La presión aumentada estadounidense fue declarada sin ambages en una declaración formal emitida por el secretario del Tesoro estadounidense Steven Mnuchin al comité rector del fondo exigiendo que hiciera más para reducir los grandes excedentes de países que comercian con los EUA, tales como Alemania y China.
Adoptando el tono de un amo supremo, insistió que el FMI respaldara a los EUA en su cruzada contra lo que afirma son “prácticas comerciales globales injustas” que impiden un crecimiento más fuerte a los EUA. Declaró que el FMI debería ser una “fuerte voz para que sus miembros desmantelen barreras comerciales y no-comerciales y protejan los derechos de propiedad intelectual”.
En consonancia con su agenda del “Estados Unidos primero”, la administración Trump ve la medida de China de desarrollar sus industrias de alta tecnología en los ámbitos de las telecomunicaciones, la robótica y la inteligencia artificial como una amenaza a la supremacía estadounidense tanto económica como militar. Acusa a China de “robar” conocimientos técnicos estadounidenses.
Abordando el tema de los desequilibrios globales —el déficit comercial de los EUA de $375 mil millones y los grandes excedentes de algunas de las otras principales economías— la declaración de Mnuchin decía que esas eran un tercio más grandes que en los '80 y los '90 “y no hay indicios de que se estén estrechando”.
“El FMI tiene que asumir las duras responsabilidades”, dijo, “brindando una voz más robusta y tomando nota consistentemente cuando los miembros mantienen políticas macroeconómicas comerciales y de intercambio exterior que mantienen una ventaja competitiva injusta o llevan a un crecimiento desequilibrado”.
Mnuchin dijo que el FMI tenía que “explicarse más enérgicamente y en detalle sobre el tema de la inestabilidad externa, incluso brindando claras recomendaciones de políticas para países con grandes excedentes, en respaldo de un crecimiento global más equilibrado”.
La posición del FMI es que las rebajas de impuestos de la administración de Trump, que aumentarán la deuda del gobierno al tiempo que ofrecerá cientos de miles de millones de dólares a las cuentas finales de las corporaciones estadounidenses, gran parte de la cual se utilizará para la recompra de acciones, empeorará la posición comercial de los EUA atrayendo importaciones.
En una referencia apenas camuflada a los EUA, el comunicado final del Comité Internacional Monetario y Financiero dijo que las políticas fiscales de países miembros tenían que “evitar la prociclicalidad ... y asegurar que la deuda pública como parte del PBI global esté en un camino sostenible”.
Decía que el crecimiento global se había fortalecido, pero los riesgos permanecerían sesgados hacia abajo “más allá de muchos trimestres venideros”.
Continuaba: “Vulnerabilidades financieras crecientes, tensiones comerciales y geopolíticas crecientes, y una deuda global en altos históricos amenazan las perspectivas de crecimiento global. Un viento en contra demográfico y un crecimiento apagado de la productividad puede que reduzcan el potencial para que un crecimiento más alto y más inclusivo vaya adelante”.
En su rueda de prensa de clausura, la directora gerente Christine Lagarde intentó mitigar las exigencias estadounidenses e impedir que los conflictos comerciales afloren abiertamente. Citó preocupaciones tanto sobre el surgimiento del proteccionismo como acerca de la protección de los derechos de la propiedad intelectual, diciendo que su “preocupación clave” era “ayudar en el proceso de resolver esos asuntos antes de que lleguen al punto en el que obstaculicen el crecimiento y la estabilidad”.
Pero bajo condiciones en las que los EUA están resueltos a perseverar en su impulso hacia descargar sus problemas económicos crecientes en sus rivales —los viejos y los nuevos— esta se está volviendo una tarea cada vez más difícil.
Un informe emitido este mes por parte del Departamento del Tesoro estadounidense sobre las políticas macroeconómicas y de intercambio exterior de sus principales socios comerciales dejó claro que China no es el único blanco en la mira de Washington.
Después de citar el excedente comercial bilateral chino “extremadamente grande y persistente”, dijo “la dirección cada vez más hacia el no-mercado del desarrollo económico de China plantea riesgos crecientes a sus principales socios comerciales y a la perspectiva del crecimiento global a largo plazo”.
Esta es una referencia al empuje por parte de Beijing para promocionar el desarrollo de la alta tecnología mediante la financiación estatal y compañías dirigidas por el Estado o que sean propiedad de este bajo su programa “Hecho en China 2025”.
Pero las preocupaciones no paran ahí. “El excedente comercial de bienes japoneses con los Estados Unidos no disminuyó en 2017, y siguió siendo grande, quedándose en $69 mil millones a lo largo de los cuatro trimestres hasta diciembre de 2017”, declaraba el informe.
Corea del Sur, se quejaba el informe, todavía mantenía grandes desequilibrios externos, con un excedente actual de las cuentas del 5,1 por ciento del PBI en 2017, su sexto año seguido de más del 3 por ciento.
Además de China, Alemania es un objetivo clave de los partidarios de la línea dura de la guerra comercial en el seno de la administración Trump.
“Alemania tiene el mayor excedente de cuenta corriente del mundo en términos de dólares nominales, $299 mil millones en 2017, y ha tenido el excedente más grande del mundo en la mayor parte de los años desde 2011, con poco o ningún progreso en la reducción de este excedente masivo en los últimos tres años”, decía el informe.
Esto fue porque la demanda doméstica en Alemania no había sido lo suficientemente fuerte y la baja inflación “contribuyó a la débil tasa de intercambio efectiva”. Según el más importante consejero comercial de Trump, Peter Navarro, Alemania ha utilizado un euro “sumamente devaluado” para obtener ventajas en los mercados mundiales.
Hasta la India fue mencionada, dado que el informe notaba que tenía un “significativo excedente comercial bilateral de bienes” con los EUA de $23 mil millones en 2017.
En comentarios durante el encuentro del FMI, Mnuchin retuvo la perspectiva de negociaciones con China, diciendo que estaba considerando hacer una visita a Beijing para discusiones y que era “prudentemente optimista” acerca de la posibilidad de un acuerdo. “Se está barajando un viaje”, les dijo a los periodistas. “No voy a comentar acerca del momento, ni tengo nada confirmado”.
Pero dados los conflictos en la Casa Blanca y el hecho de que Mnuchin no es la fuerza motriz clave de la política comercial, tal visita no es de ningún modo cierta. Navarro y el representante comercial de los EUA Robert Lighthizer están resueltos a perseverar contra China.
Como informó el Wall Street Journal, “No está claro que el que el señor Mnuchin esté barajando un viaje a China tenga un amplio respaldo de la administración. Algunos expertos en Estados Unidos y China dicen que tal viaje podría socavar las tácticas de presión que aplica actualmente la Casa Blanca”.
Hasta ahora las medidas y contra-medidas de guerra comercial se habían venido desarrollando en condiciones en las que la economía global está experimentando su expansión más significativa en siete años. Podría volverse mucho más intensa en la eventualidad de una depresión, cuyas primeras señales puede que estén emergiendo en Europa.
La economía europea creció un 2,5 por ciento en 2017, la tasa más rápida en más de una década, pero hay indicios de que la expansión alcanzó su pico máximo.
“Sondeos de sentimiento y manufactura indican que el crecimiento en el primer trimestre es probable que sea más débil de lo que se esperaba previamente”, informó el Financial Times. Se estaban revisando las previsiones a la baja “en medio de temores de que la recuperación de la región haya alcanzado su pico más alto y que la tensión comercial oscurezca aún más la imagen”.
Comentando acerca del fracaso de las discusiones entre Alemania y Francia en llegar a un acuerdo sobre política bancaria y monetaria para la eurozona —Francia quiere un presupuesto común y un mecanismo paneuropeo para contrarrestar los shocks globales, a lo que se opone Alemania— el comentarista del FT sobre Europa Wolfgang Münchau escribió que la falta de reforma y una desaceleración podrían presagiar una “crisis existencial”.
Con la crisis financiera habiendo bajado permanentemente la perspectiva potencial de la eurozona, “lo que ahora se está disfrazando como una recesión puede que con el tiempo revele ser un regreso a la normalidad deprimida”, escribió.
La combinación de una economía en desaceleración y una unión monetaria incapaces de reformarse a sí mismas “constituye uno de los mayores riesgos para la economía global ahora mismo”, dijo, con la eurozona “particularmente vulnerable” en una guerra comercial a causa de su gran excedente de cuenta corriente.
No es posible predecir exactamente cómo las varias tendencias en conflicto se desarrollarán en la economía global. Pero una cosa es segura: no se ha resuelto ninguna de las contradicciones que explotaron en la crisis financiera de 2008. Más bien, como indica la tendencia hacia la guerra, se están intensificando.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 23 de abril de 2018)